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Volcán de La Palma | La lava afecta a los enterramientos

Desplazados hasta en la muerte por el volcán de La Palma

Los cementerios de Las Manchas y Tazacorte están dentro de las zonas de exclusión y los enterramientos de los vecinos se realizan en otros enclaves

"Perder el cementerio nos dejó peor todavía"

"Perder el cementerio nos dejó peor todavía" Agencia ATLAS / EP

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"Perder el cementerio nos dejó peor todavía" Ramón Pérez

El avance de las coladas del Tajogaite no sólo ha destruido el camposanto de Las Manchas, también mantienen dentro de la zona de exclusión el cementerio de Tazacorte, obligando a muchos fallecidos a descansar eternamente alejados de sus otros familiares desaparecidos. En el caso del cementerio de Los Ángeles, a sus familiares solo les queda el recuerdo como única forma de rendir tributo a sus seres queridos.

El volcán Tajogaite también ha tenido efectos hasta en el último descanso de quienes han fallecido en estos últimos 72 días en el Valle de Aridane. El hecho de que los cementerios de Los Ángeles, en Las Manchas, y el de Tazacorte estén dentro de las zonas de exclusión, ha obligado a desplazar a los finados a otros camposantos alejados del lugar de reposo de otros familiares.

El sepulturero del cementerio de Las Manchas, Adelmo Bethencourt, indica que en torno a unos 40 vecinos de Los Llanos de Aridane ya han recibido sepultura en el de San Vicente Ferrer en El Paso. A esos habrá que añadir algunos fallecidos que han tenido que ser trasladados a Tenerife para la cremación. El único horno incinerador de La Palma ha permanecido en la zona de exclusión desde el pasado 19 de septiembre, sucumbiendo ante el avance de la lava el pasado jueves. En esos casos, el sepulturero pone de relieve que las familias que hayan escogido esa opción «probablemente» han tenido que hacer frente a un coste adicional, «si la aseguradora no lo cubre», explica.

En esta situación, las familias de los fallecidos afrontan con resignación el no poder enterrar a sus parientes en el lugar más próximo a sus viviendas y, sobre todo, añade Adelmo Bethencourt, situaciones como «tener que enterrar a un hermano lejos de su padre o su madre». Aun así, los afectados «lo aceptan con resignación». «No puedes hacer nada y no hay otro remedio», destaca el sepulturero. Bethencourt también agradece la predisposición del Ayuntamiento de El Paso, que «ha cedido su cementerio sin problemas, con toda la buena voluntad».

Además, ante el avance de la lava sobre el cementerio de Los Ángeles en Las Manchas, Adelmo confiesa llevarlo «muy mal», ya que, en esas instalaciones, además de su trabajo, también están «muchos conocidos, amigos e incluso familiares» y, en definitiva, se quedan atrás «muchas historias que he vivido allí».

Unos 40 residentes de Los Llanos de Aridane fallecidos durante la erupción reposan en El Paso

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El sepulturero apunta a que «más se sienten las pérdidas de viviendas», ya que los difuntos «aunque sea duro decirlo», señala, «ya no van a padecer», pero no por eso deja de provocar una situación de «impotencia» entre quienes tienen a sus familiares enterrados allí. El camposanto alberga los restos de 3.610 difuntos, vecinos, fundamentalmente de Los Llanos de Aridane, pero también algunos de la zona de Las Manchas, de El Paso.

El arcipreste de la zona, Jorge Concepción Feliciano, además de párroco de Tazacorte, confirma que desde hace dos meses las sepulturas de las personas fallecidas en el municipio de Los Llanos de Aridane se han trasladado a El Paso o incluso a Tijarafe.

Han sido el Cementerio de San Vicente Ferrer, en el centro de la Isla, y en el del Noroeste los que han recibido a los fallecidos de estos 70 días provenientes de Los Llanos de Aridane.

Concepción Feliciano reseña que en el municipio de Tazacorte, cuyo cementerio está incluido dentro de la zona de exclusión desde el pasado 20 de octubre, como consecuencia del avance de la lava sobre el barrio de La Laguna, se han podido realizar enterramientos. Eso sí, con todas las medidas de seguridad, acompañados por un vehículo de equipos de emergencia y con la asistencia de los familiares más cercanos. De esa manera, tan solo se permite el acceso del coche de la empresa funeraria y otro con esos familiares.

El otro párroco de la zona afectada, en los barrios de Todoque y La Laguna, Alberto Hernández, expresaba a todos sus feligreses y vecinos, a través de un mensaje, su sentimiento de pesar por la afección de la lava en el cementerio de Las Manchas.

Alberto Hernández: «Nuestros difuntos no están en el cementerio, están en el corazón»

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Hernández decidió compartir a través de un audio algunas reflexiones tras la «dureza», dijo, de la jornada vivida en la que la lava entraba en el interior del camposanto de Los Ángeles, conocido como el Cementerio de Las Manchas. Allí, la lava a cubierto casi totalmente lo centenares de nichos y destruido la incineradora.

El sacerdote lo hizo queriendo transmitir calidez y cercanía, y desde la capilla de El Retamar, donde continúa celebrando misa. Lamentó el cura que el volcán «nos ha arrebatado otro trocito del barrio», ya que muchas familias continúan perdiendo sus casas, entre otras propiedades. «En el corazón de todos está también esta sensible pérdida de nuestro cementerio», dijo.

Para confortar a sus feligreses, el párroco señaló que piensa en las palabras «que todos los años escuchamos en la mañana de la Pascua», cuando el Evangelio describe la visita de las mujeres al sepulcro de Jesús «y una voz les dice por qué buscáis entre los muertos al que vive». Alberto Hernández recalca que «quizás esa es la frase del evangelio que a mí en estos momentos me hace bien».

Sobre el camposanto que ahora está sepultado, indicó que «es el lugar de descanso de nuestros seres queridos, es lugar de recuerdo y de memoria», pero además «con esa ubicación tan bonita, con sus jardines y espacios abiertos, era un lugar hasta para contemplar, pasear y encontrarnos en tantos momentos, además de para recordar y llorar a nuestros difuntos».

Ahora que la lava ha arrasado el lugar, «ese trocito de nuestra memoria y recuerdo», Hernández pide a sus vecinos que se acuerden de la palabra de Jesús, cuando recuerda que «nuestros difuntos no están en el cementerio, están en el corazón de cada uno cuando cerramos nuestros ojos y los recordamos, cuando pensamos en tantos momentos vividos a su lado, cuando hacemos memoria del tono de su voz, de sus consejos, de sus enseñanzas, cuando los imaginamos sonriendo, cuando sentimos el calor de sus manos que tantas veces estrecharon las nuestras», para añadir que «cuando todo eso que vive en nuestra memoria aflora, están vivos».

Lamenta también el párroco de Todoque y La Laguna que esos restos «han quedado sepultados por segunda vez», llorándolos el día de la despedida, y «también los estamos llorando hoy, al saber que ese lugar no lo volveremos a ver como lo hemos conocido y no tendremos la oportunidad de volvernos a acercar a él».

Por último, el mensaje enviado por el sacerdote incide en la necesidad de recordar a los difuntos y, emocionado, destaca que «si no podemos volver al cementerio, como parece que así será, sí podemos, cerrando nuestros, ojos traerlos al corazón, enviarles nuestro cariño y pedirles en estas horas tan amargas que sigan rezando por nosotros».

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