La Agencia Europea del Medicamento (AEM) autorizó el 6 de enero la comercialización de la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por Moderna, convirtiéndose así en la segunda en entrar en circulación en la Unión Europea. Al igual que el antídoto producido por Pfizer y BioNTech, que comenzó a aplicarse desde el pasado 27 de diciembre entre la población, esta vacuna utiliza la tecnología de ARN mensajero para generar la inmunidad en los individuos que la reciben. Teniendo en cuenta esto, ¿cuál sería más recomendable? El doctor Amós García Rojas es contundente. “La vacunación no será a la carta y no se podrá elegir el producto que se va a recibir, entre otras cosas, porque es una campaña masiva y ambos han demostrado ser muy eficaces. Por tanto, lo ideal sería establecer la vacuna de Pfizer para un grupo y la de Moderna para otro, con el fin de que puedan llegar al mayor número de personas posible”, indica el jefe de sección del Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias y presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV).

Lo cierto es que los perfiles de eficacia demostrados en los ensayos clínicos de estas vacunas son muy similares, situándose en un 95% en el caso de la de Pfizer y BioNTech, y en un 90% en la de Moderna. Además, ambos antídotos exigen la administración de dos dosis para lograr conferir la inmunidad, teniendo que estar espaciadas en 21 y 28 días, respectivamente. “Sin duda, las dos vacunas son muy parecidas y lo importante es que ambas sirven para golpear a la pandemia. En la campaña de vacunación de la gripe, por ejemplo, administramos cuatro vacunas distintas a la población, en función de sus necesidades. En el caso de las que ahora mismo están aprobadas para el SARS -CoV- 2, las diferencias son muy sutiles y la distribución por colectivos se hará, simplemente, para no generar confusiones”, detalla el experto.

Conservación

En este sentido, la principal disimilitud entre ambas radica en sus requisitos de conservación. El antídoto de Pfizer necesita permanecer a una temperatura que oscila entre los 70 y los 80 grados bajo cero, pudiendo aguantar hasta cinco días en nevera, mientras que la de Moderna precisa conservarse a 20 grados bajo cero y puede estar hasta 30 días en el frigorífico. “Desde el punto de vista logístico, el manejo de la vacuna de Moderna puede ser menos complicado. No obstante, hay que tener en cuenta que esta temperatura también está lejos de la que precisan otras con las que trabajamos habitualmente, ya que suele rondar entre los dos y ocho grados centígrados”, señala el presidente de la AEV.

Según indicó el pasado viernes la Consejería de Sanidad del Ejecutivo regional, una nómina compuesta por 645 enfermeras del Servicio Canario de la Salud ya ha recibido formación para administrar la vacuna de Pfizer. ¿Tendrán que recibir nuevas instrucciones para aplicar la de Moderna? El especialista cree que no. “Solo si se detectan matices muy diferentes se hará una formación específica, pero no creo que los haya. La dinámica que se gestiona con la vacuna de Pfizer es razonablemente similar a la que se podrá gestionar con la de Moderna”, valora.

La vacuna desarrollada por Moderna Agencias

Cabe recordar que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció el pasado jueves que el territorio nacional comenzará a recibir las primeras dosis de la vacuna de Moderna a partir de la próxima semana. Se prevé que en un mes y medio el país ya cuente con 600.000 unidades, que serán distribuidas entre las diferentes comunidades.

A juicio de García Rojas, la campaña de vacunación en Canarias avanza a buen ritmo. A partir de mañana, los sanitarios que luchan en primera línea contra el patógeno comenzarán a recibir la vacuna, algo que ya ha sucedido en Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y La Palma. El objetivo del Gobierno autonómico es concluir la vacunación en todos los centros de mayores el próximo jueves. “Estamos ante una campaña muy compleja en la que corremos el riesgo de perder muchas dosis si no está muy bien planificada la administración de estas. Por eso, considero que es asombroso el ritmo que han seguido nuestros profesionales”, enfatiza el epidemiólogo. Y es que, hasta el jueves, la región había administrado el 48% de las vacunas anticovid recibidas.

La primera remesa contó con 400 dosis para las Islas, que fueron administradas el pasado 27 de diciembre, día que tuvo lugar el inicio de la campaña. Dos días después, el Archipiélago recibió 13.650 más. Una cifra que se igualó en dos envíos realizados por el Gobierno de España entre los días 4 y 5 de enero.

“Algunas comunidades no han llegado aún al 12%, un porcentaje muy mejorable. Por tanto, podemos decir también que la respuesta de nuestros mayores está siendo fantástica, al igual que la de la mayoría de los profesionales que trabajan en residencias”, señala el experto, que además confía en que la participación en la campaña aumente con la llegada de la vacuna de Moderna.

En relación a los tiempos en los que han sido desarrolladas las vacunas, el facultativo no duda al decir que, el hecho de haber logrado disponer de dos antídotos en el transcurso de un año “es un logro para la ciencia”. Por esta razón, pone de relieve la seguridad de ambos productos. “Que una vacuna aparezca más tarde que otra, no quiere decir que sea más segura. Los ritmos de autorización no van de la mano de un mayor perfil de seguridad, sino de la evaluación que realizan los órganos reguladores del medicamento. En este caso, desde la presentación del dosier de Moderna, los ritmos han sido similares a los de Pfizer y, probablemente, en el transcurso de los próximos meses, contemos con algunas vacunas más”, sentencia.

Un gran paso para la ciencia

La comunidad científica ha logrado que, por primera vez, una vacuna de ARN mensajero sea administrada de forma masiva en humanos. Según detalla Amós García Rojas, con la llegada del SARS y el MERS se sentaron las bases del desarrollo de estas vacunas, lo que ha contribuido a que los ritmos de producción de los antídotos desarrollados por Pfizer y Moderna hayan ido mucho más rápido de lo esperado. Pero, ¿cómo actúan? En lugar de introducir el virus atenuado, el ARN mensajero entra en las células y hace que estas creen la proteína S del Sars-CoV-2 –espícula–, lo que provoca una respuesta inmune, que se traduce en la producción de linfocitos B y T. Los primeros fabrican anticuerpos capaces de bloquear al patógeno, mientras que los segundos se encargan de eliminar las células que puedan resultar infectadas. “Estamos ante un auténtico hito de la comunidad científica. Por suerte, las encuestas desvelan que la cantidad de personas que rechaza este recurso es cada vez menor. Creo que conforme vayamos avanzando en la campaña de vacunación entre los grupos prioritarios disminuirán también las reticencias en el resto de la población”, apuntó el experto. | Y. M.