El Papa ha revelado que tras su operación de colon "algunos le querían muerto" y que sabe que algunos prelados se reunieron para preparar el "cónclave" pensando que su estado de salud era "peor" de lo que se informaba por parte de la oficina de prensa de la Santa Sede.

"Estoy todavía vivo, aunque algunos me querían muerto. Sé que ha habido encuentros entre prelados que pensaban que el Papa estaba más grave de lo que se decía. Preparaban el cónclave", aseguró Francisco en un encuentro a puertas cerradas y sin periodistas el pasado 14 de septiembre con los miembros de la Compañía de Jesús durante su viaje a Eslovaquia cuyo contenido ha sido publicado de forma íntegra por la revista de los jesuitas 'La Civiltà cattolica'.

El Pontífice advirtió además que hay una televisión católica que "continuamente habla mal del Papa". A su juicio, personalmente puede merecer ataques e "injurias" porque es "un pecador", pero "la Iglesia no se merece esto". "Es obra del diablo. Se lo he dicho a algunos de ellos", agregó el Papa, que no especificó de qué cadena de televisión está hablando.

También comentó que "hay clérigos que hacen comentarios malos" sobre su persona y reconoce que a veces le "falta la paciencia, especialmente cuando juzgan sin abrir un diálogo". "Ahí no puedo hacer nada. Yo voy adelante sin entrar en su mundo de ideas falsas o fantasías. Algunos me acusaban de no hablar de la santidad. Que siempre hablo del tema social y que soy un comunista. Y eso que he escrito una encíclica entera sobre la santidad 'Gaudete et Exultate' Yo voy adelante no porque quiera hacer una revolución. Hago lo que siento que tengo que hacer; se necesita mucha paciencia, oración y caridad", señaló.

El Papa también expuso los motivos por los cuales ha firmado un documento pontificio que limita la celebración de la misa tridentina con el que además regula las misas en latín, lo que ha causado un escándalo en los sectores tradicionalistas. "Espero que con la decisión de frenar el automatismo del rito antiguo se pueda volver a las verdaderas intenciones de Benedicto XVI y Juan Pablo II. Mi decisión es fruto de una consulta con los obispos del mundo el año pasado", explicó.

Por otro lado, también identifica como un mal "buscar en el camino de la rigidez y del clericalismo" soluciones eclesiales al tiempo que define estas dos actitudes como "dos perversiones".