Aunque tiene la quinta parte de incidencia que la media española en covid-19, Canarias navega su propia y peculiar tercera ola de la pandemia con cifras muy desiguales y variables entre las islas, que parecen darse el relevo unas a otras con la geografía como factor relevante.

A pesar de contar con una incidencia a 14 días de 173 casos, la mejor de una España que promedia 815, el comienzo de 2021 está siendo en Canarias el periodo más letal y con más contagioss de la pandemia, con 107 fallecidos y 8.972 infecciones.

La ocupación de camas UCI por pacientes covid ha subido también en enero, con tendencia ascendente, y se sitúa en un 21 %, inferior al 26 % de la primera ola, pero superior a la segunda, cuando se alcanzó el 16 %.

Centrando la segunda ola en los meses de agosto, septiembre y octubre y la tercera en los de noviembre, diciembre y enero, se confirma que la situación ha ido a peor en las islas: de 14.832 contagios y 126 muertos en la segunda se ha pasado a 18.238 infectados y 240 fallecidos en la tercera.

Desde que la pandemia se detectó en las islas por primera vez el 31 de enero de 2020, han fallecido 534 personas y se han contagiado 36.140, una media diaria de 1,5 muertes y 98 infecciones.

Tenerife (918.000 habitantes) fue la isla más afectada con mucha diferencia en noviembre, al inicio del segundo estado de alarma, lo que llevó al Gobierno de Canarias a adoptar medidas restrictivas.

Eso permitió salvar las navidades en la isla desde el punto de vista epidemiológico, durante unas fiestas en las que Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura quedaron al margen de las medidas más severas.

Tenerife había empezado a acelerar los contagios ya desde el verano, pero de forma paulatina: desde 15 casos a 14 días a mediados de agosto a 100 a primeros de noviembre; a mediados de ese mes se disparó la incidencia y el 23 de diciembre alcanzó 248 casos, mientras su vecina Gran Canaria andaba por 62.

Navidades

A principios de diciembre, el Gobierno canario había aprobado medidas más restrictivas para Tenerife sin conseguir frenar el ascenso de la curva, así que el 19 de diciembre, justo antes de las fiestas, las medidas se endurecieron: toque de queda a las 22.00 horas, reuniones de hasta cuatro personas, solo terrazas en la hostelería y confinamiento insular.

El efecto fue inmediato, y desde el mismo día de Navidad la curva retrocedió desde el entorno de los 240 casos a los actuales 75. Lo que no acompañaron fueron las muertes: Tenerife registró en enero el 60 % de los fallecidos en las islas.

Gran Canaria (851.000 habitantes) ha llevado un sentido opuesto. En esa isla la segunda ola fue casi un tsunami, porque en poco más de quince días pasó de 18 casos de incidencia a 14 días a mediados de agosto a 328 a primeros de septiembre, aunque bajó también a gran velocidad y en noviembre andaba por los 35 casos.

Al contrario que en Tenerife, durante las navidades la incidencia en Gran Canaria se mantuvo contenida, pero a partir de Reyes superó los 100 casos y subió a los 230 a primeros de febrero, a la espera de los efectos de las restricciones sanitarias del semáforo rojo.

La incidencia en Lanzarote (152.000 habitantes) siempre había ido muy ligada a Gran Canaria, con curvas de incidencia prácticamente superpuestas tanto en la segunda ola como en un otoño y con una navidades relativamente tranquilas.

Lanzarote terminó el año con una incidencia a 14 días de 69 casos pero en enero despegó como un cohete y el día 25 llegó a los 800, una cifra insólita en el archipiélago.

El acelerón de Lanzarote en enero fue tan espectacular que el Gobierno de Canarias tuvo que discurrir el día 21 un nuevo nivel de alerta, el 4, así como un nuevo color para el semáforo, el marrón: reuniones limitadas a dos personas, deporte solo en solitario y cierre de comercios a las 18.00 horas.

Lanzarote ha bajado sus registros y parece haber doblado la curva, que ahora está en 648. Pero el coste en muertes es alto: hubo trece fallecidos en enero, cuando el total de todos los meses anteriores había sido de nueve

Ninguna isla ha sufrido la elevada incidencia de Lanzarote, tan solo El Hierro se acerca de lejos y anda ahora en 437 casos por 100.000 habitantes en 14 días, si bien su escasa población de menos de 11.000 personas introduce una gran variabilidad en un indicador como este en cuanto hay algún brote.

Otras dos islas con población similar, Fuerteventura con 117.000 habitantes y La Palma con 83.000, han seguido caminos muy dispares.

La primera de ellas, como Gran Canaria y Lanzarote, registró un gran acelerón de la tercera ola en enero y pasó de 45 casos el 31 de diciembre a 213 el 19 de enero, desde donde ha bajado a 99.

En el caso de La Palma, en comparación con las demás islas, las olas parecen un ligero oleaje: un máximo de 46 casos de incidencia en la segunda ola y de 63 en la tercera a primeros de enero, desde donde ha retrocedido a 18.

La Gomera, isla en la que se registró el primer caso de covid-19 de España hace un año, tiene ahora una situación inmejorable: no hay ningún afectado entre sus 21.500 habitantes y su incidencia a 14 días es cero, cuando el día de Navidad el indicador estaba en 288.