La residencia Hogar Santa Rita II –en Puerto de la Cruz, Tenerife– mantuvo activo un débil protocolo Covid-19 tras hallar los primeros cinco positivos en la residencia que se dieron en el edificio Fray Leopoldo. Así lo denunciaron el pasado viernes los trabajadores de la macroresidencia ante la Inspección Provincial de Trabajo, a través de la UGT, dado que el centro no mantenía las condiciones de salubridad necesarias para garantizar la seguridad de los usuarios y sus trabajadores después de notificar sus primeros positivos a finales de noviembre.

Según la denuncia interpuesta por el sindicato, muchos empleados se incorporaron a sus puestos de trabajo aún esperando los resultados de la PCR que le habían realizado los días anteriores con el cribado dirigido y ejecutado por el Servicio Canario de la Salud (SCS). Tampoco se estaba llevando a cabo una limpieza exhaustiva de los uniformes de los trabajadores ni se había suministrado material de máxima protección –como mascarillas FFP2– al personal que no acudía directamente a zonas de aislamiento, a los que solo se les proporcionaba una mascarilla quirúrgica a la entrada, algo que, por otro lado, es el mínimo exigido en el protocolo fijado por la Consejería de Sanidad.

Parte de estas situaciones fueron corroboradas por el presidente del Hogar Santa Rita II, Roque Silva, que señaló a este periódico que “si están bien, sin síntomas, deben ir a trabajar” porque “no se sabe si van a dar positivo o no”. “Es un tema tan raro (el coronavirus), no sabes dónde lo vas a coger”, alegó Silva, que recordó que “si se da positivo o si tienen síntomas, se manda inmediatamente al trabajador para casa”.

Sin embargo, para los empleados es justamente ese transcurso de tiempo desde que un trabajador se somete a ese cribado dirigido hasta que da positivo y se le aísla el que ha podido tener algún impacto en el brote que ya suma 195 positivos. Y es que, en ese tiempo, el trabajador contagiado ha podido tener contacto con otros compañeros y usuarios del centro. “Yo trabajé codo con codo con una compañera pendiente del resultado de la prueba durante una hora levantando a residentes y bañándolos juntas; la llamaron para comunicarle el positivo durante el turno”, relata una de las empleadas que ha preferido no revelar su identidad. A ella, como a otros trabajadores, se les ha instado a regresar a sus puestos de trabajo bajo la premisa de que no había gente suficiente para cubrir los turnos, a pesar de haber estado en contacto estrecho recurrente con estos positivos.

La denuncia, a la que ha tenido acceso este periódico, también informa con “preocupación” de que desde octubre se ha venido informando a la empresa propietaria del Hogar Santa Rita II que estaban ocurriendo “aglomeraciones en vestuarios”, se les había trasladado asimismo la necesidad de suministrar equipos de protección suficiente y de que, debido a que en el centro solo se lavaba la ropa de enfermería, no se podía garantizar “la trazabilidad” de la higiene de los uniformes del resto de personal –también hay médicos, técnicos y auxiliares–.

Cabe recordar que en Santa Rita II trabajan 420 empleados y que, aunque en su protocolo Covid-19 impone que deben trabajar de manera sectorizada, sin cambiar de un edificio a otro –el complejo lo componen cinco edificios–, las necesidades del servicio se han impuesto. Según UGT, los empleados han tenido que cubrir las bajas de sus compañeros para poder sacar adelante el trabajo, lo que les ha obligado a pasar de un edificio a otro sin control. Pero no son los únicos, hasta hace unos días, los usuarios en mejor estado de salud, “se movían mucho dentro del centro”, como explicó el presidente de Santa Rita II.

Opacidad

De hecho, en la denuncia a la Inspección de Trabajo refleja en este sentido que “cada día” se ha estado proporcionando “una información distinta en relación a la gestión del cuidado de los usuarios, principalmente en cuanto a su ubicación”. Una opacidad agravada por el hecho de que muchos de los positivos se han diagnosticado entre trabajadores “que realizan tareas en zonas que no son de aislamiento”. Como recuerda el sindicato, a estos trabajadores solo se les ha estado proporcionando, hasta el pasado sábado, mascarillas quirúrgicas.

La portavoz de Comisiones Obreras, Natalia Aparicio, por su parte, afirma que los trabajadores han cumplido los protocolos impuestos en la empresa a rajatabla, y reconoce que es “difícil” conocer el origen del virus que ha entrado sin pudor al lugar donde residen casi 600 ancianos de una media de 70 años. “Estuvimos diez meses sin incidencias”, recuerda el presidente del Hogar Santa Rita, que señala que a día de hoy aún no saben si el primer contagio se produjo “por el personal o por las visitas de los familiares”.

En este sentido, fuentes de UGT argumentan que ha habido un escaso control de las visitas, dado que podían entrar “entre 50 y 60 personas en dos turnos al día”, lo que impedía al personal controlarlas. “Somos 420 trabajadores pero no todos tenemos contacto directo con los usuarios”, explican desde el sindicato y afirman que “desde agosto advertimos que este protocolo no era el más idóneo”. “Ellos suelen estar muy vigilantes”, alega Sara, una de las familiares afectadas que señala que los trabajadores suelen estar muy vigilantes, pero que ha visto con sus propios ojos cómo tanto residentes como algunos visitantes se saltan las recomendaciones de las autoridades sanitarias.