| Imágenes. Cada vez que emerge Silbo los científicos de la Universidad grancanaria que codirigen su travesía junto a colegas de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, chequean la situación del robot, que proporciona un aluvión de imágenes. Los datos los generan una veintena de satélites que operan con información meteorológica y oceanográfica, fundamentalmente. Gracias a la anterior misión del droide Piolín se pudo conocer la capacidad de estos robots para el estudio del mar, facilitando datos para elaborar gráficos e imágenes en 3D del Atlántico.

| Remolinos. En los más de 75 días de misión de Challenger 1 se han producido hallazgos que han llamado la atención de los científicos. Uno de ellos es la presencia de remolinos de agua cálida y fría por los que navega Silbo en una disposición que recuerda a los investigadores, por su similitud, las órbitas de los planetas en las galaxias.