La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Hundidos y Salvados (y II)

Confrontar a López Torres y Pérez Minik funciona literariamente, pero los asesinos logran el objetivo de que las víctimas se peleen entre sí

Domingo López Torres. | | LP/DLP

En el libro de García Ramos El Delator el autor se pregunta por las diferencias entre Domingo Pérez Minik y Domingo López Torres, uno savado y el otro hundido. En el anterior artículo está el amplio currículum político del segundo. En cambio, el primero solo era militante del Partido Socialista, sin cargos, sin actividad pública destacada, sin militancia sindical relevante o ninguna otra labor que fuera considerada punible por los rebeldes.

Veamos los informes existentes a propósito de un expediente que le incoa el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas en 1939, pero no sólo a él sino a 9 más, en su mayoría de la CNT, por haber tomado parte de actos públicos con posterioridad a la victoria del Frente Popular el 16 de febrero de 1936, casi todos mítines de signo político. Sin embargo, Pérez Minik es incluido en el procedimiento a causa de una conferencia que dio en el Ateneo Libertario el 11 de julio de 1936 impartiendo una temática literaria, El sentido del teatro nacional y Lope de Vega. Es de suponer que entre el público se encontrara su amigo López Torres. El resumen de la conferencia está en el acta de acusación para la apertura de su expediente de responsabilidades políticas. Es una versión resumida, muy mal redactada, probablemente elaborada por algún informante policial que hizo la síntesis en función de lo que iba oyendo y podía apuntar. Me limitaré a transcribir los párrafos legibles del resumen:

«Comienza su disertación (sic) diciendo: El Duque de Rivas por el año 1830...discurso...en el Ateneo Científico y Literario de Madrid, marcada ya la orientación de Libertad, el bien más amado del hombre...Sentimiento este individual y colectivo aunque mal entendido cuando las nacionalidades al ejemplo de Italia y Alemania la moldean haciendo vivir viejas costumbres, tipismos y atávicos conceptos...el pernicioso sistema del fascismo. Solo de las figuras destacadas en la literatura Cervantes, dudando de todo lo que le rodeaba y con certera visión del porvenir, representa el espíritu de la libertad artística en aquella época, tan próxima al feudalismo de la Edad Media, incorporándose a las corrientes libertarias que soplaban por el mundo entero. No así Lope, empapado en el ambiente inquisitorial del siglo XVII personificado en Felipe II y siendo la expresión teocrática del arte expresando en prolíficas obras de distrimiento (sic) de pequeños burgueses, clérigos y militares, cansados de pelearse y aburridos de todo. Analiza el argumento de sus obras Peribáñez y Fuenteovejuna, calificando su teatro de político y regresivo. Hace historia del teatro primitivo de Grecia...que la cultura y el arte es de todos, termina diciendo que a la revolución de tipo económico ha de ser precedida por la de tipo artístico».

Los inquisidores de 1939 le acusaban de proferir palabras contra la unidad de la eterna patria española, aunque Pérez Minik declara ante el juez instructor de Tenerife Eduardo Padilla el 25 de agosto de 1939 que era lo contrario de lo que le acusaban, que el teatro de Lope de Vega «representaba la unificación nacional», añadiendo que no conocía a los directivos del Ateneo y que era la primera vez que había ido a ese local. Pero la imparable maquinaria represiva continuó adelante y los diez expedientados son condenados -al parecer- a pagar 200 ptas. de las de entonces a cada uno, que no era poca cosa si se piensa que ese podría ser el sueldo mensual de un empleado de categoría profesional medio-baja. 1

A diferencia de los informes y los calificativos contundentes que la Guardia Civil y la policía de Santa Cruz de Tenerife dedican a López Torres, no vemos el mismo lenguaje en los referentes a Pérez Minik: «muy amigo de Westerdhal y Domingo López, colaboró con Gaceta de Arte, trabaja en la casa Vacuum con honradez y es cajero y empleado de confianza» (Informe de la Delegación Provincial de información de FETJ de 27//9/1937). Claro, se podría argüir que esa es la prueba de su traición, o de su domesticación a las nuevas autoridades, y puede que sea verdad, pero estos informes se basan en los antecedentes que obran en poder de los diferentes organismos, informes detallados y exhaustivos elaborados desde la época de la República, probablemente hechos para preparar el terreno de los propios conspiradores contra el régimen republicano. Probablemente, una gran parte de los aparatos del Estado al servicio de la monarquía, anulados aparentemente con la llegada del nuevo régimen republicano, siguieron teniendo su dinámica propia, me refiero a los servicios de información del ejército, la guardia civil y las comisarías de investigación y vigilancia, con lo que llegamos a la conclusión de que la conspiración contra el régimen democrático pudo empezar al día siguiente del 14 de abril de 1931, o por lo menos determinados aparatos del Estado pusieron su maquinaria de información al servicio de intereses espúreos, completamente al margen del sistema democrático.2

Sería muy tentador entrar en los errores históricos y las imprecisiones del autor, pero me los voy a reservar por considerarlos frutos no maduros de los tiempos oscuros de la pandemia que todavía nos acosa. Me limitaré a las referencias de García Ramos sobre la militancia de López Torres. Hay muy pocas referencias a su partido, el Partido Socialista, por no decir ninguna, y sí alusiones a sus «ideas anarcosindicalistas» (p. 81), o el «apego a tendencias anarcosindicalistas» (p. 94), o que divulgaba el «marxismo de Marx y Engels y sus derivaciones anárquicas» (p. 129). (No sabía que el marxismo tuviera derivaciones anárquicas, ¡si Marx levantara la cabeza, no creo que le gustara encontrarse con las barbas de Bakunin!) Y más adelante parece que el autor quiere decir que López Torres pertenecía a la CNT «como un militante más» (p. 130), o que se debatía entre la variable anarcosindicalista y la variable comunista (p. 135), o que DLT «desconfiaba de sus adversarios políticos en la corporación santacrucera» (p. 169). La gestora del Ayuntamiento de 1936 la componían ocho ediles de Izquierda Republicana, cinco socialistas, cuatro comunistas, cinco de Unión Republicana y uno del Partido Sindicalista, afín a la CNT. Nuestro personaje entró en el Ayuntamiento alrededor de una semana antes del golpe militar, en sustitución del socialista Óscar Pestana, otro de los desaparecidos de la corporación. ¿Quienes eran los adversarios políticos del socialista López Torres, los propios socialistas? Por los escritos que poseemos, la ideología de López Torres era la marxista más ortodoxa, integrándose en una de las corrientes del socialismo español, la mas doctrinaria. Más que a los anarquistas, parece que estaba más identificado con los comunistas, como le ocurrió a un buen número de socialistas del Valle de La Orotava. Pero sinceramente no sé dónde está esa identificación con los anarquistas tinerfeños, probablemente se deba a que tenía muy buena relación con ellos, pero eso no significa que estuviera con ellos. No olvidemos que en 1934 representaba a las Juventudes Socialistas para el diálogo con la CNT.

Un tema muy interesante y otro de los aciertos del libro de García Ramos es la percepción de desamparo y abandono que la familia de López Torres sufrió durante muchos años. Ellos vieron cómo unos sobrevivieron, pudieron reconstruir sus vidas y volvieron a tener protagonismo en el mundo cultural canario, mientras que otros fueron relegados. No sólo fueron asesinados sino que se les condenó a una segunda muerte a través del olvido. De ahí que los únicos que podían reivindicar el buen nombre de su familiar se revolvieran contra todo esto y buscaran alguna explicación a tanta pena y amargura. Es interesante el tema de la transferencia de la culpa como mecanismo de los que han sufrido para encontrarle un sentido a todo lo que pasó. El clásico recurso a «rencillas personales», o lo de que «tu abuelo mató a mi abuelo por envidia» es una constante en algunos relatos de los familiares de las víctimas. ¿A quiénes les van a echar la culpa los familiares de los desaparecidos en el Valle de Agaete si no saben por qué fueron asesinados? Una orden de castigo colectivo por hechos ocurridos a miles de kilómetros es imposible de entender si no se tiene la perspectiva necesaria. Probablemente algo parecido les ocurriría a los familiares de López Torres. Ven a Pérez Minik que sale del Campo de Concentración de Fyffes en noviembre de 1936, es su compañero literario y político, pero no quiere saber nada de su antiguo amigo, se esconde en su profesión y en su medio social aburguesado, protegiendo su patrimonio y protegido por el patrimonio de su mujer. Y ahí viene la colisión entre el hundido y el salvado.

En definitiva, y a modo de epílogo, la confrontación entre dos figuras artístico-literarias en un contexto extremo es indudable que funciona, por no ir muy lejos ahí está la acusación contra Rafael Alberti de haber abandonado a Miguel Hernández, casi echándole la culpa de su muerte. ¿Y si le echamos la culpa a Dalí de la muerte de Lorca? ¿Por qué no? ¿No fue Avida Dollars a besarle la mano al dictador? Bueno, si se quiere vender libros probablemente el objetivo está cubierto con creces, pero es entrar en un juego muy peligroso en el que todo vale porque sólo se está haciendo eco de lo que otro dice, sin pruebas, lanzando la sospecha contra otra persona, que probablemente se pasaría el resto de su vida -la que tuvo desde que salió del Campo de Concentración de Fyffes, un día de noviembre de 1936- preguntándose por lo que podría haber hecho y no hizo por miedo y hasta por cobardía. Y todo esto con el trasfondo de los asesinos casi intactos y de sus justificadores llenos de satisfacción por el objetivo logrado, a saber, que no se hable de ellos y que las víctimas se peleen entre sí.

Compartir el artículo

stats