Mareas que cubren de plástico la primera línea de playa, toneladas de basura a la deriva, peces que comen fibras sintéticas... Los estudios científicos llevan años advirtiendo del vertedero en que se han convertido los océanos, pero puede que subestimen la dimensión de toda una sopa de plástico que, al menos en Canarias, tiene un kilómetro de grosor. Seis investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y el Instituto Español de Oceanografía publican este mes en la revista Science of the Total Environment un estudio sobre la presencia de microplásticos en el mar que tiene pocos precedentes, porque no se limita a medir su concentración en la superficie, en la línea de costa o los fondos del océano, sino que muestra hasta qué punto están presentes a lo largo de toda la columna de agua.

El estudio se nutre de los datos recolectados por cuatro cruceros de investigación realizados entre febrero y diciembre de 2019, en los que se tomaron 51 muestras de agua a diferentes profundidades en cinco emplazamientos: uno al norte de Gran Canaria, otro entre esta isla y Tenerife y tres al sur de Tenerife, La Gomera y El Hierro. Y su conclusión más llamativa es que en esos cinco puntos del Atlántico el agua está cargada de fragmentos de plástico y fibras sintéticas hasta profundidades de más de un kilómetro.

En el norte de Canarias, su distribución en la columna de agua es casi uniforme desde la superficie hasta unos 400 metros, mientras que en los emplazamientos al sur de las Islas la concentración de plástico y fibras es más alta y llega mucho más abajo.