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Volcán de La Palma

Tajuya: un mirador sobre el horror y la belleza del volcán de La Palma

El volcán no paraba el último fin de semana de lanzar humo negro y una ceniza molesta que cubre todo

La erupción del volcán de La Palma, vista desde la iglesia de Tajuya

La erupción del volcán de La Palma, vista desde la iglesia de Tajuya La Provincia

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La erupción del volcán de La Palma, vista desde la iglesia de Tajuya Saro Prieto / Efe

La plaza de Tajuya, en el municipio de El Paso y convertida en un mirador privilegiado de la erupción volcánica de La Palma, atrae cada fin de semana a numerosos visitantes que lo observan entre el horror y la admiración.

"Es espectacular pero ves esa ladera y sabes lo que hay enterrado y se te rompe el alma" afirma a Efe una mujer que viajó con su familia a La Palma el último sábado desde Tenerife y que refleja el sentir mayoritario de los que se acercan a Tajuya.

El volcán no paraba el último fin de semana de lanzar humo negro y una ceniza molesta que cubre todo y que los residentes de la zona no paran de limpiar con unos aspiradores que casi se han agotado en la isla.

Pertrechados adecuadamente con gafas de protección, mascarillas protectoras y gorros, los visitantes fotografían la erupción volcánica; "Espero que sea la última que nuestra generación vea en Canarias", afirma otra visitante, acompañada de sus hijos adolescentes que se llevarán una muestra de ceniza para sus clases de química.

"Es impresionante, destructor y con una grandiosidad tremenda" señala otro visitante, que no le quita el ojo a las coladas de lava que se desplazan ladera abajo hacia la costa.

Los gases que emite el volcán forman muchos días una nube negra que se extiende sobre el valle de Aridane y que hace aún más lúgubre el paisaje que deja esta erupción volcánica.

Visitantes, en el mirador de Tajuya. Elvira Urquijo A.

La retransmisión casi en directo de esta erupción ha familiarizado ciertos términos usuales en la vulcanología y que ahora la población utiliza de forma común como piroclastos, deformación, centros emisores de lava o la alimentación de las coladas.

En Tajuya, un padre intenta explicarle a su hijo y a otros niños que cada colada para los científicos tiene un número y se van alimentando de la lava que sale del cono volcánico.

Los menores tratan de diferenciar una colada de otra pero desde Tajuya es imposible distinguirlas porque lo único que se ve es un gran manto negro que llega a la costa.

Otro visitante habla del "abultamiento" que se forma en el cono del volcán y otro solo se fija en tres casas que han quedado aisladas y semienterradas entre las coladas de lava del volcán de La Palma y que la dirección de los vientos ha permitido que hoy se puedan ver.

"No parece que sea tan grande pero la fuerza que tiene es inmensa para mover todo lo que han movido" señala un espectador, que afirma que después de cumplir lo prometido a sus hijos de traerlos a ver el volcán, no quiero "verlo más".

Una pareja relata que ya había estado en La Palma pero no recuerda cómo era antes el Valle de Aridane.

En Fuencaliente, en el sur de La Palma, también se nota los fines de semana la afluencia de visitantes, aunque allí el volcán deja rastro en una espesa nube que impide que vecinos de El Charco, desalojados hace días, puedan ir a regar o a recoger enseres en sus casas.

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