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Volcán en La Palma

El CO2 del volcán de la Palma representa un 0.6% de la huella de carbono de Canarias

El Archipiélago emite la misma cantidad de dióxido de carbono que el volcán en dos días | La incidencia de la erupción en el cambio climático será nula

Nueva fajana en La Palma

Nueva fajana en La Palma Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: Agencias

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Nueva fajana en La Palma Verónica Pavés

El volcán de La Palma ha expulsado el equivalente a un 0,6% de todo el dióxido de carbono (CO2) que Canarias emite en un año, es decir, su huella de carbono. Esta cifra pone de relieve lo que ya la ciencia había advertido: su contribución al cambio climático global es nula. Y es que por muy sorprendente que pueda resultar el dato diario de emanaciones de dióxido de carbono en el penacho volcánico –según los últimos datos del Pevolca, situado en una media de 2.150 toneladas diarias– lo cierto es que ningún volcán es tan contaminante como el ser humano.

Desde el 1 de octubre –cuando se comienzan a registrar estos datos– el penacho del volcán ha emitido unas 78.600 toneladas de CO2, lo que supone 78,6 gigagramos (Gg). En el año 2018, según el Anuario Energético de Canarias de 2019, el Archipiélago emitió 13.340 Gg de diferentes Gases de Efecto Invernadero (GEI), de los que 11.684 Gg fueron CO2 (el 87,58%). Esto supone que lo que ha emitido el volcán representa tan solo un 0,58% del total. Por otro lado, Canarias es una de las regiones menos contaminantes del planeta, pues sus emisiones tan solo suponen el 0,003% del total mundial. «Con esta comparativa podemos entender en qué actividades debemos enfocar nuestras medidas de adaptación y mitigación», insiste el químico oceánico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Aridane González.

La pluma volcánica debería alcanzar la estratosfera para afectar el clima del planeta

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El porcentaje es bajo incluso tan solo teniendo en cuenta la contaminación que se habrá producido en las Islas en los últimos 52 días. Si el volcán ha expulsado 78,6 gigagramos de CO2; Canarias, en el mismo periodo, habrá emitido unos 1.664 Gg de este gas contaminante. Por lo tanto, las emisiones del volcán apenas equivalen al 4,7% del dióxido de carbono que han producido las Islas en este mes y medio. Otros sectores son mucho más contaminantes en Canarias. El de la aviación, por ejemplo, ha generado unos 911,5 gigagramos de CO2 en el mismo periodo. Por su parte, el tratamiento y eliminación de residuos (que supone el 8% de la emisión de gases en Canarias), también habría emitido más dióxido de carbono que el volcán en este tiempo; un total de 149,36 Gg. De hecho, estos dos, junto a la generación de energía, suponen los principales precursores de la huella de carbono en Canarias, España, Europa y el mundo, por ello son «los sectores de los que nos tenemos que preocupar, pues son los que están contribuyendo en mayor medida al cambio climático», asevera González.

Una vez el dióxido de carbono se deposita en la atmósfera se convierte en un problema global, dado que el gas queda atrapado en la circulación atmosférica durante décadas. En palabras del geógrafo de la Cátedra de Reducción de Riesgos de Desastres de la Universidad de La Laguna (ULL) y experto en Cambio Climático, Abel López, «aunque dejemos de emitir hoy la temperatura seguirá aumentando durante los próximos 40 años a consecuencia de las emisiones pasadas de CO2».

Las actividades más contaminantes son el transporte, generar de energía y tratar residuos

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Pero aún así, la contribución de los volcanes a las emisiones mundiales –unos 40 o 60 entran en erupción cada año– es irrisoria, pues tan solo representa un 1% del total. «No vemos un cambio en la tendencia del CO2 que se mide en las estaciones de Izaña o en Hawái, las concentraciones son acumuladas y aumentan paulatinamente; da igual el número de volcanes que entren en erupción cada año», resalta el físico atmosférico del Centro Atmosférico de Izaña, Emilio Cuevas. «Generan alrededor de 200 megatoneladas de CO2 al año, mientras que las actividades antrópicas causan alrededor de 24.000 megatoneladas en todo el mundo», indica Cuevas. Esto supone que «en tan solo 4 días las actividades industriales y de transporte igualan las emisiones anuales de los volcanes». En las Islas, bastaría con dos días y medio de actividad para igualar las emisiones del volcán palmero.

Incluso si afectase al clima, el volcán, más que contribuir a seguir calentando el planeta, tendría potencial para enfriarlo. «Esto sucede como consecuencia de la gran cantidad de cenizas y otros aerosoles emitidos a la atmósfera durante una erupción volcánica, porque pueden llegar a reflejar parte de la energía procedente del sol provocando un enfriamiento», explica Abel López. Sin embargo, el volcán de La Palma tampoco tiene suficiente potencia para ello. Con un Índice de Explosividad Volcánica (VEI) de 3 es de los más pequeños en el mundo y no es capaz de alzar su pluma volcánica a más de 5 kilómetros. Para que pudiera generar una verdadera disrupción en el clima sus gases tendrían que alcanzar la estratosfera – a 15 kilómetros de altura– y quedar allí retenidos para «provocar un enfriamiento global de uno o dos años», como asegura Cuevas. Estos episodios han ocurrido en otras erupciones mucho más masivas, como la de 1815 del Monte Tambora que dio lugar a lo que se conoció como el año sin verano en 1816 o la más reciente del Pinatubo, que redujo las temperaturas un grado y medio desde 1991 hasta 1993. No obstante, esta circunstancia no frena el calentamiento global; tan «solo enmascara el incremento de temperaturas», como indica Cuevas.

Las emisiones anuales de todos los volcanes del mundo tan solo suponen un 1% del CO2 mundial

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Pese a su irrelevancia en el clima mundial, el CO2 volcánico sí es muy importante para entender el proceso eruptivo. «Es el indicador que nos cuenta cómo se está desgasificado el magma del volcán», explica el geoquímico del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Pedro Torres. Al igual que el dióxido de azufre (SO2), la cantidad de CO2 que emite el volcán en su penacho de gases puede proporcionar una ligera idea de cuánto magma hay bajo él, siguiendo la lógica de que «a más CO2, más magma». Como explica Torres, este es el segundo gas más importante, justo después del vapor de agua.

En este sentido, no solo se evalúan sus concentraciones en superficie sino también «sus relaciones isotópicas». Y es que, dependiendo del número de neutrones que contenga el átomo de carbono, proviene de un lugar u otro. Concretamente, el carbono 13 es el que se relaciona con un origen natural y, por tanto, con los gases emitidos por el volcán. «De esta manera lo podemos diferenciar de los antropogénicos», concluye Torres. Este gas predijo que la isla de La Palma era volcánicamente activa desde mucho antes de que se produjera la erupción –dado que su magma es muy primitivo y lleva «mucho tiempo desgasificándose» – y también será el que en los próximos meses revele cuándo el volcán volverá a sumirse en un sueño profundo.

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