Esto no va de juegos de niñas, ni tampoco de cromos, ni de sellos ni de otros coleccionismos convencionales. Esto va de una miscelánea de afición, arte y, seguramente, también, de emociones profundas que sólo quiénes están en el negocio saben explicar. Lo cierto es que ante un bebé reborn de silicona uno no sabe si hablar de muñecos, clones o de réplicas directamente. Son reproducciones de recién nacidos tan exactas que producen una sensación extraña; uno no sabe seguro si tierna o incómoda, o ambas cosas a la vez. Son muñecos hiperrealistas que copian suficientes cualidades de los bebés reales como para que la mente dude en algún momento de si respiran o sueltan eructos. Pesan lo mismo -entre 3 y 4 kilos‑, miden lo mismo ‑-entre 50 y 60 centímetros-‑, tienen pelo real y su boca reacciona igual al tacto de las mejillas que la de un niño de verdad. Los reborn imitan cada vena, cada cabello y cada gesto de un recién nacido. Se le tallan las rebabas (sobrantes de silicona), se le pinta el color de piel, se le ponen los ojos, el color de pelo y hasta los órganos sexuales según la petición del cliente.

El local de la empresa valenciana Dolly Alive, un piso acondicionado como exposición, es un juego para el cerebro. Un mundo de trampantojos. De réplicas de lactantes repartidos en pupitres, cunas, carritos, bañeras y literas, imitando la vida de un internado infantil de forma muy meticulosa. La voz de la propietaria y de la persona que lo acompaña rompen un silencio que puede resultar sobrecogedor a ciertas horas de la noche. Por si la sensación distópica no fuera suficiente, hay niños siameses, un feto abortado, un bebé zombi y otros muñecos de fantasía como avatares o niñas mitad mujer-mitad cerdita en baldas o mesas anexas que parecen estar mirándote, a punto de soltar un improperio. La mayor pesadilla imaginable para los pediófobos, las personas que sufren miedo irracional a los muñecos. Pero esta es la versión incómoda de los reborn. La otra, con el sol entrando por la ventana y las explicaciones de la propietaria, es de ternura. Coger a un reborn entre los brazos, mirarlo a los ojos, sentir su peso y palparle los mofletes despierta inevitablemente el instinto protector que todos llevamos dentro. El realismo de estas figuras es tan impactante que más de una vez tienes que palpar con las manos para confirmar que son muñecos.

"Lo que se busca es el máximo realismo, cuanto más mejor. Están fabricados en vinilo o en silicona y cuestan desde los 250-300 euros, los primeros, hasta cerca de los 3.000", explica Gema Ballester, la propietaria de Dolly Alive. "El perfil del cliente es de gente adulta con nivel adquisitivo. Aunque yo he vendido una muñeca de 1.400 euros para una niña de 9 años", añade.

Los bebé reborn llegaron a España hace poco más de una década y han pasado de ser la pasión de unas pocas coleccionistas a convertirse en un capricho más generalizado. O algo más. El programa de televisión 21 días de Cuatro ofreció otra imagen de los muñecos reborn. Que son para mujeres que no pueden tener hijos, o, en casos más extremos, para personas que perdieron alguno y no superaron el duelo.

Las reborn también se utilizan para tratar la depresión y para pacientes que padecen Alzhéimer. En todo caso, aquí la palabra ‘comprar’ es tabú. Las mujeres, con o sin pareja, que vienen a este lugar vienen a ‘adoptar’. "Yo no he vendido a nadie para superar un duelo. Yo vendo muchísimos en España y en Estados Unidos y es gente que lo quiere por afición", explica Gema, que cuenta con prestigio en el gremio.

Los orígenes de los reborn se sitúan en la Alemania de la II Guerra Mundial, cuando la carestía económica llevó a muchas madres a reconstruir muñecas para sus hijasa base de ensamblar pedazos que iban encontrando entre los escombros. Pedazos que limpiaban, repintaban y unían a cuerpos de tela remachados. La evolución ha sido tal que existen cortos en youtube con bebés reborns como protagonistas. Es el caso del canal de Dolly Alive, que ha popularizado a varias sus muñecas. "Rubí y Elly son famosas porque protagonizaron sendos cortometrajes que vieron 5 millones de personas de distintos países. En México hay pasión por Elly", explica Gema.

Pero la estrella del internado es Nolita, la primera ‘niña’ de silicona creada por la empresaria valenciana, que hasta hace poco compraba todos sus modelos fuera. Ya no. "He realizado una inversión fuerte para producir el molde. Ahora estoy contentísima. Ahora voy a hacer otro modelo como ella, pero en chico. Nolita pesa 3,9 kilos, mide 50 centímetros y cuesta 1.500 euros". Y hace pipí. Los mejores especialistas en los modelos de silicona, añade Gema, «somos los españoles y los norteamericanos». La Escuela Ruzafa acoge del 17 al 19 de diciembre la Expo Art & dolls Valencia, una ocasión ineludible para los aficionados a los reborn.