El periodista José María Calleja (León, 1955) cuenta que tras su salida del canal de noticias CNN+ "la gente me para por la calle para solidarizarse conmigo". Y le resulta curioso a este curtido profesional de los medios de comunicación "porque eso no me sucedía desde mis años en el País Vasco, cuando ETA me señaló como uno de sus objetivos, tuvieron que ponerme escolta y los espectadores y los lectores me mostraban así su apoyo y cariño".

Calleja visita estos días "por primera vez", matiza, la capital grancanaria. Y lo ha hecho para participar en unas jornadas organizadas por la Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias (UPCC), que contó con el respetado comunicador para la conmemoración ayer en Casa África del X aniversario de la Federación de Sindicatos de Periodistas.

Sólo unas horas antes de su intervención, Calleja, ante un sandwich de jamón y unas papas fritas, habla de su profesión y reconoce que "el periodismo está viviendo horas complicadas". "No hay que ser demasiado narcisistas para pensar que las cosas que le afectan al resto del país, no nos afectan a los periodistas. Esta situación económica es complicada", dice, "y es evidente que los medios de comunicación lo están pasando mal, con despidos y cierres; pero no es que seamos distintos ni mejores al resto de los ciudadanos, pero sí es cierto que trabajamos de una forma importante y relevante para la ciudadanía, y lo que está sucediendo es preocupante porque sin información, sin el conocimiento de todo, los ciudadanos valemos menos", asegura.

Entiende perfectamente por qué hay muchas personas que hoy en día no entienden la desaparición de CNN+, pero que lo comprenden menos aún por ver qué espacio sustituye al señero canal de noticias. "Claro, el canal tenía una serie de pérdidas. Antes se asumían y se han dejado de asumir, pero la estocada final de poner un canal de no se sabe qué [Gran Hermano], tiene un aspecto simbólico devastador. Se podía haber puesto otra cosa, como vídeos musicales", explica, "pero que a un canal de noticias le sustituya un concurso donde no pasa nada, donde sale un señor durmiendo... pues es demoledor".

Se ríe cuando le preguntan si a él, que tiene a sus espaldas la autoría de varios libros, no le parece que esta situación que ha vivido tiene chicha suficiente para otro relato. "Yo creo que ahora que tengo tiempo es el momento para hacerlo", responde entre risas. "Alguien debería explicar un poco mejor qué ha sucedido. Lo que nos ha ocurrido a nosotros es una metáfora de cómo está la televisión: es un síntoma, un símbolo y un precedente peligroso de por dónde va el balón. ¡Y que ojalá no pase a más televisiones! Pero hay indicios de que el panorama audiovisual español va a tener un reconversión considerable", alerta mientras le mete la segunda chascada al sandwich.

- ¿Pero la TDT no nos iba a ofrecer a todos los espectadores un hueco?

- Sí, pero cuando una tarta se parte en muchísimos trozos, pues nadie se queda satisfecho. Y ahora la tendencia en televisión es ir hacia la derecha.

En ese sentido, sin embargo, mantiene que "el cierre de CNN+ es una decisión más económica que política. Un canal de noticias", dice, "no es un negocio".

- ¿Y una necesidad?

- Una necesidad sí, porque con el cierre de CNN+ se ha roto la pluralidad informativa, y eso que CNN+ era más de centro que de izquierda, pero ahora... La derecha cuenta con una gran presencia y la izquierda no tiene ninguna. Se rompe la pluralidad que existía y se ha dado una especie de monocultivo, con canales de derecha o de extrema derecha en mayoría.

La conversación deriva hacia la adquisición de Berlusconi de canales de televisión españoles, su asombrosa presencia en los medios, los lamentables espectáculos con prostitutas y el consiguiente viraje a la derecha de los contenidos de sus canales.

ITALIA DUELE

José María Calleja confiesa que le duele "mucho" la situación de Italia "porque para mí es un país muy querido", pero quiere pensar que "si tuviéramos en España un dirigente político como Berlusconi, que cada uno puede hacer lo que le da la gana con su vida privada, aunque hay unos límites, la ciudadanía no lo permitiría".

No obstante, recuerda algunas voces en España "que han respaldado el papel" del primer ministro de la República. "No se puede defender esa cosa hortera, grosera y zafia que está practicando este señor", agrega con cierto desagrado.

En un giro radical, la conversación acaba deteniéndose en aquellos años suyo como objetivo de ETA, cuando precisó de escoltas para poder vivir. "¡Y ahora les hemos vencido!", dice satisfecho sobre la actual situación de los terroristas antes de pasar a hablar de aquel 1992 "en que pensamos que eran ellos [los asesinos de ETA] quienes iban a vencer a la sociedad democrática".

En ese sentido, Calleja recuerda "la labor de tocapelotas de quienes nos dedicamos a informar en los medios, porque un país será mejor", dice, "mientras más libre sea su prensa", y como ejemplo pone "a los primeros periodistas que hablamos sobre ETA en el País Vasco y que les definimos como terroristas y asesinos" cuando ellos querían que se hablara de ellos como banda revolucionaria o grupo armado.

En su defensa de la profesión de periodista, asegura que mientras él esté vivo "habrá una persona que compre uno o varios periódicos diarios". Y habla de eso porque piensa que "el periódico de papel no va a desaparecer nunca". Defiende "las buenas historias y los temas humanos. Yo", añade, "sigo leyéndome hasta la última letra cuando encuentro un tema que me gusta y está bien escrito. También hay que recordar los rumores que ya acabaron con la radio cuando llegó la tele... Pienso que hay espacio para todos y que el futuro está en la convivencia de radios, periódicos -de papel y digitales- y televisiones; no creo en la desaparición de ninguno de ellos", agrega José María Calleja, que actualmente colabora en el espacio de debate Al rojo vivo, en La Sexta 2, y los programas de Onda Cero La brújula y Herrera en la onda.

La entrevista se centra, finalmente, en sus años de prisión, cuando no tenía ni 18 años y defendía una España democrática, en los últimos coletazos del franquismo. "Fue entre 1973 y 1974, siendo aún un joven, y lo único que hice fue mostrar mi oposición al régimen de Franco", cuenta sin casi pestañear y poco después de explicar "la satisfacción" que ahora siente "al pasear por San Sebastián y descubrir que la ciudad huele a otra cosa", una alegría inmensa para alguien que, como él, se las ha visto varias veces con quienes quieren imponer a la fuerza sus ideas totalitarias.