José Andrés donará su parte del premio Princesa de Asturias de la Concordia a los vecinos de La Palma que han sufrido las consecuencias de la erupción del volcán Cumbre Vieja. El cocinero mierense afincado en Estados Unidos ha anunciado que el montante del premio se repartirá en la asociación World Central Kitchen pero que la parte que le corresponda “la doblaremos mi esposa y yo y la donaremos a La Palma”. La asociación de José Andrés llegó a La Palma pocos días después de la erupción “y seguiremos allí hasta que no nos necesiten”, ha afirmado esta mañana en rueda de prensa.

No es el primer volcán que ve José Andrés ya que su organización ha estado ya presente en erupciones volcánicas en Hawai y Guatemala. En La Palma la organización de José Andrés da de comer a entre 1.500 y 2.500 personas.

José Andrés confesó que quiere ser “el mejor cocinero del mundo, quiero estar con mi familia, pero si quiero dejar a mis tres hijas el legado de un mundo mejor, debo ser la voz de los que no tienen ni voz ni voto pero que deben tener un espacio en la mesa”.

El cocinero fue vehemente en este sentido y afirmó que “no se pueden hacer conferencias sobre el hambre sin invitar a nadie que pase hambre, no se pueden hacer conferencias sobre inmigración son invitar a un emigrante, no se pueden hacer conferencias sobre la igualdad sin invitar a las mujeres que sufren la desigualdad”. Por eso enfatizó que “si queremos cambiar el mundo tenemos que darle voz a quien no la tiene”. Él está convencido de que “se puede crear un mundo mejor, pero con acciones, no con discursos”. El premio “Princesa de Asturias” de la Concordia ejemplificó con los refugiados, “si no queremos que lleguen a las puertas de nuestras fronteras debemos ser nosotros los que vayan a esos países a crear riqueza, porque lo que es bueno para nosotros es bueno para ellos”. Llevándolo as si terreno propuso metafóricamente “mesas más largas”. “No puede ser que haya discursos en nuestros países, incluido España, en los que se diga que no queremos a los inmigrantes cuando sin esos inmigrantes son hubiésemos tenido comida durante la pandemia porque han sido ellos los que cultivaban la comida, los que la transportaban y los que la llevaban a las residencias de nuestros mayores y la dejaba a la puerta”.

Él mismo es emigrante. Mierense afincado en Estados Unidos, y se enorgullece de ello. “Ser emigrantes es muy bonito”, afirmó en la rueda de prensa, porque “sabes que formas parte de dos mundos. Yo soy una especie de trovador contando las bondades de América en España y las de Asturias y España en el mundo entero”.

José Andrés explicó que hay que tener un pensamiento global pero emprender acciones locales. Habló del desperdicio de alimentos y pidió que “los países ricos y organizaciones como las Naciones Unidas nos planteemos que el desperdicio se puede reconvertir en alimento real dándole dignidad a la gente que se merece”. “Si queremos solventar el problema del hambre en un planeta que pronto llegará a los 9.000 millones de habitantes, tenemos que ser eficientes en la distribución de los alimentos”. Eso pasa por crear redes en los países más desfavorecidos. Puso como ejemplo a su propia organización, World Central Kitchen, que acudió a Puerto Rico en 2017 para hacer frente a los daños causados por el huracán María. “Hemos creado allí 120 granjas para que la isla empiece a ser sostenible”, explicó, “porque al producir en el ámbito local siempre habrá mucho menos desperdicio que si el alimento se mueve entre continentes”. José Andrés insistió en que “nos dejemos de discursos e invirtamos en soluciones”.