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Volcán de La Palma | Un pueblo en el límite

Fisioterapia contra el estrés del volcán de La Palma

El equipo de Irenet, de Las Palmas de Gran Canaria, se desplaza a la isla bonita para ofrecer sus servicios a poblaciones afectadas

Un miembro de Irenet, ayer, atiende a un niño en El Paso. |

El equipo de Irenet (Instituto de Reeducación Neurológica y Traumatológica), con centro de fisioterapia y terapia ocupacional radicado en Las Palmas de Gran Canaria, se desplazó ayer a la isla de La Palma para ofrecer sus servicios de forma gratuita a poblaciones aisladas o en primera línea.

La única explosión realmente impresionante en el contexto de la crisis volcánica que atraviesa la isla de La Palma es la solidaridad. Entre los numerosos gestos y aportaciones realizados desde distintos puntos del globo, el municipio de El Paso abría ayer las puertas de la Escuela de Educación Infantil Doña Carmela para recibir al equipo de Irenet Fisioterapia (Instituto de Reeducación Neurológica y Traumatológica), que viajó desde las Palmas de Gran Canaria para brindar sus servicios de forma gratuita a los niños y niñas aislados por la zona de exclusión del volcán, así como a profesionales en primera línea de batalla.

El equipo también ha hecho entrega de materiales donados como ropa o alimentos para los damnificados

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La idea germinó cuando un paciente menor del centro grancanario que, a su vez, forma parte de la Asociación Niños Especiales de La Palma (NEP), les comunicó que esta última había quedado aislada en el barrio de Las Manchas, en Jedey, como consecuencia de la erupción. Entonces, un equipo de siete voluntarios, conformado por cuatro fisioterapeutas, una trabajadora social y dos auxiliares, organizó el desplazamiento a la isla, en diálogo con NEP, «para dar darle rehabilitación y fisioterapia gratuita a los niños que se quedaron sin ella», apunta Víctor Santana, uno de los responsables de Irenet, que recaló ayer en la isla.

«Lo que hacemos es ayudar con nuestro trabajo, porque nosotros no podemos ir a pie del volcán», explica el fisioterapeuta. «Pero si nos necesitaran para cualquier otra cosa, como cargar o descargar paquetes de ayuda, quitar picón o cenizas de las calles, o simplemente consolar o abrazar, aquí estaremos», añade.

Primera necesidad

Justo antes de que el Cabildo de La Palma y los 14 ayuntamientos paralizaran de forma temporal la recogida de ropa y alimentos para los damnificados por el volcán, el equipo de Irenet ya había iniciado por su cuenta una campaña de recogida de productos de primera necesidad. «Quisimos venir a La Palma a traerlos personalmente», revela Santana.

«Nuestra idea era traer la mercancía que hemos obtenido para dársela a la gente que lo necesita y, de paso, quedarnos todo el fin de semana para intentar recuperar un poco todos los ejercicios de fisioterapia que los niños han perdido en estos 15 días», añade.

«Si nos necesitaran para cualquier otra cosa, como quitar picón o cenizas de las casas, aquí estamos»

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Sin embargo, la concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de El Paso, que les cede en centro infantil para las sesiones, les planteó la posibilidad de ampliar este servicio voluntario a la jornada de tarde para atender también a los cuerpos de seguridad que trabajan a pie de pista del volcán, desde bomberos a guardias civiles, periodistas o voluntarios de servicios sociales.

«Nosotros aceptamos, naturalmente», afirma Santana. «Este perfil profesional tiene gente que está realmente estresada, con varias contracturas, ansiedad y demás problemas que propicia esta difícil situación».

En la jornada de ayer, el equipo de Irenet atendió a varios niños y niñas de distintos municipios de La Palma, toda vez que hoy, entre sesión y sesión, se desplazarán a los ayuntamientos de El Paso y de Los Llanos de Aridane para hacer entrega del material solidario recaudado.

A su llegada a la isla bonita, Santana admite que la realidad supera con creces la dureza de las retransmisiones televisivas. «Aquí en El Paso nos ha impresionado mucho la humareda que sale del volcán y el ruido, como aviones volando continuamente», destaca. «Pero, ante todo, sobrecogen los diferentes dramas que nos cuentan varias familias, desde un padre que perdió la casa a un primo que perdió un trozo de plataneras», añade. «Y aun así, junto a ese desánimo que hay entre la gente, admiro la tranquilidad del pueblo palmero y su valentía para seguir adelante, desde la convicción de que son más fuertes que el volcán».

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