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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Ocho claves para entender el Covid-19

El microbiólogo Francisco Javier Chamizo cree que el SARS-CoV-2 «ha venido para quedarse», a pesar del avance en la campaña de inmunización

Francisco Javier Chamizo en el Servicio de Microbiología del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. | | LP/DLP

El comportamiento de los virus, en general, y del nuevo coronavirus, en particular, genera dudas entre la población. Precisamente, el SARS-CoV-2 ha demostrado ser un patógeno que puede tener numerosas caras y una evolución impredecible en los sujetos a los que infecta. Además, las mutaciones que experimenta es otro de los aspectos que causa desconcierto. Para entender mejor las características de este microorganismo, Francisco Javier Chamizo, Facultativo Especialista de Área del Servicio de Microbiología en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, aclara algunas cuestiones.

Definición y características esenciales.

Un virus es un agente infeccioso acelular que, según explica el profesional, necesita introducirse dentro de una célula para «aprovecharse» de su maquinaria metabólica y poder replicarse. En concreto, la familia de los coronavirus se caracteriza por provocar «hasta un tercio de los cuadros de resfriado común a nivel global». Sin embargo, el SARS-CoV-2 ha demostrado tener capacidad para producir diferentes presentaciones clínicas, desde cuadros asintomáticos a infecciones graves. «Habitualmente, los coronavirus se replican en la nasofaringe y se quedan en las vías altas, por lo que no suelen producir neumonías. Pero, en este caso, el virus tiene capacidad para llegar a los pulmones y provocar cuadros neumónicos muy graves», apunta el facultativo.

Mutaciones.

La mutación es un proceso natural en todos los virus, pues para sobrevivir, el material genético tiene que copiarse. «La enzima encargada de llevar a cabo este proceso puede cometer errores y, precisamente, estos son los que dan lugar a las mutaciones», detalla Chamizo. No obstante, la mayoría no modifica la actividad del agente patógeno, al ser variaciones aleatorias que no influyen en su comportamiento. «Sin embargo, en ocasiones, las mutaciones hacen que el virus sea más transmisible o que pueda tener un escape inmunitario. Estas son las que más nos preocupan y, por tanto, las que son objeto de vigilancia», apunta. En el caso concreto del SARS-CoV-2, cuando las mutaciones se producen en el gen que codifica la proteína S –Spike– de la espícula, que cubre la superficie y que está implicada en la unión del virus con las células, es cuando puede verse afectada la capacidad de transmisión.

Infección.

Para que se produzca la infección, la proteína Spike necesita unirse al receptor de la enzima convertidora de angiotensina-2, que solo está presente en algunas células. «Una vez que se produce la unión, una proteína celular va a cortar la proteína S y esto va a activar a las proteínas de la envoltura viral, que favorecen la fusión de la membrana celular, permitiendo que el virus entre formando endosomas en su interior. Después, se liberará el ARN y se activará la síntesis de su material genético y de las proteínas virales », aclara el especialista del Doctor Negrín.

Coronavirus y humanos.

Los coronavirus se dividen en cuatro géneros y se clasifican con nombres de letras del alfabeto griego: alfa, beta, gamma y delta. «En total, hay siete coronavirus conocidos que afectan a los humanos y pertenecen a los géneros alfa y beta. Cuatro de ellos producen cuadros de resfriado común, pero hay tres que tienen potencial pandémico. Entre estos se encuentra el SARS, que surgió en 2003, y que afectaba a las vías respiratorias bajas; el MERS, que también provocó cuadros respiratorios graves en 2012; y el SARS- CoV-2, cuyo genoma –instrucciones genéticas– es muy similar al del SARS», apostilla el microbiólogo.

Secuenciación.

En base a las palabras de Francisco Javier Chamizo, la secuenciación de un virus es «la herramienta» que emplean los especialistas en Microbiología para poder averiguar cómo se comporta. «Se realiza una copia del material genético del mismo y se determina el orden de los nucleótidos. Después, se compara esta secuencia con la de los primeros virus que circulaban al inicio de la pandemia para poder identificar las mutaciones presentes y así definir las nuevas variantes y si estas pueden causar problemas en la transmisión o en la gravedad de la infección, así como potenciar el escape inmunitario», precisa. Cabe resaltar que se trata de un proceso laborioso y para obtener los resultados se requiere, al menos, una semana.

Futuras oleadas.

A juicio de Francisco Javier Chamizo, «el Covid-19 ha venido para quedarse» y, a pesar del avance en la campaña de vacunación, es posible que irrumpan nuevas oleadas. «Vamos a tener que lidiar durante más tiempo con este virus y es probable que vivamos nuevas oleadas porque aún estamos muy lejos de conseguir el objetivo de tener al 70% de la población inmunizada. Por tanto, es imprescindible cumplir con las medidas de seguridad aprobadas para frenar el avance de la pandemia», advierte.

Virus estacional.

Una de las grandes inquietudes que se plantea es si el nuevo coronavirus podrá llegar a convertirse en un virus estacional como el de la gripe común. «Esto podría ser unos de los escenarios posibles. Con los datos disponibles hasta el momento, sabemos que la vacuna es capaz de reducir, de forma eficaz, la enfermedad grave, pero aún queda por establecer en qué medida reducirá la capacidad de transmisión del virus», determina el especialista en Microbiología Clínica.

Diferencias entre pandemia y epidemia.

Pandemia y epidemia son dos conceptos que, en ocasiones, crean confusión. En este sentido, hay que decir que el primero hace referencia a la propagación mundial de una patología, mientras que el segundo atañe a la transmisión de una enfermedad en unas áreas geográficas concretas, pero de forma activa. «Cuando se vuelve incontrolable en esas áreas geográficas es cuando la Organización Mundial de la Salud declara una pandemia, como ocurrió con el SARS-CoV-2 el año pasado, cuando los contagios se propagaron por todo el mundo y a un ritmo muy rápido», recalca Chamizo.

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