Los agentes de la unidad científica del Cuerpo Nacional de Policía que acudieron a la finca donde yacía el cuerpo de Yurena López sostuvieron este miércoles que el acusado no pudo envolver el cuerpo de la víctima sin la ayuda de otra persona.

En la tercera sesión del juicio que se lleva en contra de Víctor Ayoze Gil por estrangular hasta la muerte a su novia la mañana del 31 de marzo de 2017, los agentes destacaron que el embalaje que cubría el cuerpo de la víctima estaba "perfecto". "Nunca había visto una envoltura tan bien hecha. Estaba muy apretada, el cuerpo estaba cubierto por completo y la forma en la que se le aplicó la cinta americana era perfeccionada", explicó uno de los dos policías científicos que declararon en el juicio.

El cadáver de Yurena tenía una primera capa de film, encima un envoltorio de bolsas azules y por último dos cintas; una americana y la otra de embalaje color marrón. “No había doblez ni arrugas típicas de cuando se usa este tipo de material. Estaba todo muy bien hecho ya que envolver un cuerpo inerte es muy difícil ya que las extremidades tienden a moverse”, explicó el otro testigo policial. “La presión del embalaje logró que el cuerpo pareciera sacado de un sarcófago, cosa que nos llamó la atención”, insistió el agente. En un principio, añadió el funcionario, pensaron que iba a ser un caso “fácil de resolver” porque el autor se había entregado y comunicó en su confesión que el cuerpo de la víctima se encontraba en el maletero de su coche en la finca. Sin embargo, tras abrirlo, los policías se llevaron una sorpresa al ver la forma en la que Gil había envuelto el cadáver. 

“Esa escena no correspondía con un chico que había matado a su novia tras defenderse porque esta le atacó con un cuchillo”, indicó el instructor del caso. “En su declaración nos dijo que se había despertado temprano por la mañana para ir a darle de comer a los perros que tenía en una finca de su propiedad, después llegó a su vivienda e intentó despertar a su novia y cuando lo hizo, comenzaron a discutir, ella le sacó una navaja y él la asfixió”, relató. “Algo no concordaba en su historia o lo había planeado con anterioridad”, destacó el funcionario.

El agente manifestó que el principal acusado tenía heridas en los antebrazos que correspondían a lesiones hechas con las uñas, también presentó dos arañazos leves que pudo hacerle la víctima para defenderse del ataque. Lo “sorprendente” era que no tenía heridas de arma blanca pese a decir que su novia le había agredido primero con una navaja.

El autor del crimen se mostró “muy desbordado” cuando prestó declaración en comisaría, por lo que en diversas ocasiones los funcionarios le recordaron que todo lo que dijera podía ser utilizado en su contra. De hecho, confesó a una de las agentes que su intención era enterrar el cuerpo de Yurena.

Intento de enterrarla

Una vez que los policías rompen el envoltorio para verificar que era el cadáver de la joven, se percataron de que tenía restos de tierra, cosa que llamó la atención de los investigadores puesto que Gil había dicho que la mató y la embaló en su habitación. Como excusa, aseguraron los agentes, el principal acusado dijo que la cinta podía contener tierra, algo que “carecía” de lógica puesto que antaño se utilizaban para recoger muestras debido a que no permitía el desprendimiento de los materiales. “El embalaje pudo realizarse en la finca o en el garaje de la vivienda pero nunca en la cama”, reiteró uno de los agentes.

Al ver la perfección en la que se había envuelto el cuerpo de la joven, los funcionarios preguntaron a Gil sobre la posible participación de otra persona, cosa que negó. Cuando los policías acudieron a la finca y después de descubrir el cuerpo de Yurena buscando cualquier indicio que resolviera el caso, estos se percataron de que el perro de la víctima ladraba insistentemente a la basura e intentaba escarbar en la tierra, por lo que procedieron a revisar una bolsa de pienso llena de excrementos que señalaba el animal. 

“En ese saco encontramos las bragas, sujetador, vaqueros y una camisa, todo pertenecía a la joven. También descubrimos los rollos desgastados de la cinta americana y un empaque de la ferretería en la que el presunto cómplice las había comprado”, reveló el instructor. El autor había negado en un principio haber ido a una ferretería y “no recordaba” si había tenido contacto con el presunto cómplice José Manuel H. “Dijo que no quería incriminar a nadie cuando le preguntamos por su amigo”, aseveró el funcionario. Pese a esto, durante las investigaciones, los policías comprobaron que Gil había estado con el supuesto encubridor tanto en la ferretería como en la casa del autor de los hechos.  

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Otro aspecto que no “concordaba” con lo relatado por el principal acusado era que la habitación en la que supuestamente ocurrió el crimen “no había signos de violencia ni desorden alguno”. Los testigos policiales tampoco entienden la razón por la que Gil limpió, supuestamente, la navaja. Además, en la cocina se encontraron bolsas azules de las que utilizó para embalar el cuerpo de la joven, cosa que reconoció durante la investigación, aunque en su declaración del lunes afirmó que el cadáver tenía tierra porque la envolvió con bolsas del garaje.

El juicio continúa este jueves con la comparecencia de los médicos forenses del caso. La Fiscalía pide 22 años de prisión para Víctor Ayoze Gil por el delito de asesinato con las agravantes de parentesco y de género, mientras que las acusaciones particular y popular requieren 25 años de prisión. Para el presunto cómplice, los tres solicitan tres años de cárcel por el delito de encubrimiento. La defensa del principal acusado interesa una condena de 15 años de prisión por un delito de homicidio con la atenuante de confesión. El letrado del presunto encubridor pide la libre absolución.