Ni aglomeraciones, ni empujones para coger sitio, ni castañuelas, ni jotas, ni claveles, ni gladiolos, ni el cachirulo rojo y negro -que ha dejado paso a las mascarillas- han sido los protagonistas este 12 de octubre atípico en Zaragoza en el que las muestras de devoción han debido adaptarse a la pandemia de covid-19.

Y es que ya lo decía bien claro un cartel en medio de la plaza del Pilar, la misma que cualquier otro año sería un auténtico hervidero durante todo el día: "Este año no hay fiestas, sé responsable".

Las autoridades sanitarias no quieren que se repita en Zaragoza lo sucedido en otras localidades, en las que las reuniones de familiares y amigos durante los días de fiestas patronales dispararon los contagios de covid-19 . En su lugar, un importante despliegue policial para controlar los accesos a la plaza -e incluso cerrarla si desbordara la afluencia- y un ambiente enrarecido en el que se han mezclado devoción, curiosidad y resignación.

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza se han sucedido las llamadas a la responsabilidad, a no concentrar las visitas a la basílica del Pilar este 12 de octubre e, incluso, a que los foráneos dejaran la visita a la capital aragonesa para otro momento más propicio. Un llamamiento que ha hecho su efecto, pues el aspecto de la plaza del Pilar este día del Pilar se parecía mucho más al de cualquier festivo que al de un 12 de octubre, pero que no ha evitado que cientos de zaragozanos desafiaran al fuerte cierzo y se acercaran a ver a su patrona.

Incluso hay quienes han improvisado una ofrenda espontánea junto al hueco en el que la Pilarica recibía las flores de sus devotos antiguamente, en la misma fachada principal de la Basílica.

Una de ellas es Esmeralda, que se ha fotografiado junto a esa ofrenda improvisada ataviada con un traje tradicional de labradora aragonesa y se ha limitado a dejar unas pocas flores en la plaza, dejando la entrada al templo para otro día. "No podía evitar venir y poner unas pocas flores", ha dicho a Efe Esmeralda, quien todos los años participaba en la ofrenda con el Grupo Aragonés-El Pilar y a la que solo faltó cuando tuvo que atender a su madre, María, cuando estaba enferma y en cama. De hecho, María y Antonio, padres de Esmeralda, han estado presentes de alguna manera también en este día, pues sus nombres están bordados en el delantal de su hija.

La ofrenda de flores, el acto más multitudinario de las fiestas, ha tenido su alternativa virtual en la página ofrendadeflores.com, que acumula 115.000 visitas de los cinco continentes, más de 80.000 oferentes desde el sábado y que esta mañana ha alcanzado un ritmo de entre tres y cuatro ramos virtuales por segundo.

Otra de las alternativas propuestas, con una acogida más discreta, ha sido la de engalanar los balcones de la ciudad con las flores que un año normal entregarían a la patrona y así ayudar a los floristas, que tenían en la ofrenda su principal fuente de ingresos.

Por lo demás, la afluencia de curiosos a la plaza para hacerse fotos ha sido controlada pero continua y creciente conforme ha avanzado la mañana, al igual que la quienes no han querido posponer su visita a la Virgen del Pilar.

Este lunes había hasta 13 misas previstas y solo la tradicional Misa de Infantes ha cubierto el aforo -166 personas-, y aunque se han formado colas el tiempo de espera no ha superado los cinco minutos y las entradas y salidas han sido ágiles.

El deán del Cabildo Metropolitano, Joaquín Aguilar, encargado de supervisar la entrada a la Misa Pontifical de las 12 horas, ha destacado a Efe que los zaragozanos merecen "un monumento" por lo bien que, a su juicio, están compaginando devoción y responsabilidad este día.

El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, antes de asistir a la Misa Pontifical junto a otros miembros de la Corporación, ha dado las gracias a la ciudadanía por su responsabilidad durante estos días, en los que se han generado "escasas incidencias" y confía en que el de 2021 "sea el mejor Pilar en la historia de la ciudad".