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La ciencia marina buscará cambios en la química y orografía del océano

A su llegada al agua salada, la colada que emana del volcán de Cumbre Vieja emitirá una nube de sustancias tóxicas y producirá grandes explosiones

La boca principal del volcán de La Palma volvió a entrar anoche en erupción. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Hasta ahora habían dejado el protagonismo a los geólogos y vulcanólogos, pero los oceanógrafos y expertos en ciencias del mar ya se están acercando a la Isla Bonita para comprobar si el volcán ha influido en la química y geomorfología del océano palmero, aún sin que hayan llegado las coladas de lava al agua. Son dos los proyectos en paralelo que se llevarán a cabo en este sentido. Por un lado, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) desplegará uno de sus grandes buques oceanográficos, el Ramón Margalef, durante una semana en las costas palmeras para comprobar si la presión del magma volcánico también ha sido capaz de deformar el fondo del océano. Por otra parte, se encuentran los grupos de química marina y ecología de las universidades de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria (ULL y ULPGC), que llevan varios años recogiendo la medida de dióxido de carbono en la costa del municipio de Fuencaliente y han visto una relación entre la actividad volcánica de la isla y la mayor acidificación en algunos puntos costeros.

El Ramón Margalef atracará en el muelle de La Palma entre este viernes y el sábado y permanecerá en la isla una semana. «Es una campaña extraordinaria para la que el IEO ha realizado un esfuerzo enorme», explica Pedro Vélez, director del Centro Oceanográfico de Canarias, que insiste en que, por esta razón, «hay otras campañas españolas que quedarán retrasadas». Y es que este fenómeno natural –con posibilidades irrisorias de repetirse en las próximas décadas– es una oportunidad para que la ciencia vulcanológica avance en muchos aspectos. Hace tan solo tres años, en 2018, este mismo buque acudió a La Palma para tomar medidas del fondo marino, por lo que «hay datos previos para compararlos con la actualidad», señala Vélez. Esta campaña, que estará dirigida por el oceanógrafo, Eugenio Fraile –que también dirigió la campaña dedicada a la erupción de El Hierro de 2011– irá en busca de fisuras y fallas e intentará detectar si hay posibilidades de que el volcán de Cumbre Vieja también abra una de sus múltiples grietas en el mar, provocando una erupción submarina. Además del análisis geomorfológico, también se investigará la composición de los corales, de helio y radón porque los científicos creen que «puede ser un indicador» que prevea futuras erupciones.

Los investigadores de la Universidad de La Laguna y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, por su parte, están analizando la composición química de la propia zona. Como explica José Carlos Hernández, experto en ecología marina de la ULL, desde hace varios años se están tomando muestras junto a los científicos del departamento de química oceanográfica de la ULPGC de la zona de Fuencaliente donde han hallado un punto concreto con una exacerbada concentración de dióxido de carbono.

«Este punto siempre ha sido muy interesante a nivel científico porque nos muestra una ventana al futuro», señala Hernández haciendo alusión a la temperatura que el océano del mundo adquirirá al calentarse debido al cambio climático. «Solo hay tres sitios así en el planeta, y uno de ellos es La Palma», recalca Hernández. Ahora, la erupción del volcán de Cumbre Vieja, les brinda la oportunidad de estudiar si esas concentraciones, ya de por sí altas, han crecido como consecuencia del aporte de la bolsa magmática que descansa bajo el volcán buscando un lugar por el que salir.

En lo que se refiere al mar, la vista también está especialmente puesta en lo que pueda ocurrir cuando la gran colada de lava –dividida a ratos en tres lenguas más pequeñas – llegue al mar. «El mar cuenta con muchos componentes químicos que se evaporarán y se convertirán en una gran nube», resume Pedro Vélez. De esta manera, el cloro, el bromo y el yodo que componen el océano ascenderán hacia una nube de color blanquecino que puede ser tóxica y generar algunas explosiones importantes. A partir de ahí, lo que pueda pasar, por el momento se basa en teorías. Una de ellas es la posibilidad de que cree lluvia ácida. «Esto solo ocurrirá si acaba generando precipitación», matiza Vélez, que asume que, aunque podría ocurrir, es uno de los escenarios menos probables. En cualquier caso, «es complicado que caiga lluvia ácida en toda la isla».

La vista también está puesta en el futuro y cómo esa colada de lava, que destruirá toda la vida marina a su paso en la costa oeste y pesquera de La Palma, se pueda comportar. Y es que, es probable que la lava acabe, con los años, comportándose como lo ha hecho en El Hierro, procurando un lugar donde la vida es más proclive a surgir. «Puede causar un afloramiento si genera que el agua del fondo marino suba hacia la superficie», recalca Vélez. Por su parte, el ecólogo marino de la ULL, señala que será una oportunidad para comprobar cómo «se produce la colonización de las nuevas especies de este terreno».

Por el momento, sin embargo, ni las coladas de lava han llegado al mar –aunque están cada día más cerca de hacerlo– ni la recuperación está cerca, y estos pueblos pesqueros y ganaderos de La Palma están sufriendo los rugidos intensos de un volcán que aún está lejos de querer frenar su actividad. En el día de ayer, el volcán obtuvo aún más fuerza, especialmente durante la tarde, cuando el gran cono volcánico que ha ido generando la erupción empezó a expulsar mucha más lava que en los últimos días. A esta importante intesidad le siguió la apertura de una nueva fisura a pocos metros, que recuerda que se trata de un fenómeno activo y con variaciones imposibles de predecir. Con él nuevos fenómenos como la lluvia de cenizas o la expulsión de gases cada día se hacen más palpables.

El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) se está encargando de medir el dióxido de azufre que expulsa el volcán, porque es, en palabras del director científico de la institución, Nemesio Pérez, «un chivato perfecto para conocer cuánto va a durar la erupción». Los resultados obtenidos con respecto al segundo día de la erupción –el pasado lunes– reflejan que está emitiendo entre las 7.997 y 10.665 toneladas diarias de dióxido de azufre. Esta medición son «similares» aunque algo superiores a los que se registraron durante el primer día de erupción.

La labor científica está resultando crucial para dar una respuesta anticipada a la situación, a través del plan de protección civil. Los equipos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas también han sido desplegados en la zona. Estos investigadores pertenecen al Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) y el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) y están realizando labores de análisis químicos, medición de gases y muestras eruptivas, vigilancia aérea, y calculando el impacto del volcán sobre la biodiversidad insular y sobre la llegada de la colada (la masa de lava) al mar. Tres de ellos, además, participan en el Comité Científico del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico (PEVOLCA). En concreto, participan Vicente Soler, del IPNA-CSIC), Inés Galindo, del IGME-CSIC, y Eugenio Fraile del IEO-CSIC. El delegado del CSIC en Canarias, Manuel Nogales, está realizando el seguimiento de la situación. Además, a través de la plataforma GEO-RISK+ se está coordinando la actividad en el área de riesgos naturales. Se ha puesto en marcha la revisión volcano-estratigráfica y estructural de Canarias como base para la realización de los mapas de peligrosidad volcánica.

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