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Cambio climático | Una carrera a contrarreloj para salvar el planeta

Los fenómenos climáticos extremos, el talón de aquiles de Canarias

Las lluvias torrenciales, las tormentas tropicales o las olas de

calor conforman el mayor reto de adaptación para las Islas

Unos jóvenes pasean en Gran Canaria, bajo un termómetro que marca 30 grados. | | JUAN CARLOS CASTRO

La mayor vulnerabilidad de Canarias respecto al cambio climático no está ni en el aumento de las temperaturas ni en el nivel del mar, sino en la posibilidad de que ocurran cada vez más fenómenos extremos como las tormentas tropicales o huracanes, las lluvias torrenciales o las olas de calor. El cambio climático que, según el sexto informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) publicado recientemente, es una realidad incontestable, ya está detrás de muchos de los episodios climáticos extremos que vive el mundo y los investigadores canarios no descartan que también lo está detrás de las olas de calor, tormentas tropicales o lluvias torrenciales que vive Canarias. Este nuevo informe pone de relieve que un territorio insular como Canarias es «altamente vulnerable a determinados impactos», y los científicos de las Islas están de acuerdo en remarcar que son especialmente aquellos derivados de los fenómenos extremos los que pueden suponer su talón de Aquiles. En el Archipiélago, estos episodios no solo pueden producir –y han producido en el pasado– pérdidas millonarias y daños en la población civil, sino que pueden empujar al Archipiélago a una situación de colapso ecológico sin precedentes.

De ahí, que los investigadores canarios insistan en que es el momento de que Canarias se prepare y de pasos adelante para adaptar el territorio a este nuevo escenario climático. «Una región como Canarias tiene un peso insignificante en las contribuciones de CO2 a nivel global, y por eso, el éxito de que los efectos sean más o menos intensos en las Islas dependerá de las acciones que se tomen a nivel internacional», explica el geógrafo de la Universidad de La Laguna (ULL), Abel López. En esta línea también se manifiesta el físico atmosférico de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Jesús González Alemán, quien remarca que la tarea del Archipiélago actualmente está en «adaptarse a esos cambios».

Para los científicos isleños, Canarias debe pensar en adaptación de inmediato y pensando en distintos ejes. Por ejemplo, deberá realizar una mejora en la planificación costera para evitar las consecuencias de los cada vez más frecuentes embates de mar, así como proteger los lugares con mayor probabilidad de sufrir el aumento del nivel del mar, como las Dunas de Maspalomas. «El aumento de la acidez del agua y del nivel del mar son hechos reales, aunque nuestras islas sean muy escarpadas, tenemos una población asentada principalmente en las zonas costeras y con una economía basada casi exclusivamente en el turismo», indica el químico de la ULPGC, Melchor González Dávila. Con esta reflexión el investigador advierte que ese aumento del nivel del mar, a pesar de lo que se suele pensar, «no solo afecta a zonas costeras de arenales y playas», sino también a «estructuras geológicas» debido a la erosión costera que ya está generando, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de planificar estas medidas de adaptación.

Recursos para todos

Ante la desertificación que probablemente vivirán las zonas altas y medianías de las Islas –pues las costas podrán quedar exentas del aumento de temperaturas y la escasez de precipitaciones– Canarias deberá trabajar para lograr plantar cara a la escasez de recursos. «El descenso de precipitaciones va a ser notable», asegura Juan Jesús González Alemán. Lo afirma porque el cinturón de bajas precipitaciones que ahora afecta a África está ya dando visos de que va a desplazarse hacia el norte y «afectará a Canarias». En este sentido, será muy importante conocer el futuro papel de los Alisios que, sin embargo, por el momento es un misterio. Se conoce que el anticiclón de las Azores, del que dependen los vientos alisios, se está desplazando hacia el este. Sin embargo, aún no hay datos claros de lo que ocurrirá con estos vientos tan importantes para Canarias por su aporte de precipitaciones, humedad y refresco de las temperaturas.

En este sentido, a la hora de planificar el futuro de Canarias se deberá hacer especial hincapié en garantizar el acceso a recursos fundamentales para la vida como el agua, pues debido a la falta de lluvias, los recursos hídricos de Canarias se pueden ver en un grave peligro. La planificación a largo plazo también tendrá que tener en cuenta distintos escenarios que puedan ocurrir por el aumento de temperaturas, «como que la población necesite utilizar aires acondicionados durante el verano», advierte González Alemán, que insiste que, para ello, habrá que replantear la generación de electricidad para que sea sostenible. Para Melchor González Dávila la respuesta está en la apuesta por las energías limpias. Sin embargo, considera que el objetivo no solo puede quedarse en que «el ciudadano vea que se emite menos CO2», para él su menor coste debe repercutir en la factura del consumidor.

La amenaza de los extremos

Pero «lo más grave no va a ser la subida del nivel del mar, ni la temperatura, sino los eventos extremos, que serán más virulentos», como defiende Javier Arístegui, oceanógrafo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Existen múltiples consecuencias asociadas a la subida del nivel del mar y de las temperaturas, porque ambas pueden romper los equilibrios ecosistémicos tanto marinos como terrestres. Sin embargo, la mayor ocurrencia de fenómenos extremos es sin duda lo que puede generar un verdadero colapso a nivel ecológico y económico en las Islas.

«En los últimos años estamos viendo cómo cada vez más trayectorias se aproximan a nuestra región», explica López. Esto ocurre porque el calentamiento global del océano está provocando modificaciones también en la dinámica atmosférica, generando que el ojo de los ciclones y huracanes viajen hacia el norte y se formen «al oeste de Canarias», como explica González Alemán, alejándose así de su posición actual, en Azores. Esta situación ha sido observada por los científicos durante los últimos años «con cierta extrañeza», pues después de sufrir en 2005 el ciclón Delta se pensaba que un fenómeno igual sería «irrepetible», como señala González Dávila.

Esta situación, unida a que todos los informes científicos – incluido el del IPCC– constata que los huracanes van a tener más potencial de ser más intensos y sumadas a otro tipo de amenazas, como las lluvias torrenciales, pueden convertirse en un cóctel explosivo para Canarias. Y es que el Archipiélago es muy vulnerable a este tipo de eventos por dos circunstancias: está densamente poblado –dos millones de personas más la población flotante turística– y tiene un déficit de ordenación territorial, especialmente a medida que se acerca a la costa.

Aunque no sea lo que más le vaya a beneficiar sin ayuda internacional, Canarias también debe contribuir a la mitigación de las emisiones de CO2. De hecho, los investigadores van más allá y creen que Canarias debe convertirse en un «laboratorio natural» para probar las nuevas y necesarias técnicas de captura de dióxido de carbono atmosférico. Así lo afirma Javier Arístegui, que recalca que este es el paso fundamental, pues es la única forma de evitar que la atmósfera siga calentándose durante décadas después de que la humanidad deje de emitir gases de efecto invernadero. «A mediados de siglo tenemos que empezar a captar CO2, porque ni los bosques ni los océanos lo podrán hacer ya», lamenta Arístegui. El investigador, que trabaja en varios proyectos de captación de dióxido de carbono, se congratula de que, por primera vez, el IPCC haya hecho esta apreciación en su informe. «Tenemos una década, como mucho, para empezar a utilizar herramientas factibles y rentables a nivel global», insiste el oceanógrafo, que remarca que Canarias, en este sentido, puede convertirse en un «centinela del cambio climático» en el que se puede «aprender mucho».

Un reto urgente

«Canarias tiene un reto muy importante por delante», resalta, por su parte, el oceanógrafo de la ULPGC, Aridane González, quien recalca que «luchar contra el cambio climático es mitigar y adaptarse», porque, como señala el sexto informe del IPCC, «no podemos evitar los fenómenos que ya estamos provocando; pero podemos minimizar sus impactos a través de la adaptación», así como «hacer que los cambios sean reversibles para las generaciones futuras».

«El aumento del nivel del mar se llevará por delante muchas zonas costeras actuales, la acidificación también continuará , pero si actuamos, lo harán a menor velocidad», concluye Melchor González. «Conocemos los impactos, ahora falta cooperar, coordinar e invertir en todos esos ámbitos», destaca, por su parte, Aridane González, que insiste en la necesidad de actuar de inmediato. Para Javier Arístegui, además, hace falta concienciación social. «Habrá que tomar medidas muy duras y drásticas», advierte. Entre ellas, por ejemplo, se deberán, por ejemplo, subir los impuestos. «¿Cómo convences a la población de que se desprenda de su dinero para solucionar los problemas que tendrán sus nietos en el futuro?», reflexiona el oceanógrafo, quien asevera que el «cambio climático nos afecta a todos, a toda la sociedad. Sin concienciación, no habrá cambio».

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