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Miembro superior del Instituto de Política Internacional de Londres

Nicolás de Pedro: “En Rusia dan más miedo el vacío y la incertidumbre que la figura de Putin”

Nicolás de Pedro, miembro superior del Instituto de Política Internacional de Londres. | | LP/DLP

Nicolás de Pedro es miembro superior del Instituto de Política Internacional de Londres, donde trabaja en temas vinculados a Rusia, desinformación y guerra híbrida, en los que es especialista. Ayer participó en el debate web ‘¿Hacia donde va la oposición en Rusia?’, organizado por la Real Sociedad Económica.

Ayer participó en el debate web ¿Hacia donde va la oposición en Rusia?, organizado por la Real Sociedad de Amigos del País de Gran Canaria. En su opinión, ¿qué papel debería jugar la oposición -tanto la sistémica como la extraparlamentaria- en el futuro político de Rusia?

En estos momentos, tanto la una como la otra juegan un papel muy marginal, que básicamente funciona más como refuerzo a la figura de Putin y al Kremlin que otra cosa. Su papel como oposición, tanto en el caso de la sistémica como en el de la extraparlamentaria, no tiene nada que ver con lo que es la oposición en un país como España o cualquier otra democracia de Europa Occidental. En el futuro, esto será una gran incógnita, si por futuro entendemos la “Rusia post-Putin”, lo cual es muy difícil de imaginar, porque el Régimen y la figura de Putin han ido acaparando tanto poder ejecutivo y legitimidad como eje del sistema que hoy es muy difícil imaginarse a una Rusia sin Putin.

¿Cómo podría llevarse a cabo una oposición efectiva?

Ya sabemos que, legalmente, Putin puede seguir en el poder hasta 2036, lo cual no significa que vaya a estar necesariamente de por vida, ya que el putinismo puede acabarse la semana que viene o puede durar 25 años. Pero es muy difícil imaginárselo, porque el papel de la oposición se ha ido reduciendo tanto que, si esta oposición jugará o no un papel clave en una hipotética transición, dependerá completamente de cómo sea esa transición. Si es una transición que se gestiona dentro del Régimen, jugará muy poco papel; pero si es una transición que el Régimen no controla y en la que participan actores muy diversos, entonces quizás sí jugaría un papel más relevante.

“Al Régimen le interesa que haya una simulación de los usos y hábitos de la democracia”

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¿Cree que la fragmentación de la oposición en Rusia se debe a las dificultades para participar en la carrera política o a las diferencias ideológicas entre los partidos?

Pues un poco de todo; el contexto no es propicio, ya que el Estado pone muchos obstáculos para que no haya oposición real y que haya actividad política real al margen de lo que controla al Kremlin. Luego, no ha dado tiempo a que haya una cultura democrática bien establecida en Rusia, porque hay que tener en cuenta que Rusia no ha conocido ningún período de verdadera democracia y el único de amplias libertades fue el final de la Unión Soviética y los primeros años 90, que también fue un período de inestabilidad y de mucha incertidumbre y agitación, así que no es un período recordado con particular cariño por nadie en Rusia. Entonces, todo esto ha contribuido a que la oposición real haya sido bastante marginal, y luego también ayuda que dentro de la propia oposición haya habido muchos enfrentamientos y disputas, que es algo que ha sido favorecido por su propia condición marginal.

¿Cuáles serían entonces sus puntos en común, aparte de ir en contra del Régimen actual?

En este sentido, los factores ideológicos son importantes pero, excepto en los extremos, no hay tampoco una gran diferencia doctrinal e ideológica, sino que tiene más que ver con cuestiones como la lucha contra la corrupción o similares, y no tanto con que los partidos o personas sean más o menos progresistas o conservadoras, porque no juega tanto el color, que son los marcos clásicos de Europa. En definitiva, el factor aglutinante de la oposición es la lucha contra la concentración de poder y la corrupción, así como la falta de generación de un buen contexto democrático para que haya un desarrollo económico y de modernización de Rusia.

“El zar se presenta como un líder moderado para aglutinar el mayor número de votos”

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En Rusia se celebran elecciones democráticas, pero los partidos de la oposición apenas tienen recursos ni capacidad de movimiento durante la campaña. ¿El régimen de Putin se acerca más a una democracia o a una autocracia?

El de Rusia es un régimen autoritario, lo que significa que, por vía electoral, de forma pacífica y normal, no es posible que haya un cambio de poder en Rusia. El Régimen no lo permite y no va a suceder. Lo que pasa es que al Régimen le interesa que haya una apariencia de usos y hábitos de la democracia, con una cierta pluralidad y opciones, pero es una fachada y una simulación más que una realidad. Lo que ocurre es que hay grados y, bueno, Rusia no es Corea del Norte, es decir, que hay una cierta permisividad con algunas cosas para permitir que esta pluralidad parezca más genuina y real, pero, en la práctica, por vía electoral, Putin no va a perder el poder. Y en consecuencia, no es un régimen que pueda catalogarse como democrático, sino que es un régimen autoritario que permite un cierto margen de pluralidad, pero porque le interesa ofrecer esta imagen de supuesta pluralidad y libertades.

¿Qué estrategia política diría que resulta más eficaz para maquillar este autoritarismo de cara al electorado?

Pues algo que ha hecho Putin en sus 20 años de mandato es presentarse como una suerte de opción central, donde el hecho de permitir que haya voces extremistas en el Parlamento favorece que el Kremlin siempre parezca una opción centrista o moderada, con la que todo el mundo puede sentirse identificado. Esa es una de sus estrategias: permitir que haya voces muy extremistas, que son muy agresivas con las minorías o los países vecinos, de manera que el Kremlin, incluso adoptando una política dura para los estándares europeos, en el contexto ruso se presenta como la opción más centrada y moderada, y también permite presentar a quienes quieran tener una relación más estrecha con Occidente como sospechosos o extremistas que ponen en riesgo a Rusia. Por tanto, Putin se presenta como un líder muy centrado y moderado para tratar de aglutinar el mayor número posible de votos porque, aunque Putin es un dictador, le preocupa mucho ser concebido como legítimo y contar con el respaldo de los ciudadanos. Entonces, sí sabemos con bastante certeza que él presta mucha atención a los índices de popularidad, y aunque estos hay que tomarlos con las consideraciones del contexto ruso autoritario y de falta de oportunidades que hemos hablado, reflejan a pesar de todo una realidad genuina: que Putin es popular.

“Sabemos con bastante certeza que a Putin le preocupan mucho los índices de popularidad”

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Este parece un escenario disonante que, en cualquier otro país de Europa, supondría una contradicción enorme.

Efectivamente, pero, sin embargo, en este caso, estas dos variables no son contradictorias y forman parte de la complejidad de Rusia. O por decirlo con otras palabras: son dos realidades aparentemente contradictorias, pero ambas son verdad.

Sin embargo, en los últimos años se han dado las mayores protestas desde la oposición por todas las dificultades impuestas a los candidatos, pero también por parte la ciudadanía con motivo de la inflación o el aumento en la edad de los pensionistas. ¿En qué medida ha incidido -y, a la larga, puede suponer una amenaza- sobre la popularidad de Putin, sobre todo, después de la gestión de la crisis del coronavirus?

Yo creo que hay que hacer una distinción entre Putin como zar y el régimen. Entonces, la situación es de mucho malestar, como reflejan todas estas protestas en temas como las pensiones o el impacto económico de la crisis del coronavirus. Todo esto hace que la situación del día a día sea de mucha insatisfacción entre ciudadanos rusos de muy variada condición, porque no hay unas expectativas de crecimiento y prosperidad económica. Sin embargo, al mismo tiempo, los rusos asocian esto más a una cuestión de gestión del gobierno, como si no tuviera tanto que ver con Putin o como si Putin fuera una figura que está por encima de eso, porque es el zar que mantiene a Rusia unida y que hace que Rusia sea respetada y temida en el mundo. Incluso, es frecuente oír en Rusia a gente diciendo: “si Putin supiera lo que está pasando aquí...”. Y no es que no lo sepa, sino que él es la cúspide de ese sistema, pero el reparto de culpas está visto de otra forma. En España se escuchaba aquello de “si el Rey supiera lo que hacen sus ministros”, y es un poco eso.

“No ha dado tiempo a que haya una cultura democrática bien establecida en Rusia”

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Y supongo que, pese a la precarización económica y la corrupción, no se vislumbra un “despertar”a medio plazo ni en los próximos comicios electorales por falta de otros referentes políticos igual de fuertes. ¿El pez que se muerde la cola?

Es que puede parecer un poco ingenuo o alejado de nuestros estándares, pero esta es la perspectiva en Rusia, que tiene que ver también con que hay mucho pesimismo sobre qué puede pasar en Rusia si no hay un líder fuerte. En esto hay un consenso bastante amplio e incluso quienes forman parte de la oposición democrática activa, que es una minoría pequeña, son muy pesimistas, en general, con lo que pueda pasar el día que caiga Putin. El temor al vacío está muy extendido y tiene que ver también con cómo fue el final de la Unión Soviética, y esa idea de que, de forma mucho más repentina de lo que puedas esperar, todo puede colapsar. Y esta misma idea también hace que el respaldo a Putin se mantenga bastante sólido, porque en Rusia dan más miedo el vacío y la incertidumbre que la figura de Putin. Una vez más, hay elementos que parecen contradictorios, como es ese malestar por muchas cuestiones, pero sin que se traduzca necesariamente en una erosión dramática del nivel de respaldo a Putin, que se mantiene estable, aunque oscile en función de las distintas coyunturas, pero sigue manteniendo un nivel de respaldo bastante alto, que a su vez se alimenta del hecho de que no hay alternativas. Por el momento, este sistema sirve para mantener una popularidad que es genuina y real, aunque, por supuesto, se puede entrar a discutir si es exactamente tan alta y tan clara.

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