El Doctor don Domingo Déniz Grech, director del Hospital de San Martín en 1858, deja unas notas, que permanecen custodiadas en dicho centro, en las que nos dice: "En 1481, Martín González de Navarra, uno de los ilustres conquistadores de esta Isla de Gran Canaria, testamentaria, fundó este Hospital con el remanente de sus bienes. Y mandándolo establecer en sus propias casas de habitación, las cuales se hallan contiguas a esta Santa Iglesia Catedral, ocupando parte del sitio donde actualmente se halla cimentado el Sagrario de la propia Iglesia Catedral". 

Quien saliendo de la Plaza de Santa Ana quería dirigirse al barrio de Triana, forzosamente habría de atravesar el callejón de San Martín, -paso estrecho y maloliente- y dirigiéndose al naciente se colaba en la Plazoleta de los Álamos, la que en parte, ocupaba la Iglesia trasera del Sagrario, llegando los dominios de esta hasta la parte norte del Pilar Nuevo. A partir de la Plaza de los Álamos, bajando la calle de Herrería debería dirigirse hacia el cauce del barranco para continuar una vez cruzado el puente de madera hacia la empinada cuesta de la Ermita de los Remedios. Eran los inicios de esta ciudad. 

El primitivo callejón de San Martín desapareció una vez se perimetró la Catedral, enterrado junto a los cimientos de las obras para el ala norte de la misma, emplazamiento destinado a ocupar la iglesia Matriz del Sagrario Catedral. En la actualidad paralelo y desplazado más al norte está el callejón de San Marcial, a quien arropa -como al anterior- a su lado sur el costado de la Santa Iglesia Catedral de Santa Ana y a su lado norte, nuevas edificaciones en el mismo terreno que ocupó la iglesia del Hospital de San Martín y adosado y más al norte el edificio y huerta -parte de ella para enterramientos- de esta benemérita institución, teniendo ambas edificaciones sus entradas orientadas al naciente. 

Al poniente de la Casa Hospital en una pequeña huerta desprovista de vegetación que servía de Camposanto, eran enterrados los enfermos fallecidos en el centro hospitalario y algunos pobres de solemnidad que eran víctimas del hambre y las inclemencias del tiempo y que su lecho era la intemperie en el más absoluto abandono. La distribución de los enfermos se hacía por sexo, estando las mujeres y los hombres separados en dos salas contiguas, obedeciendo a las más estrictas normas de moralidad, proclamadas en loa Sinodales del obispo de la Cámara y Murga. Contando con otras más pequeñas para usos comunes, encontrándose también las del servicio las que, pasado algo de tiempo fueron habilitadas una o más de ellas, para acoger a los niños expósitos dejados en el torno, artilugio este que estaba ubicado en un hueco de una de las paredes de la misma. Estas dependencias fueron acondicionadas con posterioridad a la puesta en marcha del Hospital, debiendo quizá haber pasado poco más de un siglo hasta ser aprovechadas para cuidados de niños expósitos, ya que no tenemos noticias de que se hubiese efectuado construcción nueva. 

Esta descripción que hacemos de su asentamiento y fábrica, corresponde a la segunda ubicación en casas que fueron de don Jorge de Vera en la Plaza de los Álamos, uno de los seis hijos del general Vera habidos con doña Beatriz de Hinojosa, contiguas a unas que poseía su hermano, Rodrigo de Vera. La disposición testamentaria hecha por Martín González, para la fundación y utilización de sus casas para acogida de pobres y enfermos, parece ser que nunca tuvo efecto inmediato, habiendo transcurrido algún tiempo para ello, "E cumplido é pagado todo lo susodicho mando que de los dichos bienes que remanecieren é quedaren, que sea hecho un hospital el cual dicho hospital sea fecho en las dichas mías casas, que son a la puerta de esta dicha Villa é se llama el Hospital de San Martín, para que se tengan los pobres que vinieren a dicho hospital; [?] en la Villa del Real de Las Palmas hoy 28 de Octubre año de nacimiento de nuestro Salvador J. Cristo de 1481 años" y cuando ya se llevó a cabo, les fueron destinadas las casas propiedad de Vera ya comentadas. 

Después de una larga vida, el Centro Benéfico, terminó su asistencia benefactora en estas casas en el año de 1785, por traslado al nuevo edificio -que conocemos- situado en la zona alta de Vegueta muy cerca de la llamada "Portadilla" a comienzos del actual Paseo de San José, justo frente a los huecos que para entrada de carruajes dieron el nombre a la calle Puerta hoy calle de Castillo. 

Era tal la demanda y tan pequeña la oferta, que de los pobres enfermos bien podía decirse, el tránsito por el hospital, era calentar la cama para el próximo huésped. El pequeño camposanto se roturaba casi a diario, preparándose para la "cosecha". Esto obligó en 1759 a la administración del hospital construir un nuevo osario, dándosele instrucciones al fosero que solamente recibiera del perrero los huesos morondos limpios de pellejos y desprovistos de mal olor. 

En 1773 siendo obispo de esta Diócesis don Juan Bautista Cervera, se inician las obras del nuevo que ya hemos citado, poniéndose la primera piedra por S.I. el 26 de junio de 1775. En dos ocasiones y a partir de la colocación de la primera piedra para el nuevo hospital, el Cabildo Eclesiástico, le propone al Obispado, atendiendo a la perentoriedad de continuar las obras de la Catedral, la necesidad de contar con una parroquia, para la exposición del Santísimo, logrando habilitar la iglesia del Hospital para tal fin, y en compensación, el Cabildo Eclesiástico se compromete a sufragar los gastos de la obra del nuevo Hospital, materializándose el traslado del Santísimo desde la Catedral a la nueva iglesia en uno de abril de 1781, revistiendo el acto mucha pompa y celebridad. 

Unos veinte años antes de esta sesión, el pequeño camposanto, se había sometido a una remodelación, la que contó con la construcción de un nuevo osario por insuficiencia y deterioro del que se venía utilizando. Ya adquirido el compromiso por ambas partes y cedido estas viejas dependencias al Cabildo Eclesiástico -por compra- este construyó en la huerta del viejo Hospital una casa, en la que pasado algo de tiempo fue la sede del Colegio de San Marcial, terminándose las obras definitivas a finales del siglo XVIII. 

Siendo el agua tan necesaria para las atenciones socio-sanitarias de la Institución, el Cabildo Catedral propietario de las mismas, se la concede en depósito a instancias del Canónigo Morales, quien fuerza una reunión de los alcaldes de aguas de Heredamiento de Vegueta y Triana para conducirlas sin pasar por la Fuente de la Plaza Mayor de Santa Ana, ya que a su paso por esta, era aprovechada por las lavanderas para el aseo de sus ropas, la más de las veces contagiadas. 

En los Sinodales de Canarias, en 1629 hechas por el Ilmo. Don Pedro Dávila y Cárdenas y Don Cristóbal de la Cámara y Murga, para la admisión de enfermos pobres, dejamos constancia literal de la 1ª cláusula "Que cuando vinieren a los hospitales algunos pobres hombres y mujeres que dijeren que son casados, no lo admitan ni acojan a los dichos hospitales, si no mostraren primero testimonio como son casados y velados y porque podrían ser que los dichos hospitales fácilmente se engañasen en admitir los testimonios de los casados, mandamos que donde hubiese jueces eclesiásticos, se lleve a presentar y mostrar ante ellos y donde no lo hubiere se lleve al cura, para que vea si es auténtico y no lo siendo, el hospitalero dé noticia á la justicia para que los castiguen". 

Bibliografía: El Hospital de San Martín, Doctor Juan Bosch Millares.

De este viejo Hospital, Camposanto y Ermita recreados por Pedro Agustín del Castillo en el plano de esta ciudad de 1686, no queda nada más que algunos escombros, en las inmediaciones de las calles Obispo Codina, San Marcial y Herrería.