La misión Solar Orbiter, lanzada en febrero de 2020, regresa a la Tierra para un sobrevuelo antes de su principal misión científica para explorar el Sol y su conexión con el “clima espacial”.

Durante el sobrevuelo, Solar Orbiter –una misión desarrollada por la ESA con la colaboración de la NASA– debe atravesar las nubes de desechos espaciales que rodean nuestro planeta, haciendo de esta maniobra el sobrevuelo más arriesgado hasta ahora para una misión científica.

El sobrevuelo de la Tierra de Solar Orbiter tiene lugar el 27 de noviembre. A las 04.30 UTC, la nave espacial estará en su aproximación más cercana, a solo 460 kilómetros sobre el norte de África y las Islas Canarias. Esto es casi tan cercano como la órbita de la Estación Espacial Internacional.

La maniobra es esencial para disminuir la energía de la nave espacial y alinearla para su próximo paso cercano del Sol, pero conlleva un riesgo. La nave espacial debe atravesar dos regiones orbitales, cada una de las cuales está poblada de desechos espaciales.

El primero es el anillo geoestacionario de satélites a 36.000 km, y el segundo es la colección de órbitas terrestres bajas a unos 400 km. Como resultado, existe un pequeño riesgo de colisión. El equipo de operaciones de Solar Orbiter está monitoreando la situación muy de cerca y alterará la trayectoria de la nave espacial si parece estar en peligro.

En el lado positivo, el sobrevuelo ofrece una oportunidad única para estudiar el campo magnético de la Tierra. Este es un tema de gran interés porque el campo magnético es la interfaz de nuestra atmósfera con el viento solar, el “viento” constante de partículas emitidas por el Sol. Las partículas del viento solar no solo pueden penetrar el campo magnético y provocar la aurora en nuestros cielos, sino que los átomos de nuestra atmósfera también pueden perderse en el espacio.

El sobrevuelo marca un hito importante para Solar Orbiter. Desde su lanzamiento en febrero de 2020 hasta julio de ese año, la nave espacial estuvo en su fase de puesta en servicio, durante la cual los científicos e ingenieros probaron la nave espacial y sus instrumentos, informa la ESA.

Desde julio de 2020 hasta ahora, Solar Orbiter ha estado en la fase de crucero. Durante este tiempo, los instrumentos in situ han estado tomando medidas del viento solar y otras condiciones alrededor de la nave espacial, mientras que los instrumentos de detección remota diseñados para mirar al Sol han estado en su modo extendido de calibración y caracterización.

Sin embargo, ahora es el momento de comenzar a operar los dos conjuntos de instrumentos juntos a medida que la misión pasa a la fase científica principal, y la anticipación es palpable. En marzo, Solar Orbiter hará su segundo paso cercano al Sol, llamado perihelio. Su primer perihelio tuvo lugar en junio de 2020, y la nave espacial se acercó a 77 millones de kilómetros. Esta vez, Solar Orbiter se acercará a 50 millones de kilómetros, lo que proporcionará un impulso significativo a la ciencia que se puede hacer.

Esto incluye nuevas vistas de las enigmáticas “fogatas” que Solar Orbiter vio en el primer perihelio. Las fogatas podrían contener pistas sobre cómo la atmósfera exterior del Sol tiene una temperatura de millones de grados, mientras que la superficie tiene una temperatura de miles, lo que aparentemente desafía la física porque el calor no debería poder fluir de un objeto más frío a uno más caliente.