El agua del grifo es perfectamente apta para beber y cocinar. Así lo confirma Rayco Guedes, investigador del grupo de Análisis Químico Medioambiental del Instituto de Estudios Ambientales y Recursos Naturales (Iunat) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que acaba de publicar un artículo en la plataforma de divulgación científica iternacional The Conversation, en el que avala la calidad para el consumo del agua del grifo, al estar sometida a una normativa “mucho más estricta” que el agua embotellada.

“Debemos desterrar el mito de que el agua del grifo no se puede beber o que no es adecuada para cocinar, es una concepción que llevamos arrastrando mucho tiempo. Es verdad que hace años no estaba tan clara su calidad, pero hoy en día hay tanta legislación al respecto, está tan respaldado y vigilado, que es completamente segura y se puede utilizar en cualquier actividad de casa, es perfectamente potable, y al menos que las autoridades anunciaran en un momento determinado algún tema puntual que aconsejara lo contrario, puede beberse sin ningún tipo de problemas”.

No obstante, advierte que a pesar de que el agua es potable, cada ciudadano es responsable de velar por la buena calidad del agua que va a consumir, y para ello debe tener en cuenta desde posibles deficiencias en la instalación de las tuberías de su casa -“por ejemplo si aún tienen las de plomo prohibidas desde 1975, porque aún quedan edificios con este tipo de instalaciones”-; hasta el mantenimiento deficiente de aljibes o depósitos comunitarios que provoca filtraciones, crecimiento de algas o proliferación de microorganismos. “Hay que tener en cuenta que nosotros también somos responsables de mantener esa calidad del agua, de mantener los aljibes o bidones limpios, o vigilar que las conducciones de casa están bien”, y apunta que “si bebemos agua del grifo hay que utilizar las jarras filtradoras o los filtros de manera adecuada cambiándolos cuando hace falta, lavar la jarra del agua... hay que mantener en buen estado y extremar la higiene como en cualquier otro alimento”.

Filtrar el agua del grifo es voluntario, sólo afecta al sabor y no a la calidad del líquido

Sobre si es aconsejable filtrar el agua del grifo para su consumo, Rayco Guedes señala que es voluntario, porque afecta al sabor y no a la calidad del líquido. “Mucha gente rechaza esta agua desde el principio porque dicen que les sabe mal, y principalmente ese mal sabor se lo da el cloro, ya que viene clorada para eliminar bacterias y demás. Pasándola por la jarra filtradora, se le cambia el sabor porque le quita el cloro y las sales que puedan tener -que no son un problema-. El filtro lo que hace es asemejar el sabor al agua embotellada a la que estamos más acostumbrados, pero no es obligatorio ni fundamental utilizarlo, es simplemente una cuestión de gusto y de sabor”, apuntó.

Mineralización

El investigador insiste en que “a pesar del boom de las aguas embotelladas de mineralización débil”, los minerales son necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo humano. “Si su ingesta se reduce al consumir un agua de mineralización débil, será necesario obtenerlos a través de otros alimentos”, y añade que la presencia de algunos de estos minerales, como el calcio y el magnesio, se debe a la circulación del agua por terrenos ricos en estos elementos, y su concentración determina el nivel de dureza del agua. “Las aguas duras pueden provocar algunos problemas domésticos como depósitos de cal en las tuberías o mayor necesidad de calor para calentar el agua. Sin embargo, los consumidores pueden estar tranquilos, ya que un agua dura no es un riesgo para la salud”.

Sobre las reticencias que hay a la hora de utilizar el agua del grifo para cocinar, el investigador del Iunat señala que son completamente infundadas. “Yo llevo años haciendo comida con el agua del grifo, incluso el café. Es verdad que el agua de Santa Brígida, por ejemplo que es más de pozo o galería tiene mejor sabor que la de la zona Sur que es desalada, pero con la jarra con filtro puedes eliminar ese sabor”.

Sabor, por otra parte, que es lo único que diferencia a unos municipios de otros, siendo el agua del grifo potable en todos. “Es verdad que en la zona centro de Gran Canaria se mezcla agua desalada con parte procedente de galerías o de pozos, y ahí puede que la cantidad de sal sea un poco menor, pero no hay grandes diferencias”.

El especialista concluye que se puede acabar “completamente” con el mito de que el agua del grifo no sirve para beber o cocinar. “Hay más de 20 leyes diferentes que velan por su seguridad. Si consideramos el agua como alimento, es el más vigilado de todos los que consumimos a diario”.

Advierte sobre la reutilización de las botellas de plástico

En el artículo '¿Por qué puede empeorar la calidad del agua del grifo?' publicado por Rayco Guedes Alonso en la plataforma de divulgación científica The Conversation, el investigador del área de análisis de contaminantes en muestras ambientales de la ULPGC advierte sobre el uso de las botellas de agua de plástico como las que se adquieren en un supermercado. “Ese plástico no está diseñado para que lo reutilicemos. Por una parte, si rellenamos el recipiente sin lavarlo, habrá muchas posibilidades de que proliferen bacterias y otros microorganismos a niveles superiores a lo recomendable”. Asimismo señala que, al lavar la botella con productos químicos, se pueden quedar restos adheridos al plástico que provoquen que el agua adquiera un olor indeseado. Por eso recomienda el vidrio o el acero, fáciles de lavar, o por plásticos aptos para ser reutilizados. El doctor Guedes insiste en que el agua del grifo es completamente segura para su consumo, dado que España cuenta con más de veinte órdenes, directivas y reales decretos que regulan desde los criterios sanitarios del agua de consumo humano hasta la reglamentación técnica específica para suministrar agua potable en un edificio. “Todas las actividades involucradas en el proceso de potabilización están reguladas”.