Ayer me despedí de ustedes pero hoy, al acabar la JMJ con la eucaristía celebrada por el Papa y concelebrada por varios miles de sacerdotes entre los que me encontraba, creí conveniente decirles algo más. La del sábado y domingo fue una jornada intensa, de mucho cansancio por las aglomeraciones y el calor que hemos sufrido constantemente. Bueno, constantemente hasta que llegó la tormenta de viento y agua y rayos, justo cuando el Papa empezaba a hablar. Tuvo que parar y allí nadie se movió, repitiendo el grito de guerra de estas jornadas: "Esta es Juventud del Papa" mientras todos se empapaban. Y hay que decir que el humor no desapareció en ningún momento. De repente ha sido de las cosas más bonitas del Encuentro. Los jóvenes reunidos en Cuatro Vientos cantaron, rezaron, se confesaron y, además, lo pasaron muy bien que es importante.

Otra cosa fue la misa de clausura del domingo por la mañana. Lo primero que comenté a Inma y José Manuel de Ingenio es que le pongo un suspenso total. Esta no fue una misa de los jóvenes ni para los jóvenes. Y no tiene la culpa el papa. Una misa en la que los jóvenes no participaron ni siquiera con los cantos no puede apellidarse juvenil. Yo recordaba la misa de Juan Pablo II en Cuba y aquello sí era una celebración juvenil en donde se cantaba, gritaba, aplaudía y animaba y eran ellos los protagonistas. El millón y pico de jóvenes reunidos en Cuatro Vientos fue un millón y pico de espectadores de una misa en latín sin oportunidad de expresarse ni siquiera con sus canciones. Faltó música apropiada, ritmo, alegría y participación más espontánea. Los jóvenes que llenaron Madrid de alegría y canciones no pudieron expresar lo mismo en lo que se consideraba a priori como la cumbre de la JMJ. A los organizadores, lo digo con pena, no les puedo aprobar.

Una chica de Albacete con la que me encontré a la salida me comentaba enfadada: han logrado indignarme porque esta misa no fue preparada pensando en los jóvenes. Y de paso aprovechó para reclamar unas Jornadas más humildes y sencillas que no supongan tanto gasto. A ver si la próxima de 2013 en Brasil corrige los errores.

Sin embargo nuestros jóvenes, menos críticos por su edad, no perdieron la sonrisa en ningún momento. A pesar del cansancio, de las largas colas en el metro y el sueño, nuestros chicos canarios han sido una vez más ejemplares. Han aprovechado los momentos para encontrarse con otros jóvenes. Así, hasta en medio de la calle se unieron a un grupo de portugueses para cantar y comunicar sus experiencias. Mientras estábamos en los cantos, un chico madrileño se acercó para felicitarnos y animarnos. Nos contó que es periodista, que está esperando un hijo y que le hace feliz ver la participación de nuestros chicos. Animó con pasión a vivir la fe y hasta Carolina no pudo disimular su emoción.

Por cierto que no han parado de decirme los canarios que cuente la excelente acogida de los vecinos de Cuatro Vientos que tanto el sábado como el domingo estuvieron superamables, ofreciendo agua, invitando a las casas y siempre con actitud de acogida. Yo mismo entré a un bar a tomar una café y el cantinero tanto a mí como al grupo de extranjeros que llegaba nos dijo:

- Si desean pasar al baño o tomar agua no tienen que consumir nada. Estamos con ustedes.

De regreso al hotel para recoger nuestras cosas los canarios que veníamos de Cuatro Vientos, ya saben que un grupo no pudo estar en la misa ni en la vigilia porque el recinto se abarrotó, aprovecharon las largas horas de colas para cantar, jugar, darse bromas, mojarse y sacar hacia fuera toda su vitalidad y expresar de algún modo lo que en la misa no se les ofreció. Ojalá que nos quede el mensaje del papa que por cierto tuvo un emotivo recuerdo para las víctimas del accidente de Spanair, la mayoría de Gran Canaria. El Papa invitó a los jóvenes a vivir su fe en este mundo y a animar a otros chicos a seguir a Cristo. Ojalá sea así. Y sin que nunca falte la alegría y el entusiasmo. Y que lo puedan expresar en cualquier lugar. También en las misas. Que Madrid también vale una misa... mejor.