| Equipos. Mientras suena la música de Cat Stevens y su Wild World, sobre las mesas del Banco Nacional de Algas no se ven más que equipos de Apple. Los investigadores pasan de una sala a otra con sus batas blancas portando, por ejemplo, un matraz erlenmeyer (una pequeña botella de cristal) teñido del verde de las microalgas.

| Salas. El edificio tiene dos plantas, la de arriba es para oficinas y el laboratorio está en la planta baja, dividido en cuatro secciones, uno general y otros tres específicos. Hay una sala de microscopía, un espacio para empresas que quieran instalarse allí a desarrollar sus proyectos con microalgas, cámaras de cultivo y crioconservación, una cámara de activación que es donde las 'engordan' aumentándoles la temperatura, etc. En algunas de estas salas sólo se puede entrar con protección esterilizada.

| ADN. En el Laboratorio de Biología Molecular, Carolina Pérez, y su equipo, están secuenciando todas las cepas como un seguro de vida en caso de que desaparecieran. Hasta ahora llevan un 20% de las 700 que tiene el Banco.

| FAO. Un proyecto de García Reina ha sido seleccionado por la FAO para la lucha contra el hambre.

| Coste. La obra, los equipos y el personal han costado 2,5 millones de euros. Mantenerlo cuesta 850.000 euros al año.