¿Cuándo llegará la lava del nuevo volcán de La Palma al mar? ¿Alcanzará finalmente la costa? Son preguntas aún sin respuestas certeras a la espera del avance de las coladas de lava del único volcán activo en Canarias, que mantiene en vilo desde el domingo 19 de septiembre a La Palma arrasando todo lo que tienen por delante.

Tras la reactivación de la erupción en la mañana de ayer, 27 de septiembre, uno de los frentes de la lava sigue su curso por el municipio de Tazacorte, por el que previsiblemente llegará al mar con el material magmático expulsado por el  volcán. Se encuentra a alrededor de un kilómetro en línea recta de la costa.

Hace 291 años Lanzarote aumentó su superficie con la lava que corrió por la Isla y que emanó de las erupciones volcánicas que afectaron a una cuarta parte de su territorio (unos 174 kilómetros cuadrados) entre 1730 y 1736, precipitándose hacia la costa por el oeste.

La nueva franja costera que se creó con el volcán ganando terreno al mar, en el litoral del municipio de Yaiza, se formó por el enfriamiento brusco de las lavas en contacto con el agua del océano. Durante el proceso se originaron grandes columnas de vapor de agua y acantilados de mayor a menor altura y muy recortados. Son cantiles de una altura media, mucho más pequeños de los que generaría la lava del volcán de La Palma en caso de precipitarse al mar, dado que la costa palmera es más agreste que la lanzaroteña.

Las playas de El Cochino y El Paso, en Yaiza, surgieron tras las erupciones de Timanfaya en 1730

A raíz de ese episodio vulcanológico, que comenzó “el primero de septiembre (de 1730) entre las nueve y diez de la noche”, cuando “la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya a dos leguas de Yaiza”, según el relato de los acontecimientos que se conocen a través del manuscrito del párroco de Yaiza, Andrés Lorenzo Curbelo, y se recogen en la Guía de Visita del Parque Nacional de Timanfaya, la Isla cuenta con dos nuevas playas: El Paso y El Cochino, en la costa de Yaiza, formadas por arenas negras y cantos rodados, que se han ido erosionando por la acción de las olas.

Diez días después del primer rugido de las entrañas de la tierra (11 de septiembre), fue cuando el río de lava cambió de dirección y en vez de continuar hacia el norte, lo hizo hacia el oeste. “De Santa Catalina se precipitó sobre Mazo, incendió y cubrió toda esa aldea y siguió su camino hacia el mar, corriendo seis días seguidos con un ruido espantoso y formando verdaderas cataratas. Una gran cantidad de peces muertos sobrenadaban en la superficie del mar, viniendo a morir en la orilla”, relataba el sacerdote Lorenzo Curbelo.

El Parque Nacional de Timanfaya abarca parte de la superficie volcánica de los procesos eruptivos acontecidos entre 1730 y 1736 (51,07 kilómetros cuadrados) y es el único en Canarias que tiene litoral.

El combate entre el volcán y el mar

Uno de los grandes atractivos que dejaron las erupciones de Timanfaya es la zona de Los Hervideros, cerca del pueblo de El Golfo y el charco de Los Clicos (Yaiza). Estos acantilados, formados durante el enfriamiento de las coladas, es uno de los lugares de visita obligada al sur de la isla de los volcanes gracias al descenso de los ríos de lava al océano. La erosión ha creado cavidades en las rocas por las que se introduce el mar en los días de bravura creando un espectáculo único haciendo saltar la espuma por los aires en ese combate entre el agua y el volcán.

La erosión ha creado cavidades en las rocas volcánicas por las que se introduce el mar en Los Hervideros en los días de bravura ofreciendo un espectáculo único que hace saltar la espuma por los aires

Otro de los ambientes costeros que salpican la costa volcánica del sur de Lanzarote son los charcos, zonas de baño que quedan llenos de agua cuando baja la marea.

Las erupciones contribuyeron a enriquecer y aumentar el patrimonio geológico de Lanzarote, “de relevancia internacional, de gran valor y buena conservación”. Esos y otros elementos de la geología insular le valieron a la Isla el título de Geoparque, que le otorgó la Unesco en 2015, y que se extiende por casi 2.500 kilómetros cuadrados de una considerable superficie de espacios sumergidos que contribuyen a aumentar la geodiversidad asociada a este Geoparque y los 886,85 kilómetros de tierras emergidas que incluyen la isla de Lanzarote y el Archipiélago Chinijo.