Pablo Fanjul, responsable de comunicación del Área de Salud, y Vanesa Medina, técnica del proyecto, están desde muy temprano en la sede de la Asamblea Local de Cruz Roja en la capital tinerfeña. Allí esperan a los usuarios que van a recoger el kit de higiene personal de la campaña navideña en respuesta a la pandemia del coronavirus. Poco a poco aparecen los citados, No hay cola -al contrario que apenas unos metros más allá, en la oficina de Correos-, todo es en silencio porque hay un peso sobre cada uno de ellos y sus historias. Recogen sus paquetes y se van. También Amelia Romero, una joven kelly en paro, madre de cuatro hijos que lleva la bolsa cono un tesoro para sus pequeños. Su relato personal ejemplifica la doble vulnerabilidad que se vive en Tenerife. Está en paro y en medio de la pandemia.

Su cara, pese a que la vida ha sido dura, es de felicidad por lo que le va a llevar a sus niños. Tiene 26 años y aparenta incluso menos pero ya ha traído cuatro hijos al mundo. “Ya está bien, es suficiente” apunta risueña. Juan Luis tiene 7 años, Antonio 5 -con serios problemas de salud, en un riñón, concretamente-, Isaías, 3, y el benjamín, Elías, apenas un añito. Amelia resume: “Antonio tiene esa enfermedad y Juan Luis e Isaías son asmáticos. Parece que a una le toca todo pero es lo que hay. No queda otra”.

Amelia es conejera y en Lanzarote quedó su familia directa, de la que no parece tener muchas ganas de hablar. Hace siete años que reside en Tenerife. Tanto en su Isla natal como aquí ha trabajado “de camarera de piso, sobre todo en el Sur y en varios hoteles”. Pero hace dos años que está en el paro. Desempleada y en medio de la pandemia del coronavirus. Una doble vulnerabilidad.

Amelia recibe enla Asamblea Local de Cruz Roja su kit de higiene personal / Delia Padrón

“Vivo de okupa”

Amelia reside en un piso “minúsculo” en el barrio capitalino de Los Gladiolos. “Tiene dos habitaciones pero la cocina y el baño son miniaturas. Calculo que puede tener entre 45 y 50 metros cuadrados”. El principal problema es que “tiene humedades y no es un entorno sano para los niños”. Reconoce que vive “de okupa”. “En algún sitio tengo que estar con mis hijos”. A ellos se refiere con ilusión cuando muestra lo que contiene la bolsa: mascarillas, gel hidroalcohólico, champú, dentífrico, cepillo de dientes..., Todo va a a ser bien aprovechado. Sólo tiene palabras de agradecimiento para Cruz Roja: “Ellos son ya parte de mi vida, me ayudan mucho en todos los sentidos. Los valoro con un 10. Por su apoyo moral y por el material que me han dado”. Mención especial para Miriam, trabajadora social, “mi ángel de la guarda y la de los niños”. Para ellos ha conseguido algo importante en esta época tan especial de regalos: “A través del modelo de los padrinos hemos conseguido que les den lo que puedan de una carta a los Reyes Magos con lo que ellos piden. Tengo que recogerlo entre el 31 de diciembre y el 3 de enero”. Además, “para el niño mayor me han conseguido una tablet para que pueda estudiar. Doy las gracias por eso”. La situación actual de Amelia es muy delicada: “Estoy con los trámites del Ingreso Mínimo Vital peor no he visto un euro todavía. A día de hoy no tengo ningún ingreso”. Para concluir, una petición que repite como un soniquete por donde quiera que va y ante quien se encuentre: “Yo lo que pido es un trabajo. Nada más. El resto ya lo haré yo, pero sin trabajo no se puede”. Lo dice con crudeza pero sin perder la bonita sonrisa.

Historias de vida

Amelia marcha ya camino de Los Gladiolos con su tesoro en forma de bolsa. Antes y después que ella, siempre con discreción, aparecen quienes están apuntados a la cita con Cruz Roja responde, un proyecto que asume la institución con fondos propios. Un total de 30, aunque, explica Vanesa, “siempre hay quien no acude, pero son pocos”. Acceder al que espera no es sencillo. Como Lali, que en medio de la conversación es advertida por un hombre, que niega ser familiar, para que no hable más. Es sudamericana, alaba a Cruz Roja por la iniciativa y esboza que en casa son cinco y todos están en paro. Y no se llama Lali. Noelia , que sí es su nombre real, es guatemalteca pero lleva años en la Isla y tiene la nacionalidad española. Esta aquí en busca de juguetes para su hijo. Desempleada de larga duración también resalta lo que hace la institución humanitaria, “Un salvavidas al que agarrase”, resume. A lo lejos aparece un hombretón que se despista y entra directamente a la sede pese a que el aforo es limitado a tres personas. Pero al final, y es lo importante, sale con su bolsa. Y cuenta: “Esto de las mascarillas ya forma parte de nuestra vida y lo que nos queda. Me parece una idea estupenda ayudar a quienes como yo no tienen nada”. Su acento lo delata: “Soy venezolano pero mi papá era canario, de Buenavista del Norte, y tengo los papeles en regla. Llevo cuatro años en Tenerife”. Detalla que “desde enero estoy sin trabajo, antes d de la pandemia. Yo soy conductor de guaguas, pero el sector del transporte está fatal. Un desastre. No me canso de presentar el currículo en un montón de sitios pero ahora ni te llaman. Ha dejado se ser algo presencial y por internet es más fácil que acabe en la papelera. En la virtual y en la de verdad”. 

Un momento de alivio entre trantos problemas / Delia Padrón

Familias y personas

El kit que se reparte va destinado a familias en exclusión social y vulnerables pero también a personas a título individual que conforman una unidad familiar. En Santa Cruz han sido 30 familias, siete hombres y tres mujeres, bajo la coordinación de la ya mencionada Miriam, la trabajadora social. En La Laguna, otras 30, más seis hombres y tres mujeres. Ahí han trabajado desde Cruz Roja para que se haga realidad este rayo de esperanza Naima, Nisamar y Jessica. Por último, en la comarca de Abona, al Sur, en Granadilla, ha estado al frente Anaís que ha conducido a otras 30 familias, siete hombres y cuatro mujeres. La cesta no tiene precio en lo moral pero en cuanto a lo material cuesta 49,55 euros en el caso de la familiar, 32,90 la de los hombres y 31,90 la destinada a mujeres. Dentro hay de todo para la higiene personal, desde hojillas de afeitar a compresas. También se reparten mascarillas quirúrgicas, cedidas por el Estado, en este caso el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a unos 2.720 usuarios de la provincia, aproximadamente 2.000 de ellos en Tenerife. Ha sido “una semana complicada”. Primero con la entrega en la comarca de Abona a personas de San Miguel, San Isidro o Granadillla. Luego en La Laguna y, por último, en Santa Cruz. 

El perfil

Persona administrativamente “en situación irregular, desempleada y en muchas ocasiones sin hogar”. Más mujeres que hombres. Es el perfil, explican los trabajadores de Cruz Roja de quien acude a esta llamada solidaria. Tanto Pablo cono Vanesa muestran su “satisfacción” por el deber cumplido, No es la solución al problema social derivado de la pandemia y sus efectos en el empleo. Los usuarios coinciden en que no es la solución “pero alivia”. Amelia, Lali, Noelia, Alejandro... Son las caras de la doble vulnerabilidad: en paro y en pandemia.