Luz, piedra, hormigón y madera. Estos elementos configuran la sala Adán Martín, en el Palacio de Presidencia del Gobierno canario. Sobre el suelo de madera, ropas de mujer simbolizan las miles de víctimas de asesinatos, agresiones, amenazas, insultos y humillaciones que se registran por la violencia de género. El presidente de la Comunidad, Ángel Víctor Torres, resaltó en su intervención la conclusión de la declaración institucional de este año: “Solo con unidad saldremos de la pandemia de la violencia machista”.

El Ejecutivo aseguró ayer que el presupuesto del Instituto Canario de Igualdad crecerá un 10% en el 2021; un aumento que se suma al de este año, que también alcanzó dicho porcentaje. De esa manera, “avanzamos en nuestro objetivo de terminar la legislatura subiendo dicho presupuesto en un 50%; es decir que el Gobierno canario invierte más que nunca antes tanto en políticas concretas” como en recursos para “luchar contra la violencia machista”, dijo Noemí Santana, consejera de Igualdad y Diversidad.

Mientras la violoncelista Marisa Roda interpretaba el tema Scientist, de Coldplay, en la pantalla apareció un fondo de brocado y rosas de un color rojo intenso y vivo. A medida que aparecían los nombres de todas las mujeres asesinadas por sus parejas y exparejas en el Archipiélago desde el año 2003, el fondo se convertía, poco a poco, en negro y gris. Desde que existen registros, en las islas se han producido 96 muertes por violencia de género. También constan en las estadísticas oficiales cinco menores de edad, hijos de tres de esas mujeres, en los años 2008, 2018 y 2019. Los datos de las muertes violentas de mujeres a manos de sus parejas en estos 17 años suponen casi el 9% de todos los episodios trágicos contabilizados en España en dicho periodo. Y cabe recordar que en Canarias, de forma oficial, se estima que reside el 4,5% de la población del país.

El Ejecutivo revela que la partida del Instituto Canario de Igualdad subirá un 10% en 2021

En la declaración, el Gobierno analiza cómo el confinamiento vivido este año agravó la vulnerabilidad de las mujeres, ya que muchas se vieron obligadas a convivir con sus maltratadores en el hogar las 24 horas del día, y recuerda que, “en ese momento, los recursos del Gobierno de Canarias destinados a la violencia de género se mantuvieron funcionando a pleno rendimiento. Durante el periodo de confinamiento, más de 50 mujeres tuvieron que abandonar su hogar con sus hijos e hijas para alojarse en un dispositivo de emergencia”.

Ángel Víctor Torres recordó que en su intervención que, con el decreto del estado de alarma por el Estado, “la mayoría de nuestras preocupaciones diarias pasaron a un segundo plano y la salud se situó en el primer lugar”. Para las víctimas de violencia de género, el encierro se hizo, si cabe, mucho más peligroso para su integridad física o psicológica, según se recoge en la Declaración Institucional de Canarias.

“Mujeres con hijos e hijas se vieron obligadas a confinarse con su agresor, a guardar más silencio, a idear fórmulas para poder comunicarse con el exterior o pedir ayuda, en caso necesario; para ellas el miedo, la incertidumbre y la asfixia crecieron de manera exponencial”. Ante esa realidad, explicó el presidente que los recursos destinados a la violencia de género se mantuvieron funcionando a pleno rendimiento y, gracias a ellos, durante el confinamiento más de 50 mujeres tuvieron que abandonar sus hogares con sus hijos e hijas para alojarse en un dispositivo de emergencia.

El Instituto Canario de Igualdad, dirigido por Kika Fumero, reforzó todos los cauces para que ninguna mujer se sintiera sola, aislada con su maltratador y, con el objetivo de mejorar su protección, activó también el protocolo Mascarilla-19. Como se expone en la citada declaración, dicha consigna se ha convertido en un emblema de la lucha contra la violencia de género en numerosos países de todo el mundo y que en Canarias se mantiene como un recurso más de apoyo a las mujeres que deben convivir con su agresor, más allá de tiempos de pandemia o de confinamiento. Esta iniciativa consiste en que una víctima, que tiene la oportunidad de ir a una farmacia, puede manifestar a cualquier empleado la expresión: “Mascarilla-19” y a partir de entonces se activa una serie de acciones para garantizar su seguridad.

Desde que existen registros, se han producido 96 asesinatos por esta lacra en las islas

En palabras de Torres, “con esta experiencia se facilitó que la violencia machista abandonara el espacio privado” en el que se ha situado de manera histórica y ocupara el lugar donde debe estar, “el ámbito de lo público, de la preocupación común”, afirmó el presidente canario.

Ángel Víctor Torres se mostró optimista respecto a los jóvenes. “Nuestra juventud es cada día más consciente de la violencia de género, es capaz de visibilizarla, de señalarla y cada día más jóvenes se posicionan frente a esas prácticas machistas, estacadas por el peso de las estructuras de dominación, que perduran en sus relaciones de pareja o amistad”, expuso. En la declaración institucional también se advierte de que Canarias está dando el gran paso de estigmatizar “al maltratador, no a la víctima, perdiendo el miedo a denunciar”.

“Nuestra sociedad crece, evoluciona, se transforma, se reinventa y es siempre el esfuerzo colectivo el que realmente nos ayuda a mejorar, a alcanzar un mundo más saludable y justo, exento de violencia; la violencia de género es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y que perdura a pesar de todos los avances, de la mayor concienciación, de la mayor protección y labor de prevención que se desarrolla desde todos los ámbitos”. En estos momentos, una media de 60 mujeres mueren cada año en España asesinadas por hombres. Y, además, es la causa directa de discapacidades de muchas otras, que sufren secuelas físicas y psicológicas. Se estima que, por cada mujer asesinada, diez son agredidas y padecen discapacidad visual, auditiva o de movilidad.

El acto en Presidencia del Gobierno acabó con una escenificación de danza. La artista Eva Álvarez recogió ropa entrelazada del suelo para recrear cada golpe sufrido, cada ausencia, cada signo de reivindicación personal y de liberación, así como de abrazo postrero de amor a quienes ya no están.