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Crisis del coronavirus La vuelta a las aulas en Canarias

El plan para la vuelta al cole infravalora la transmisión del virus a través del aire

Los intentos de retomar la actividad lectiva en otros países han acabado con el cierre de las aulas

Menores reciben clase tras el confinamiento en la escuela infantil Higo Pico , en La Laguna. CARSTEN W. LAURITSEN

A menos que la Administración educativa reaccione rápido, la vuelta a las aulas en Canarias se hará sin tener en cuenta una característica fundamental de la propagación del virus: que su pequeño tamaño le permite dispersarse en forma de aerosol diseminándose eficientemente por el aire. Los científicos de todo el mundo señalan desde hace meses que el SARS-CoV-2, al igual que otros virus respiratorios, se cuela en nuestras vías respiratorias, transmitiéndose incluso si estamos a 10 metros de distancia de la persona infectada. Ahora, con el regreso a las aulas a la vuelta de la esquina, los científicos temen que no se haya hecho suficiente hincapié en esta vía de transmisión a la hora de dar instrucciones a los centros educativos sobre cómo actuar para frenar el avance de la Covid-19.

En el Protocolo de Prevención y Organización para el desarrollo de la actividad educativa presencial en los centros educativos no universitarios, publicado el 21 de julio, solo se menciona la ventilación en 14 ocasiones, frente a las 35 en las que se habla de higiene, las 34 de limpieza o las 16 de desinfección. Y es que el documento por el que se rige el comienzo de curso en las Islas apenas cuenta con medidas para paliar la transmisión del virus como aerosol. Lo único que establece es ventilar las aulas entre cinco y diez minutos al inicio de la jornada, al finalizar y entre clases. De resto, no planifica la compra de sistemas portátiles con filtros HEPA -una tecnología que evita la propagación de bacterias y virus a través del aire- ni tan siquiera establece el uso de mascarilla obligatoria tanto para el alumnado como para el profesorado en todo momento.

El protocolo de vuelta a los colegios promovido por el Gobierno autonómico preocupa también por no establecer medidas en otro tipo de transmisión, especialmente a través de las heces y orina, ni contemplar la bajada de ratios alumno profesor -que supedita a la organización del aula una vez se establezca la distancia de seguridad entre pupitres- y tratar de imponer ciertas normas con nula base científica y de muy difícil aplicación práctica, como son los grupos burbuja. "Abrir las ventanas es razonable", estima el epidemiólogo Lucas González, "pero no es suficiente". El experto explica que hay diferentes alternativas que se pueden plantear en el ámbito educativo para mejorar la calidad del aire que circulará por las aulas, ya sea usando ventiladores portátiles dotados de filtros HEPA, o comprando dichos filtros para añadirlos a los que ya existen. "Funcionarían de forma similar a como se extraen los humos de la cocina", explica el médico.

Agustín Valenzuela, virólogo de la Universidad de La Laguna (IUETSPC), va más allá. El experto cree que no solo se está infravalorando la capacidad de transmisión del virus por el aire, también considera que no se están teniendo en cuenta otras formas de contagio del escurridizo SARS-CoV-2, como la transmisión fecal-oral. "En los centros escolares, para este tipo de higiene, no se dispone de los medios que existen en los centros sanitarios ni se actúa igual", alega Valenzuela, que insiste en que debe ser "obligatorio portar mascarilla todo el tiempo". Asimismo, se muestra en contra de lo que considera "enseñanza c astrense", pues ve inviable mantener las distancias de seguridad entre niños.

Sin evidencia científica

Los investigadores critican la intención de la Consejería de Educación de crear grupos burbuja, algo que no se sustenta bajo ningún criterio científico. Ya se ha comprobado en Israel, Australia o Estados Unidos, países en los que el intento de recuperar la rutina de los más pequeños ha acabado en el cierre total de los centros. Ocurrió hace apenas dos meses, en Georgia (EE.UU), donde más de 600 personas -entre asistentes y monitores- se unieron para asistir a un campamento de verano. La experiencia se llevó a cabo siguiendo las recomendaciones del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), como higienizar los espacios y guardar las distancias físicas. Sin embargo, no se adoptó ninguna medida para la correcta ventilación del lugar ni se obligó a llevar mascarilla de manera generalizada. Así, los campistas quedaron exentos del uso de mascarillas. En pleno campamento, uno de los monitores enfermó y tras dar positivo en Covid-19 se dio por clausurada la convivencia. Tras realizar el cribado -en el que solo participaron 344 asistentes- aparecieron 260 positivos. Por tanto, el concepto de burbuja "para grupos de 15 o 20 alumnos y alumnas no es el más adecuado", como afirma José Miguel Lorenzo-Salazar, profesor de secundaria e investigador del área de Genómica del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER). El mismo científico insiste en que, para que la medida tuviera efecto, los padres tendrían que comprometerse a mantener esas mismas relaciones -y únicamente esas- fuera del aula.

Los científicos insisten en que Canarias debe prepararse correctamente antes de decidir abrir de nuevo los colegios y así hacerlo con seguridad, aunque insisten en que el riesgo cero "no existe". Entre las medidas que los investigadores recomiendan implantar se encuentra la reducción de los ratios de alumnos por cada profesor, la imposición del uso de la mascarilla en todo momento, "la ventilación exhaustiva y constante" y la inversión en una mejora de los sistemas de ventilación adquiriendo filtros específicos de desinfección para cada aula y contemplar la posibilidad de contratar enfermeras escolares para uno o varios centros.

Las peticiones del profesorado también van en este sentido, pues solicitan la reducción de los ratios a un máximo de 20 alumnos, visitas del personal de limpieza dos y tres veces al día, implantar la enfermería escolar e instrucciones precisas para organizar el comedor o el transporte escolar, entre otras actividades. Asimismo, el sindicato Anpe solicita también que se fomente la enseñanza semipresencial en los niveles más avanzados.

Algunos estudios incluso recomiendan el cribado masivo de los escolares cada cierto tiempo. Un estudio realizado en las Universidades de Yale y Harvard, concluyó que "el testeo frecuente" de los estudiantes de un campus a diario o cada dos y hasta cada siete días es "coste-efectivo y reduce el número de casos de Covid-19", lo que puede "permitir una vuelta segura al campus". Todo esto, además, se debe hacer garantizando "la higiene personal, de espacios y superficies", así como la distancia social, que en principio ya está contemplada en el Protocolo publicado por la Consejería de Educación, aunque está siendo contestada duramente por el profesorado debido a las limitaciones de espacio que tiene la red de centros educativos de Canarias.

"Es posible planificar distintas intervenciones de carácter preventivo, como los cribados de PCR mediante test de grupo, de interés si la prevalencia de la Covid-19 se mantiene en niveles bajos y a realizar sobre grupos seleccionados aleatoriamente", remarca Lorenzo-Salazar. La Consejería de Sanidad aún no ha establecido un criterio claro para imponerlo a Educación, aunque ya habla de cribados masivos en caso de que exista un positivo. Por su parte, Valenzuela considera que lo ideal sería que en los colegios se ejecutaran test PCR "dos veces por semana", como ya se ha protocolizado en algunos centros escolares de Alemania. "Esto permite quitar presión a los colegios, a las empresas y familias, ayudando a la economía, a identificar mejor y controlar brotes y a evitar la transmisión social del virus". De ahí que el virólogo considere que, "para actuar correctamente", las escuelas de Canarias deben plantearse "el peor escenario relacionado con una infección o transmisión en un aula" y adaptar la actuación del sistema educativo para "anticiparlo".

De hecho, Valenzuela, desde el inicio de esta epidemia, insiste en que hace meses se debería haber implantado el rastreo exhaustivo por PCR de infectados en la población para disminuir al máximo la transmisión del virus. "Esto habría hecho posible una vuelta más segura a los centros educativos, protegiendo al sector sanitario y al resto de actividades económicas, tales como el sector turístico", recalca.

Entre el 15 y 17 de septiembre volverán a las escuelas 250.000 escolares canarios que, junto a sus padres, conformarán un grupo de unas 700.000 personas dentro del Archipiélago que empezarán a moverse en unos círculos que no frecuentan desde marzo. Para Lorenzo-Salazar, el tiempo que tendrán los equipos educativos para elaborar y adaptar los planes de contingencia puede no ser suficiente por lo que "revisaría el calendario de arranque de la actividad lectiva".

Para abrir los centros, además, "primero habría que tener en cuenta la situación epidemiológica del Archipiélago", insiste Lucas González. "La situación en Canarias parece estar como cuando hervimos leche: es posible que se rebose de forma más o menos brusca", califica González. Y, a pesar de haber tenido meses para preparar los colegios para futuras contingencias derivadas de la Covid-19, "el 1 de septiembre todos los equipos directivos se verán en la tesitura de tener que afrontar una organización propia partiendo de unas instrucción que aún están en discusión", insiste Lorenzo-Salazar. "Había tiempo", puntualiza Pedro Crespo, del sindicato de enseñanza Anpe, que insiste en que es el momento de establecer "una enseñanza de calidad" pero que eso requiere de un protocolo con una guía más concreta que la actual.

Cuenta atrás sin una guía clara

Los equipos directivos deben diseñar dichos Planes de Inicio del Curso y de Contingencia antes de que los menores regresen a sus pupitres. Pero muchos no tienen claro cómo enfrentarse a una situación como la que puede ocurrir en los próximos meses. Los investigadores y también los profesores critican que desde que se hizo público el Protocolo y hasta el momento "haya habido una falta de liderazgo" por parte de la Administración educativa en un momento donde "la toma de decisiones no se puede procrastinar", alega Lorenzo-Salazar. De hecho, la tardanza en elaborar y comunicar las pautas por las que se regirán los colegios suponen, a ojos del experto "los dos mayores riesgos para enfrentar con alguna posibilidad de éxito el arranque del nuevo curso escolar".

El virólogo de la ULL insiste en que es indispensable "controlar al máximo todo el escenario, disponer de materiales suficientes y recursos humanos adecuados y científicos", pues un solo brote puede generar un problema que va más allá del cierre de los colegios. "Tras un brote se entiende que los niños se quedarán en sus casas, y no con sus abuelos. Esto impactará a la economía familiar y a la de las empresas que no puedan o permitan acogerse a reducción de jornada laboral", argumenta Valenzuela. Por tanto, esta vuelta al cole no solo es fundamental para el futuro de toda una generación, sino también para salvaguardar el ya frágil motor económico que sustenta a Canarias.

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