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Volcán de La Palma | Actos y rituales

Flores y velas sobre cenizas por el volcán de La Palma

La Plaza de España aloja un «rincón de la memoria» para conmemorar a los enterrados en Las Manchas y el cementerio de Tazacorte reabre sus puertas

Los cementerios en La Palma, afectados también por la ceniza y el avance de las coladas

Los cementerios en La Palma, afectados también por la ceniza y el avance de las coladas Agencia ATLAS

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Los cementerios en La Palma, afectados también por la ceniza y el avance de las coladas Nora Navarro

Si en México la muerte es cultura viva, en la isla de La Palma, que comparte este mismo acervo espiritual, ha devenido en una tradición interrumpida. A las limitaciones a los velatorios y acompañamientos impuestos por la pandemia, le suceden ahora los asedios de la lava de Cumbre Vieja a dos de sus cementerios municipales, como un nuevo latigazo a la memoria sentimental e identitaria de la comunidad palmera a través de uno de sus rituales más íntimos.

La amenaza de una colada lávica sobre el camposanto de Las Manchas, rebautizado por los nativos como Los Ángeles y situado en plena zona de exclusión, entre Los Llanos de Aridane y El Paso, permanece inaccesible al paso desde hace semanas, toda vez que el brazo de la colada norte que fracturó la carretera de La Costa un mes atrás y desembocó en el mar, con la conformación de la nueva fajana, se sitúa apenas a 600 o 700 metros del cementerio de Tazacorte.

Para llanenses y bagañetes, perder sus cementerios supondría un «segundo duelo»

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En ambos casos, numerosos vecinos y vecinas tanto llanenses como bagañetes temen la posibilidad de enfrentarse a una segunda sepultura de sus muertos bajo los caminos inclementes de la lava, ya que, para la mayoría, conllevaría afrontar la pérdida como «un segundo duelo» en un nuevo contexto de impotencia.

Esta pesadumbre colectiva se recrudece en el Día de los Todos los Santos y el Día de los Difuntos, en que cada año, al igual que en tantas localidades del mundo, los palmeros -sobre todo, los mayores- peregrinan a los cementerios donde yacen sus seres queridos para rubricar con flores, velas y rezos el recuerdo de los que ya no están, pero permanecen.

«Es una fecha importante, muy importante aquí», afirma Francisca, de 71 años, ama de casa y viuda, residente en el municipio de Tazacorte, cuyo cementerio ha reabierto sus puertas de forma excepcional y controlada con motivo de estas dos efemérides. «Este día, el cementerio luce siempre precioso, todo enramado de flores, de orquídeas, de claveles y de anturios, que es la manera de decir que nos acordamos de los nuestros cada día», añade. «Ahora una nunca está tranquila sin poder acercarse, más que sea, una vez a la semana».

También el cementerio de San Vicente Ferrer, en El Paso, el municipio que transpira el aliento continuo del azufre, ha ampliado su horario de apertura durante el fin de semana y hoy, de manera especial, lo prolongará hasta la medianoche, con la programación de misas durante toda la jornada.

En estos días, aunque algunos escaparates trenzaron ofertas en telarañas y los más pequeños acudieron a clase vestidos de fantasmas o calabazas, en las calles del Valle de Aridane no huele a castañas sino a azufre, y las puertas entreabiertas por el Día de Finados, como cantan los Ranchos de Ánimas -«con la puerta abierta, la luz encendida, así se reciben las de la otra vida»-, permanecen trancadas como las ventanas y el llanto para que no entren cenizas.

El camposanto de Tazacorte ha admitido turnos de 40 vehículos cada 30 minutos

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Sin embargo, la renuncia que aceraba la pena en estos días era el cierre de los cementerios. Por esta razón, frente a las barreras de exclusión que separaban aún más a los vivos de los muertos, el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane ha coordinado una serie de actos simbólicos en dos espacios de la ciudad para que sus vecinos y vecinas, en muchos casos repartidos y realojados en otras zonas indemnes de la isla, puedan acudir a reunirse con la memoria de su sangre.

Además, esta reinvención del rito tradicional del Día de Todos los Santos también propicia el reencuentro de vecindarios disueltos y diseminados a lo largo y ancho de La Palma, que no solo se enfrentan al dolor de no poder visitar a sus muertos, sino también al impacto de no volver a ver cada mañana a su vecino de acera, a su farmacéutico, al que vende el pan y la fruta fresca o sirve el cortado natural de mediodía.

Misas y recogimiento

Por tanto, el Consistorio ha facilitado la celebración de las eucaristías del Día de Todos Los Santos durante este lunes, en distintos horarios, bajo la carpa instalada en la Plaza Juan Pablo II. Estas misas se celebrarán a las 10.00, 12.00 y 17.00 horas, con acceso libre, sin necesidad de reservar plaza, pero con aforos limitados, distancia de seguridad y mascarilla obligatoria.

Además, tanto hoy como mañana, Día de Todos los Santos y Día de Los Difuntos, respectivamente, la Plaza de España, el corazón del casco llanense, alojará un espacio de recogimiento denominado El Rincón de la Memoria, que desgranará en paneles los nombres de las personas fallecidas y enterradas en Los Ángeles, donde los vecinos y vecinas podrán acercarse a depositar flores y velas sobre cenizas en homenaje a los suyos y, en el sentido etimológico del recuerdo en latín, recordis, «volver a pasar por el corazón».

«Está siendo muy traumático para los vecinos del Valle de Aridane asumir toda esta destrucción del volcán y, encima, la posibilidad de que la lava pueda pasar por encima del cementerio», apunta Inés, de 41 años, desalojada del barrio de Todoque, cuyos ancestros descansan en Las Manchas.

«Yo tengo una prima hermana que perdió su casa y sus huertos, pero a la que le quedan en pie unos apartamentos. Y prefiere que la lava le coja los apartamentos, a que nos quedemos sin poder ir a visitar a nuestros abuelos o a nuestras tías».

Por su parte, el Ayuntamiento de Tazacorte ha reabierto las puertas de su cementerio municipal, para júbilo de sus vecinos, desde el pasado viernes hasta hoy, debido a la tregua de la colada que colinda con la zona. El acceso se ha realizado de manera controlada en horario de 10.00 a 17.00 horas, con acompañamientos y limitaciones de aforo y de tiempo, siempre en turnos de 40 vehículos cada media hora.

El de San Ferrer, en El Paso, ha ampliado su horario hasta medianoche por Todos los Santos

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Después de medio mes sin poder franquear este acceso, la emoción que atravesaba la fila de vehículos en la entrada al punto de acceso por la carretera de San Borondón desbordaba palabras de dicha, alivio y gratitud. «Mi madre falleció hace cuatro años y no hemos dejado de venir a verla una sola semana, así que nos puso locas de alegría poder venir por fin a enramarla, limpiar su nicho, acompañarla», cuenta Victoria, vecina de Marina Alta, quien se pregunta a diario «lo que diría mamá si hubiera visto esta tragedia».

«Yo me alegro de que no le tocara vivir estos tiempos tan malos para la isla pero, por si acaso, ya le embalé todas las cosas suyas y que no se diga». «Sé que ella en vida habría dicho: lo que se da, es lo que hay», añade. «Y no nos habría dejado apenarnos, con toda la gente que está pasando penurias».

Apenas se concede el tiempo justo para desempolvar los nombres, acicalar las flores y guardar unos minutos de silencio compartido. Para muchos, para muchas, lo suficiente para despejar una nube del cielo roto de las costumbres y los ritos que mantienen un pueblo en pie, como el tiempo que dura la llama de una vela que se apaga de pronto, un día cualquiera, bajo una lengua atroz. Velas que hoy se encienden por los muertos, pero también por los vivos, que se empeñan cada día en seguir viviendo.

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