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Volcán de La Palma | Efectos en el sector servicios

Las invisibles lavas del volcán de La Palma sobre Los Llanos

La incertidumbre económica que provoca el volcán y el recato de no hacer ostentación entre los damnificados frenan en seco el comercio en el oeste palmero

Evolución de la colada del volcán de La Palma situada más al norte del cono principal (30/11/2021)

Evolución de la colada del volcán de La Palma situada más al norte del cono principal (30/11/2021)

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Evolución de la colada del volcán de La Palma situada más al norte del cono principal (30/11/2021) Juanjo Jiménez

La facturación en los comercios del oeste de La Palma ha caído en picado por la incertidumbre económica que provoca el volcán, y por una suerte de empatía colectiva que retrae las compras a aquellos que no quieren hacer ostentación de gastos frente a unos vecinos que lo han perdido todo. Distintas campañas empresariales y de las administraciones tratan de salvar el sector en estas vísperas navideñas.  

Daniel Soler está subido a una silla guindando unas bolas de navidad en lo alto de su mostrador de Los Ibéricos de La Palma, establecimiento que gestiona con su compañera Lola situado en la Galería Plaza de Llanos de Aridane y abierto hace dos años.

El interior es un sabroso jamonal que además ofrece 30 distintos quesos provenientes de siete países y un vademécum de embutidos que requieren de dos niveles para abarcar tanta sustancia. Todo meticulosamente ordenado.

Como sus cuentas. Después de ofrecer una lasca de una de sus golosinas de bellota abre su libro de contabilidad, con anotaciones a la antigua, y resume que, «desde que explotó el volcán pierdo 4.000 euros cada quince días».

Allí están los números. «Pero los pagos son los mismos, el del IGIC, el del despacho de mercancías y el AIEM». Con lo del covid fue escapando, distribuyendo género a golpe de clic, «pero lo del volcán, económicamente es mucho peor». Si para el mes de febrero el cráter no deja de expulsar lava, y con ello expulsar clientela de Los Ibéricos, Dani y Lola se van para Zurich. Emigran exhaustos.

«Hay a quien no le apetece cargar unos paquetes de la tienda sabiendo que su vecino está hecho polvo»

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Eliezer Cabrera es propietario de la tienda Borrasca Surf Shop, ubicada en una de las mejores arterias comerciales de los Llanos, en el número 4 de la avenida de Venezuela. Vende ropa deportiva, pero también todo el equipo necesario para un buen día de surf, desde el neopreno a las amarraderas, pasando por las propias tablas. Y se confiesa en estado de shock. Porque a Cabrera no solo le ha caído un volcán en el negocio, es que le ha desparecido con ello la playa que complementaba todo lo que vende, la de Los Guirres, de forma que lo que antes estaba a tiro de callao, hoy se ha convertido en una suerte de venta marítima en un remoto interior.

La ola más cercana para hacer surf se encuentra ahora a más de 90 minutos, ida y vuelta, en Mazo, y la siguiente en el norte, a tres horas cumplidas. Desde el 19 de septiembre no ha vendido ni una sola tabla. Pero con el resto del género pasa algo parecido. «¿Quién va a comprar con esta tragedia tan grande?», se pregunta.

En la calle Real de un casco que por su número de tiendas es en la practica un enorme centro comercial, con más peso económico que el de la propia capital de la isla, los operarios municipales se dedican estas últimas horas a preparar la subida de la palanca de la iluminación navideña, que tendrá lugar mañana viernes. Todo ello con dos colas principales a la vista. La de afectados que por estribor acuden a las oficinas municipales a tramitar burocracia, y la de babor, la que junto a la preciosa plaza de la localidad esperan por los voluntarios del colegio notarial para que les de fe de sus desgracias.

Pero bolsas con compras, pocas. En un cuidado despacho de ropa para hombres situado a mitad de calle arriba intentan explicar el fenómeno de la pertinaz sequía de las ventas. «Hay muchísimo miedo aquí», confiesa el encargado con el tronar del volcán algo más amortiguado de fondo, pero igual de amenazante, con su tremor, sus temblor y su arrumbar de gases, lavas y picones. «Las ventas», explica, «las marca él», de tal forma que el hecho de que se haga una transacción depende del humor del gigante. A más ruido, menos facturación. Y viceversa.

Al propietario de Borrasca Surf le cayó una doble desgracia con la desaparición de la playa de Los Guirres

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De vuelta a la avenida Venezuela, en el número 9 se encuentra la boutique Hojazul: joyería, bisutería, ropa y artesanía de marcas de la tierra como Domingo Ayala, Mala Mata, Malaje, El Chorlito, Confía Coño, Hola Aloi... Yure Rodríguez se encuentra atendiendo el atractivo establecimiento, que estrenó sede un mes antes de la pandemia, el 14 de febrero de aquél año sin mes de abril. Durante la pandemia «fuimos escapando», con el boca a boca, «porque tenemos una clientela fiel», que complementaron con una web. «Pero fue llegar Bartolo», subraya en alusión al fenómeno, «y ya hemos tenido que ir recortando los pedidos».

Rodríguez apunta a una de las posibles claves. Los que viven en la banda oeste de La Palma se han quedado en dos grupos. Los que han perdido todo y los que, sin sufrir daños económicos, si que sufren daños morales.

«Aunque aún tengas tu casa o tu finca, no te encuentras con el ánimo de comprar, y hay a quién no le apetece cargar unos paquetes de la tienda sabiendo que su vecino de al lado está hecho polvo». Es prácticamente «una cuestión de conciencia social», señala para añadir que las ventas se reducen a los acontecimientos puntuales, «como un cumpleaños». De hecho, hay clientas que solicitan probarse el género en casa.

Lidón Pérez es la propietaria de la boutique, asi como de otros cuatro comercios que incluyen uno en estado de Erte. «Cada vez que remontamos, bajamos, y se acumula el agotamiento y el cansancio», recuenta en relación a la pandemia, el incendio urbano que asoló el Valle el pasado agosto y ahora el bicho. Pérez confirma la teoría del reparo a la hora de comprar, de forma que hay que prefiere entrar en aquellas tiendas más resguardas de la calle para evitar encuentros, pero también achaca la crisis a la constante incertidumbre al albur del volcán y sus estados de ánimo. Reclama comprensión los clientes para que compren en la localidad, -“flaco favor nos hacen las compras on line”-, y el espabile de las administraciones para que hagan efectivas las subvenciones al plátano, primera sustancia económica del lugar.

María Rodríguez es la gerente de la Zona Comercial Abierta Los Llanos, que agrupa a unos 80 comercios. Afirma que en un primer momento, no más reventar el cráter, las administraciones se centraron primero en procurar lo estrictamente necesario para las personas afectadas, «y una vez pasado el primer momento de locura se han ido organizando campañas conjuntas con el Ayuntamiento para impulsar la economía, como la que comienza el próximo 9 de diciembre con un sorteo de tarjetas monederos. Esta, después de la iniciada el 1 de noviembre y que finaliza hoy en combinación con los municipios de Breña Alta, Santa Cruz de La Palma y los Llanos también con el sistema de la tarjeta monedero.

A las que se añaden iniciativas de fuera de las islas, como la chocolatada organizada por la asociación de empresarios de Madrid, que este año destina sus beneficios a La Palma o la que llega desde Gran Canaria, una original idea por la que un donante puede hacer un doble beneficio, ya que a través de la ZAC puede gestionar y abonar la compra de aquello que haga falta a un damnificado en los comercios locales.

«El lunes compramos gracias a la donación de una chica de Tenerife dos camas y dos colchones a un a familia que los necesitaba por un valor de 400 euros», afirma agradecida sobre la «iniciativa canariona». Comercio Vivo, se llama la eficaz ocurrencia.

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