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Coronavirus | Balance de la pandemia en las Islas

La respuesta de Canarias tras 200 días de pandemia

Los expertos coinciden en que el segundo pico de incidencia se ha producido por una excesiva relajación tras el fin del confinamiento

Tres vecinos de Santa Cruz, en la plaza Weyler.

Cuando Canarias diagnosticó el primer caso de coronavirus de España en la remota isla de La Gomera, no estimó la envergadura de los sucesos en los que se vería envuelta tan solo unas semanas más tarde. El Hospital Universitario de La Candelaria se convirtió en el centro de referencia para identificar la enfermedad, y la vivacidad de sus investigadores permitió al Archipiélago pertrecharse de todo tipo de material diagnóstico para poder identificar al patógeno que había puesto a China patas arriba y que ya empezaba a asomar las orejas en los centros de las Islas. Pasó inadvertida, sin embargo, por introducirse a la vez que otro de los virus que han marcado el ritmo de la sociedad desde el año 2009, la gripe. El 14 de marzo, el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad de la Covid-19, se convertía en un problema global que obligaría a los gobiernos de todo el mundo a tomar una decisión in extremis para frenarla: confinar a la población en sus hogares. Eso sucedió hoy hace 200 días

“Soy incapaz de predecir lo que pasará; hay que prepararse para cualquier escenario”

Amós García Rojas - Epidemiólogo

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Los primeros casos

Pero Canarias conocía al patógeno mucho antes. Por suerte o desgracia, el liderazgo turístico de las Islas había sido la puerta de entrada al patógeno. El positivo en coronavirus de un ciudadano alemán en La Gomera no dejó a nadie indiferente. La para aquel entonces, consejera de Sanidad, Teresa Cruz Oval, cogió el testigo de la crisis sanitaria, a pesar de las críticas que pesaban sobre su cargo. Viajó junto al jefe de epidemiología, Domingo Núñez, a La Gomera, realizó ruedas de prensa diarias y asumió la gestión del primer caso de coronavirus de España que, por otro lado, mostró tan solo el lado bueno de la enfermedad. El 80% de los casos son asintomáticos y el alemán era uno de ellos. El 15 de febrero se daba el alta al ciudadano que volvía feliz a su país tras haber pasado la cuarentena obligatoria de 14 días. Volvía a la calma a Canarias mientras en España se mantenían expectantes por cómo evolucionaba el virus a tan solo unos kilómetros, en Italia.

A pesar de que probablemente el virus haya entrado en el país mucho antes, el 23 de febrero es de nuevo el Archipiélago quien da la voz de alarma. Una vez más, su posición en el mercado turístico lo hizo vulnerable a la llegada de casos importados. El segundo positivo en coronavirus en Canarias –y el tercero de España– fue el de un ciudadano italiano, que había viajado en un grupo de 10 y se había hospedado en un hotel en el sur de Tenerife, que acudió muy enfermo a un centro hospitalario privado de esa zona. Esa misma noche le detectaron Covid-19. La respuesta de la comunidad autónoma en aquel momento fue célere y adecuada a pesar de las críticas que recibiría los días siguientes. Canarias decidió poner en cuarentena a 1.000 personas –entre huéspedes y trabajadores– del Hotel H10 Costa Adeje Palace. Los días posteriores, el avance del SARS-CoV-2 por las Islas, y el resto de España, creció de manera exponencial. Cada día se hallaban nuevos casos y una proto figura de rastreadores, que se había creado en el seno del 112, empezaba a localizar pequeños fuegos que poco a poco empezaron a incendiar el Archipiélago. Hicieron falta dos semanas más para que el escenario cambiara radicalmente y lo que se había vendido desde las instituciones españolas como una situación controlada, empezara a acumular víctimas mortales.

España echa el cierre

En este contexto, España decidió decretar por primera vez en democracia el estado de alarma. El 15 de marzo de 2020, las calles de Canarias se quedaron vacías cuando la Consejería de Sanidad contabilizaba un total de 148 casos de coronavirus; 91 en Tenerife, 36 en Gran Canaria y el resto en las islas menores, a excepción de El Hierro y La Graciosa. El día en el que se hizo el silencio en la sociedad, Canarias tan solo contabilizaba el fallecimiento de una persona con Covid-19, una mujer de avanzada edad que había ingresado en el Hospital Doctor Negrín en Gran Canaria tras haber recibido la visita de su nieto que había regresado recientemente de Madrid. Fueron “acciones de urgencia”, como recuerda el virólogo de la Universidad de La Laguna (ULL), Agustín Valenzuela, que se tomaron dada la “la falta de control de la transmisión del virus comunitaria y para ayudar in extremis a descongestionar a los hospitales, centros de salud, y al personal sanitario que trabajó en condiciones muy duras”. Los expertos coinciden en que fue justamente la decisión de encerrar a las personas en sus hogares lo que permitió romper las cadenas de transmisión y que Canarias pudiera contener las consecuencias fatales que la primera ola ocasionó en Madrid y Barcelona. El confinamiento además, llegó en un momento en el que “la introducción del virus había sido menor en las islas que en la península”, afirma Óscar Díez, jefe de microbiología del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria y “cortó el problema de raíz”, como insiste el jefe de la sección de Epidemiología de Salud Pública del Gobierno de Canarias, Amos García Rojas. La experiencia previa del Archipiélago también fue un punto a favor. Díez asegura que las experiencias previas “propiciaron que nuestra sanidad estuviera más preparada para el diagnóstico y la búsqueda activa de casos desde el principio”, algo que también ratifica García Rojas que recuerda en que también “ensayamos el aislamiento” por primera vez.

“No creo que haya segunda ola, el virus ha seguido conviviendo con nosotros”

Óscar Díez - Microbiólogo

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El pico de primera ola

Como habían previsto los expertos, el pico de nuevos casos diagnosticados llegó a finales de marzo, tras dos semanas de confinamiento. El 27 de marzo, el Archipiélago acumuló 147 casos nuevos, el mayor incremento de toda la primera ola y notificó las defunciones de nueve personas. A día de hoy, este es uno de los días que más fallecimientos acumuló en 24 horas, dado que, aunque hubo un dato mayor de fallecimientos el 30 de marzo (15 en un día) fue consecuencia de la falta de notificación durante el fin de semana. El pico máximo de casos activos ocurrió una semana después el 6 de abril, cuando se constataron 1.450 casos activos y la primera curva epidémica empezó a aplanarse. En medio de la incertidumbre, la acumulación de casos en los hospitales canarios y el constante estado de alerta, los sanitarios decidieron alzar la voz. Los aplausos de las 7 de la tarde les llenaban el alma, pero no garantizaban su protección. Necesitaban equipos de protección individual que no llegaban y cuando lo hacían, eran defectuosos. Los sanitarios que no estaban en la estricta primera línea de lucha contra la Covid-19 se veían obligados a reutilizar mascarillas que no se habían diseñado para ello. Otros trabajaban hasta la extenuación, y el cansancio iba pesando sobre cada muerte que se producía. Canarias aún así, logró notificar todos los fallecimientos provocados por la Covid-19 y se consolidó como uno de los territorios españoles que mejor gestionó la pandemia.

La desescalada

La curva estaba aplanada en todo el país. Se había logrado el objetivo planteado en primera instancia por el Gobierno de España, así que era el momento de empezar a recuperar los derechos de los ciudadanos. Los primeros en salir de casa fueron los más pequeños, que tras una fugaz polémica, pudieron no solo acompañar a sus padres a comprar, sino también pasear. Lo hicieron el 4 de mayo y aún sin mascarilla. Por aquel entonces, las autoridades ni siquiera contemplaban la mascarilla como una opción de protección.

“Ahora sabemos que es posible lograr un buen efecto con medidas menos intensas”

Lucas González - Epidemiólogo

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Falsa sensación de seguridad

Casi considerada como una comunidad con riesgo cero de Covid-19. Canarias empezó a trabajar para recuperar su bien más preciado, el turismo. Tras acatar las 3 fases de lo que el Gobierno estatal denominó “desescalada”, Canarias salió el 21 de junio del estado de alarma. Los canarios pudieron recuperar todos sus derechos en un día en el que se dio justamente un cero en fallecimientos, casos y altas. Parecía, como señaló algún político en una desafortunada declaración, que “el virus ya no estaba en las calles”. Y ese, es para los expertos, el primer error. “Hemos pecado de optimismo”, afirmó García Rojas, que considera que la llamada “nueva normalidad” falló justamente en el nombre: “no íbamos a volver a la normalidad”. Según Lucas González, epidemiólogo y miembro de la Cátedra Universitaria, Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de la Laguna, la multiplicación de los casos se ha dado por una concurrencia en actividades “que sabemos que son de riesgo”, como las reuniones prolongadas “con combinación de número de gente, espacios cerrados y mascarillas no usadas o mal usadas”. Esas conductas de riesgo fueron las que, en menos de dos meses, provocaron que Canarias sufriera un nuevo pico de incidencia del virus.

Descontrol en las discotecas

Justamente esa relajación es la que provocó que el fin de semana del 1 y el 2 de agosto se diera un evento supercontagiador en tres discotecas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En pocos días, Gran Canaria, que había estado prácticamente ajena al coronavirus, se convirtió en la isla más golpeada por la pandemia. A día de hoy, acumula el 55% de los casos totales que se han dado en el Archipiélago desde que se diagnosticara el primer caso de coronavirus el 31 de enero. Lo mismo ocurrió, prácticamente a la vez, en Lanzarote, que también dispersó el virus en un evento de las mismas características. Pronto lo que algunos expertos llaman segunda ola y otros una prolongación de la primera por “la dinámica de transmisión del virus”, se propagó por todas las islas y superó las cifras máximas de casos activos de la primera ola. Canarias ha llegado a superar, a día de hoy, los 7.000 casos activos. Una cifra que tiene una importante relación con el número de pruebas diagnósticas que se acometen actualmente -3.000 diarias frente a las 1.000 del confinamiento- y con el rastreo de casos más exhaustivo. “Las pruebas ahora se realizan no solo en los hospitales sino también en Atención Primaria”, afirma García Rojas, que considera que este cambio ha sido fundamental para poder diagnosticar la mayoría de casos, incluso aquellos asintomáticos.

Control, por el momento

A tenor del incremento de casos, que prácticamente rozaba los 300 diarios, el Gobierno de Canarias decidió tomar medidas más restrictivas de las que estaban contempladas. Así, paulatinamente se echó el cierre al ocio nocturno, se hizo obligatorio el uso de mascarillas y se redujo de nuevo el número de personas que podían permanecer a la vez en un grupo. Canarias ha empezado a doblegar la curva una vez más, pero la incógnita ahora está en lo que sucederá después. “Es imposible intentar predecir lo que va a ocurrir”, lamenta García Rojas que insiste en que “hay que prepararse” para cualquier posible escenario con el que pueda sorprender el virus de ahora en adelante.

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