Ha sido una de las fincas del país con mayor presencia en los medios de comunicación desde hace tres semanas y media. Agentes de la Guardia Civil han hecho en la misma hasta cinco registros de diferentes características, sin que hayan detectado, en principio, algún indicio o prueba relevante sobre lo que le pudo ocurrir a las niñas Olivia y Anna en la tarde del pasado 27 de abril. Ahora se está a la espera de unas muestras remitidas a Madrid para su análisis, por si pudieran ayudar en la investigación. Los padres de las pequeñas, Tomás Gimeno y Beatriz Zimmermann, llegaron a la propiedad situada en el camino Cruz Colorada, en Igueste de Candelaria, más de un año antes del suceso que ha conmocionado a toda la sociedad.

Hasta entonces, la familia residió durante varios años en una vivienda situada en la explotación agraria propiedad de Tomás Gimeno y su familia en la zona de Guaza, en el municipio de Arona. Sin embargo, según las fuentes consultadas, la madre de las menores prefería residir en un lugar que estuviera más cerca de su familia y del colegio al que acudía Olivia.

Además, les gustaba el campo y la finca elegida en Igueste se halla en un lugar muy tranquilo, rodeado de huertas y otras viviendas unifamiliares.

Durante casi toda su vida, Beatriz Zimmermann residió en el núcleo de Radazul, en el municipio de El Rosario, y la zona donde establecieron su residencia poco antes de la llegada del covid le gustaba, pues considera que se encuentra «en medio de todo». Sin embargo, ese nuevo proyecto de vida se convirtió en un sueño frustrado, a raíz de la ruptura del matrimonio.

Beatriz volvió a vivir en Radazul con sus hijas. Y, en un determinado momento, decidió rehacer su vida con Eric Domb, un empresario de origen belga de unos 60 años, que llegó a tener vínculos comerciales con Tomás Gimeno.

La nueva situación no fue aceptada por el progenitor de Olivia y Anna. De hecho, a finales del año pasado, presuntamente agredió de forma contundente a Eric Domb en presencia de Beatriz, cuando ambos se disponían a entrar en una cafetería.

En cualquier caso, Gimeno también tuvo relaciones con otras mujeres en los meses previos a su desaparición. Y a la novia que tenía en el momento de los hechos supuestamente le dejó un paquete cerrado con varios miles de euros en la tarde del 27 de abril con el mensaje de que no podía abrirlo antes de la medianoche; es decir, cuando él estaba seguro que podía haber salido del puerto deportivo Marina Tenerife.

Según ha trascendido, en los meses posteriores a su ruptura matrimonial, Tomás Gimeno compró un coche de alta gama, un Alfa Romeo Giulia nuevo, cuyo valor en el mercado puede rondar entre los 44.000 y los 49.000 euros.

Personas que lo conocían consideran que la adquisición de dicho bien fue una forma de llamar la atención o hacerse notar. En cualquier caso, Tomás, que figura como propietario en, al menos, dos empresas, se ha caracterizado por tener un alto nivel de vida durante toda su existencia.

Además, ha podido desarrollar las actividades de ocio y deporte que le ha apetecido, desde correr en karts o en coches de rallyes hasta poder practicar motocross o disfrutar de una embarcación de recreo.

En los primeros días después de la desaparición junto a sus hijas, a los investigadores de la Guardia Civil no les constaba que hubiese realizado movimientos de dinero significativos en las semanas previas a los hechos, a expensas de inspecciones más exhaustivas. En los próximos días está previsto que empiece el rastreo de los fondos marinos.