De barrio artesano a asentamiento urbano. Las excavaciones que se están llevando a cabo en el sector de la muralla norte de la alcazaba de Badajoz, junto a la puerta de La Coracha, han sacado a la luz los restos de, al menos, dos viviendas de la época almohade (primera mitad del siglo XII y primer cuarto del XIII). Este descubrimiento obliga a hacer una relectura histórica en esta parte del recinto, pues hasta ahora se creía que solo existían vestigios de dependencias de trabajo --de ahí que se haya denominado a este yacimiento barrio artesano o industrial--, pero estos últimos hallazgos apuntan a que era una zona residencial, en la que los propietarios tenían también sus talleres. 

En los dos extremos entre los que han aparecido las casas ya había dos estancias excavadas --cuadradas, austeras y con entrada directa desde la calle--, que se corresponden con los talleres, mientras que en la parte central hasta ahora solo se apreciaban algunos muros inconexos y se intuía que pudieran ser construcciones similares a las ya existentes. Sin embargo, la "sorpresa" ha llegado cuando se ha comenzado a retirar la tierra y se han hallado los restos de estas dos viviendas (podría haber una tercera que queda fuera de la zona de intervención). 

Estas casas mantienen la mayor parte de su estructura, muy similar en ambas. Tienen un "gran salón" en la parte norte y en una de ellas, la mejor conservada, se aprecia perfectamente el pavimento de color rojo, a la almagra, de esta estancia, que era la principal del inmueble. 

También se distingue el poyete de la alcoba sobre el que se colocaba el colchón, así como la entrada que daría a un patio central, con suelo de mortero. Además, existen restos de un tinajero, junto al que estaría otra dependencia, que podría ser una crujía o un pórtico con columnas, y de una letrina, bastante destruida, a lado de un canal de desagüe. 

"Se parece a cualquier casa de época mudéjar que podamos ver en Granada. Las que han aparecido aquí no son de las más grandes, pero tampoco son humildes, tienen una buena distribución y un tamaño aceptable", según explica Juan Antonio Ramírez, arqueólogo de la empresa Salmer Cantería y Restauración, adjudicataria de los trabajos de recuperación y consolidación del yacimiento de la alcazaba.

Espacio vivo y planificado

"Este urbanismo residencial de producción doméstica y también de intercambio de bienes nos dice que es un espacio vivo, urbano y perfectamente planificado, porque cuenta con elementos de la vida cotidiana", añade Monserrat Girón, autora y directora del proyecto. "Hasta la fecha se había excavado muy poco y los datos que había daban idea de una zona industrial, pero ahora se ha descubierto que era una parte de la ciudad en el interior de la alcazaba en la ampliación almohade", expone.

En este sentido, aunque aún no se ha excavado lo suficiente para concretarlo con certeza, los expertos apuntan a que posiblemente estas construcciones se levantaron en lo que fue un albacar, que estaba vacío y fue urbanizado. Lo más probable es que lo hiciera población bereber, procedente del norte de África, que construyó "su pequeña ciudad al margen de los habitantes de Badajoz que ya estaban aquí (andalusíes), pues no dejaba de ser un pueblo ‘ocupante’, que no debía sentirse cómodo conviviendo con el resto, por lo que instalaron sus casas y talleres en el interior de la alcazaba", indica Ramírez.

Buena conservación

"El sector de la puerta de La Coracha está en muy buen estado de conservación, lo que permite conocer y darle una interpretación museográfica", sostiene Girón. De hecho, la aparición de parte de las tapias de las casas -que preservan restos de cal del lucido interior--, ha obligado a cambiar el proyecto inicial, para recuperar estos elementos, con el objetivo de dotar a las estructuras "de cierta entidad" y que se perciba la arquitectura y el urbanismo.

En este sector se están ultimando las excavaciones, se eliminará una terrera para descubrir un aljibe, cuya existencia ya era conocida, y se están llevando a cabo tareas de restauración y consolidación de los restos hallados con los materiales primitivos: mortero de cal, agua y arena. Además, se está levantando un muro de contención de mampostería para proteger las estructuras originales de las aguas pluviales que discurren por el tramo más cercano a la muralla.

La restauradora del proyecto trabaja en uno de los muros de las casas. S. García

El otro sector de excavación que incluye este proyecto, que cofinancian el Ayuntamiento de Badajoz y la Junta con 132.000 euros, es el situado junto a la puerta del Alpendiz, en el lateral de la Biblioteca de Extremadura. En estos momentos, los trabajos en esta zona se han detenido a la espera de que la Dirección General de Patrimonio autorice o no la eliminación de determinadas estructuras, que ya han sido documentadas arqueológicamente.  

En esta parte, además de dejar a la vista el patio con suelo en espiga del palacio de Gómez Solís, del siglo XV, las excavaciones han sacado a la luz una calle pública, de la que se apropió este noble e incorporó a su propiedad como crujía, y un gran aljibe del siglo XVII, situado en mitad de esta misma vía. La existencia de este último era conocida, pero no había datos de sus dimensiones. Ahora se ha confirmado que tiene 6 metros de profundidad desde la bóveda y que está dividido en dos partes. "Se ha vaciado y es espectacular por dentro", asegura Ramírez. En estos momentos está protegido y oculto a la vista.

El arqueólogo Juan Antonio Ramírez, la directora del proyecto Monserrat Girón y el concejal de Turismo, Jaime Mejías. S. García

Visibles y visitables

La idea, aunque deberá ser en intervenciones posteriores, es que se recupere y pueda ser visto por los visitantes como un elemento más de este yacimiento, en el que conviven elementos del siglo IX al XX (desde la época taifa hasta la moderna). "El aljibe no es una obra de arte, pero sí una obra de ingeniería subterránea que tiene bastante interés y llama la atención desde el punto de vista del turismo", defiende el arqueólogo

Esta infraestructura probablemente se realizó cuando se acuarteló la alcazaba a mediados del siglo XVII y perdió su uso original cuando se levantó el hospital militar, convirtiéndose en una fosa séptica. 

En esta parte, a expensas de la resolución de Patrimonio, queda pendiente la eliminación de algunas estructuras y la consolidación de otros elementos, así como la instalación de una pasarela que permita al visitante adentrase en el yacimiento, para facilitar su visión y comprensión. A esto último contribuirá sobre todo la museografía, ya que la idea de la Concejalía de Turismo y Patrimonio Histórico, según su responsable, Jaime Mejías, es "musealizarlo y ponerlo en valor" con paneles informativos en atriles. 

"Esta es la línea que quiere seguir la concejalía, porque la alcazaba es un "pozo sin fondo", pero los hallazgos son absolutamente relevantes para la ciudad desde el punto de vista histórico y de nuestra propia identidad y, por supuesto, también a nivel turístico", destaca el concejal.

"Es complejo de entender y mostrar. Ese es el reto. Pero es una alcazaba única", afirma Monserrat Girón, quien defiende que, aunque queda pendiente aún un trabajo "muy importante", a través de proyectos como el que ahora se lleva a cabo se van "consolidando y acondicionando pequeños sectores para que, en la carrera de fondo que es la recuperación integral de la alcazaba, poco a poco vaya siendo más atractiva y se le dé el valor que tiene que, a veces solo vemos los técnicos, y que es difícil trasladar al público en general", señala.