'Cizalla' es su nombre de guerra y formó parte del equipo del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército español (conocidos como 'boinas verdes') que participó en las labores de evacuación de afganos en el aeropuerto de Kabul. Reconoce que lo más duro fue "no lograr recuperar a algunas familias".

Fueron alertados nada más desatarse la crisis en Afganistán tras tomar el poder los talibanes "y en cuestión de horas estábamos listos para salir", asegura en una entrevista con Efe este militar de 41 años que, por razones de seguridad, no puede dar su nombre verdadero ni mostrar su imagen.

Curtido en misiones en el exterior, tanto en África como en Asia, que le han permitido tener un conocimiento previo de Afganistán, insiste en que lo más complicado del operativo, desde el punto de vista personal, fue "el no lograr recuperar a las últimas familias".

Mal alimentados y deshidratados

Unas personas a las que debían evacuar y que se encontraban "muy fatigadas tras horas de espera entre la muchedumbre, de pie, aguantando empujones, expuestas al sol y a altas temperaturas, mal alimentadas y cerca de la deshidratación".

En algunos casos se trataba de familias con hijos de muy corta edad, incluso bebés, que "habían aguantado horas de sufrimiento antes de poder entrar en el aeropuerto". Afirma que esto es lo que más le impactó.

Tal era la situación que a algunas de esas personas se les tuvo que realizar un reconocimiento médico por parte de los sanitarios de patrulla y, en algunos casos, tuvieron que ser derivados al ROLE (instalación medica similar a lo que se conoce como hospital de campaña), principalmente por problemas de deshidratación.

Pero una imagen que se le ha quedado grabada en la retina, en este caso positiva, es la llegada de los autobuses con el personal que debía ser evacuado a la puerta sur del aeropuerto, tras más de 48 horas de espera en las que los talibanes les bloqueaban el paso.

Tensando la cuerda

"Pocas horas después de nuestra llegada al aeropuerto de Kabul comenzamos a echar una mano a los compañeros del Ejército del Aire, facilitando la entrada de personal bajo la protección de nuestro país por la puerta de Abbey (Abbey Gate); así pasamos el primer día y la primera noche", relata este 'boina verde'.

Posteriormente, a la unidad se le encomendó facilitar la entrada de las personas que llegarían en autobuses, esta vez por la puerta sur. El resto del despliegue, compaginaron ambos cometidos en las dos puertas, con un ritmo de trabajo "intenso".

Además, estaban preparados para realizar cualquier otro tipo de operaciones que por las capacidades que tiene este grupo de elite les pudieran ser encomendadas.

Vivieron los días con "incertidumbre" y el principal obstáculo que se encontraron, según explica, fue la masificación de los accesos al aeropuerto que "impedía realizar la recuperación del personal de una forma ordenada y segura".

A ello se sumaba que "los talibanes, en alguna ocasión, se mostraron poco colaboradores, tensando la cuerda, aunque sin llegar a romperla", señala.

Largas horas de espera

Su primera reacción al saber que iba a participar en la misión fue de "ilusión, por poder aportar nuestro granito de arena en una situación tan complicada, y de orgullo de representar a mi unidad y a mi país", unos sentimientos, reconoce, que se fueron transformando en "responsabilidad de conseguir cumplir nuestros objetivos y estar preparados para cumplir cualquier otro que nos asignaran".

'Cizalla' incide en que ha sido "una misión muy compleja, con muchos actores en juego y con un equilibrio de poder muy delicado, que de romperse podría haber puesto en riesgo la seguridad de toda la evacuación".

Desde el punto de vista profesional, indica que lo más complicado fueron las largas horas de espera y de negociaciones para lograr que los talibanes dejasen entrar al personal de los autobuses.

Cuando se le pregunta cómo se comunicaban y de qué forma identificaban a las personas que tenían que evacuar, responde: "Solo puedo decir que se utilizaban todas las herramientas y medios disponibles para contactar con dicho personal y que existían varios métodos de autenticación".

Riesgo de atentado

El temor a que se produjese un atentado que frustrara la operación estaba presente en todo momento. Por ello, 'Cizalla' señala que se revaluaba constantemente la situación, atendiendo a las diferentes variables que podían producirse, y se valoraba cómo actuar en consecuencia.

Así, comenta, que en varias ocasiones se tuvo que detener el ritmo de recuperaciones de personal porque había alguna alerta que llevaba al cierre de las puertas por parte de los americanos o los británicos.

Unas alertas que finalmente se materializaron. El 26 de agosto un doble atentado suicida en el aeropuerto de Kabul, reivindicado por el Estado Islámico, provocó al menos 170 muertos, entre ellos 13 soldados norteamericanos.

Al día siguiente, España dio por finalizada la misión en la que las Fuerzas Armadas evacuaron a casi 2.000 cooperantes afganos y familiares, de España y de otros países, como Estados Unidos o Portugal, de la Unión Europea, de la ONU, de la OTAN y el personal de la embajada española en Kabul.

"Dentro de lo terrible del suceso, al menos el atentado tuvo lugar cuando ya se había recuperado la mayoría del personal", concluye 'Cizalla'.