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Crisis volcánica en La Palma

Florián y Rosi, el matrimonio de Tajuya que durmió junto a los ronquidos del volcán

El matrimonio permanece en su casa hasta que los policías les obliguen a desalojar

Florián junto a Rosi en el momento de abrir la puerta de su vivienda en Tajuya. | | D.R.

«¿Esto? A nosotros no nos da miedo desde aquí tal y como están las cosas ahora, ya pasó hacia abajo, así que si no abre otra boca que dirija la lava hacia aquí, nos quedamos en nuestra casa». La explicación de Florián es nítida. No es vulcanólogo, no tiene tampoco conocimientos de geología, pero lo que sí sabe es que si los Cuerpos y Fuerzas del Estado no le ordenan la evacuación de su vivienda, ellos van a permanecer dentro de las cuatro paredes en las que han escrito su historia.

«Qué le vamos a hacer. Es un desastre para todos los que están perdiendo sus casas. Los daños materiales son incalculables, no solo por lo que valgan las viviendas, sino por lo que significa en las vidas de cada uno de los vecinos del pueblo», comenta este sevillano que se enamoró de una palmera y con la que llevan prácticamente tanto tiempo como ha pasado desde el último volcán que erupcionó en La Palma.

«¡Yo he vivido los tres», comenta Rosi. Su anuncio se convierte instantáneamente en una sorpresa para los periodistas que se agolpan en la escalinata del portal de su vivienda. «¿Pero cómo es posible. Será solo el de Teneguía y este, no?», le repregunta uno de los profesionales. Su semblante, sus facciones jóvenes y su compostura a la 1.00 horas bajo el ronquido constante del volcán, no hacen sospechar que esta señora pudiera estar presente en el volcán de 1949 –hace 72 años–.

«Sí, sí, a ver tenía un año, pero yo estuve allí. Sé que mis padres me llevaron en brazos a verlo, evidentemente no me acuerdo de nada, pero hay fotos en las que estaba yo allí», comenta entre el poco humor que se puede ofrecer ante esta catástrofe natural.

Con los enseres y víveres de última hora que han ido a comprar para pasar la noche, la pareja atiende amablemente a los transeúntes –los que pueden acercarse a la zona–, periodistas y miembros de la Policía Canaria que hacen guardia en el cruce entre Tajuya y El Paso.

Finalmente, antes de despedir a los interesados en su vida sueltan una última muestra de naturalidad. «Nos pilló por sorpresa, no sabíamos si ir a Sevilla o quedarnos aquí estos días, y al final mira, explotó», comenta Rosi; mientras su marido le contesta: «Lo que está claro es que esto está más bonito que La Feria de abril».

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