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REFLEXIÓN

Un puño en un cráneo

Aquella imagen me devolvió como un golpe certero el impacto de una relación de violencia psicológica a la que nunca supe poner palabras

La exposición ‘Feminismes!’, en el CCCB de Barcelona. LP/DLP

En noviembre de 2019 recorrí con mi mejor amiga los pasillos de la gran exposición colectiva Feminismes! en el CCCB de Barcelona. En concreto, recuerdo quedarme paralizada ante una pieza de la artista experimental florentina Ketty La Rocca, que reproducía a gran escala una radiografía de su cráneo atravesado por un puño. Aquella imagen me devolvió como un golpe certero el impacto de una relación de violencia psicológica a la que nunca supe poner palabras: un puño que penetra en lo más íntimo, pero que, como no deja marcas ni huellas visibles, permanece velado a ojos de nuestro silencio, porque no existe una formación radiológica social suficiente que revele y transparente los mecanismos de control, manipulación y abuso que comportan que una de cada tres mujeres en todo el mundo haya sufrido una relación de maltrato a lo largo de su vida. Más adelante, supe que la obra de La Rocca se refería a su propia lucha, puño en ristre, contra el diagnóstico de un cáncer cerebral pero, para mí, siempre representará una alegoría del sistema patriarcal que coloniza nuestra mente y ocupa todo el espacio, instalándose como una amenaza que repite como un eco de otros tiempos: nunca serás libre, mientras yo esté aquí. La serie La asistenta, de Netflix, muestra las costuras de ese círculo carcelario de la violencia psicológica, la precariedad económica y el descrédito del entorno ante las lesiones que no se ven, pero que confinan las vidas de miles de mujeres a la medida de ese puño invisible. Su estreno en esta plataforma internacional es un triunfo en el contexto de un año en que los derechos universales de las mujeres vuelven a hacerse cenizas bajo el régimen talibán en Afganistán o en que el asesinato más cruel de la violencia machista puso en el mapa mediático mundial la realidad de la violencia vicaria. O en que las denuncias en el marco de la pandemia del coronavirus se extienden como la pólvora porque el confinamiento de las víctimas estrecha las cadenas del dominio contra las puertas de salida. El lema anual este 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, es Juntas, porque las mujeres no hubiésemos recorrido los pasillos desamparados de nuestra libertad sin que nos cogiesen de la mano otras mujeres para iniciar ese largo proceso de descolonización en el espacio robado de nuestro pensamiento propio para que, por fin, podamos ser. Esa es la única lucha, que no ha derramado una gota de sangre en la historia del feminismo, por la que debemos alzar el puño. Y ojalá no solo sea juntas, sino que seamos todos, que seamos todas.

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