Seis de cada diez contagiados que han sufrido una forma grave –pero no crítica– de la Covid-19 mantienen alguno de sus síntomas tiempo después. Hasta dos meses persisten algunos de ellos en forma de secuelas, siendo las más comunes la fatiga y la dificultad para respirar. No obstante, los investigadores han observado hasta un total de trece síntomas que se repiten en pacientes con Covid-19 tras curarse de la enfermedad.

Así lo corrobora un grupo de investigación francés que publicó recientemente en la revista científica Clinical Microbiology and Infection un artículo titulado Follow-up of adults with non-critical Covid-19 two months after symptoms’ onset. En él destaca que, dos meses después de sufrir la infección, el 66% de los contagiados con Covid-19 mantenían alguna secuela asociada a la enfermedad.

En general, los síntomas van desapareciendo a medida que pasa el tiempo. Así, si el 59% de los pacientes pierde el olfato o el gusto cuando contrae el virus, al mes ese grupo representa el 28% y a los dos meses el 23%. La disnea, es decir, la dificultad para respirar, es el síntoma más frecuente y permaneció presente en un 36,7% de los pacientes de la muestra elegida un mes después de contraer el virus. A los 60 días, este síntoma seguía presentándose en el 30% de los pacientes.

La investigación, que estudió los casos concretos de 150 personas hospitalizadas, concluye que “tras dos meses, dos tercios de los adultos que habían pasado una Covid-19 sin criterios de gravedad aquejaban distintos síntomas como anosmia, disnea o astenia”. La edad es clave, puesto que lo más común es que estas secuelas la sufran las personas entre 40 y 60 años.

Esta última conclusión ratifica lo que ya habían vislumbrado otros estudios: solo uno de cada diez pacientes a los que se les da el alta hospitalaria tras sufrir una Covid-19 moderada quedan totalmente libres del virus dos meses más tarde. Así lo expone un artículo científico titulado Persistent Symptoms in Patients After Acute Covid-19 publicado en la revista especializada Jama por unos investigadores italianos, que señala que en un 32% de los casos los pacientes afirman tener uno o dos síntomas, mientras que el 55% tiene 3 o más. Es decir, en el 87,4% de los pacientes que han sufrido Covid-19, tienen al menos un síntoma persistente. Los investigadores señalan que ninguno de estos pacientes tuvo fiebre o algún síntoma que sugiera una reinfección, y estiman que en un 44% de los casos, esta circunstancia empeoró la calidad de vida de estas personas. En este estudio, no obstante, la pérdida de la capacidad para oler se convirtió en un factor menos relevante que en el que se publicó posteriormente. En esta investigación se concluye que tras 60 días, el 53,1% de los pacientes se sentía fatigado, el 43,4% tenía falta de aire (disnea), el 27,3% sufría dolor en las articulaciones y hasta un 21,7% afirmaba tener dolor en el pecho.

Aún no existe una respuesta clara al por qué puede estar sucediendo esto en los pacientes con menor criterio de gravedad, pero los investigadores consideran que puede estar relacionada con la inflamación exacerbada que provoca la respuesta inmune al virus en el organismo. Pero no es la única explicación. “Algunos autores sugieren que existe la posibilidad de que se experimente un estrés postraumático tras sufrir la Covid-19, lo que contribuye a que se experimenten síntomas como la fatiga o un empeoramiento del estado anínimo”, explican los firmantes del artículo.

Además de estos síntomas, más generalistas y leves, los investigadores de todo el mundo han reportado casos de disfunción en algunos órganos como el corazón, los pulmones e, incluso el cerebro. En estos casos, según la investigación realizada hasta el momento, puede ser que estas consecuencias tengan su origen en la invasión del virus en dichos órganos de manera directa, originando también una intensa inflamación en ellos.

Ambos estudios ponen la misma tarea a la Administraciones sanitarias y sistemas de rastreo de los diferentes países: es necesario realizar un seguimiento médico en esos pacientes, sin importar con qué grado de gravedad han cursado la infección en sí. Ahora es fundamental que los clínicos e investigadores continuen monitorizando a estos pacientes tras el alta para no perder detalle los muchos efectos a largo plazo.