El acusado de intentar matar a una pareja con un martillo en Tabaiba Alta (Tenerife) en mayo del 2018, Francisco M. S., aseguró ayer que no se acuerda de la agresión. Pero sí confirmó que ese día mezcló las pastillas de su tratamiento psiquiátrico (celosal y diazepam) con una botella de whisky. Y su madre añadió que en su habitación encontró recipientes vacíos de Red Bull (bebida energética), así como tabletas vacías de Trankimazín. La progenitora añadió que ella se encargaba de dispensarle la medicación prescrita por su psiquiatra, pero desconocía qué pastillas, drogas o bebidas alcohólicas podía consumir a escondidas.

El joven implicado afirmó que lo único que sabe es por su abogado y su madre, pues él no se acuerda de que entró en la vivienda contigua a la suya con un martillo ni que fue detenido por la Guardia Civil. El encausado apuntó que bebía alcohol para tratar de calmar su ansiedad y que sufría de este problema desde que con 13 años consumía cannabis. En cualquier caso, tampoco afirmó tener motivos para atacar a las víctimas.

En los tres años previos al suceso, Francisco S.M. acudió al psiquiatra, pero, con el paso de los meses, dejó de tomar la medicación, pidió una adaptación de la misma o reclamó que le mandaran la original, según las preguntas formuladas por el abogado de los afectados, a las que no respondió el acusado.

En la madrugada de los hechos, el agredido afirmó que estaba durmiendo pasadas las tres de la madrugada y alguien encendió la luz en su dormitorio. Oyó un golpe en la puerta de la terraza, que había dejado abierta, y se percató de que su pareja recibió un fuerte golpe, que la dejó inconsciente. Después, él también recibió varios golpes en la cabeza y la espalda.