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La variante delta eleva el riesgo de Covid grave en los menores de 12 años

La catedrática de la ULPGC, María del Mar Tavío, analiza en la plataforma de difusión científica ‘The Conversation’ la importancia de inmunizar a la población infantil

María del Mar Tavío.

La vacunación infantil contra el Covid-19, contribuirá a frenar la incidencia de la infección, reduciendo el número de contagios, al tiempo que disminuirá el riesgo de enfermedad grave, mayor con la expansión de la variante delta, y de Covid persistente en los menores de 12 años. Así lo recoge el artículo Covid-19: ¿Es necesaria la vacunación infantil?, publicado por la catedrática de Microbiología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), María del Mar Tavío, en la plataforma de divulgación científica The Conversation.

Tavío, decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la ULPGC, hace un análisis sobre la importancia de inmunizar a los más pequeños de la casa, destacando el papel que juegan actualmente en la cadena de transmisión del virus. «En la actualidad, el 79,2 % de la población española tiene pauta completa de vacunación frente a la Covid-19. Pero a pesar del alto porcentaje de población vacunada, se está dando un incremento progresivo de la incidencia del virus. La mayor parte de los casos se observa en la población no vacunada, sobre todo en la población infantil menor de 12 años, que representan el 11% de la población del país. La inclusión de este grupo en la estrategia de vacunación facilitará que la cobertura vacunal se aproxime al 90%», apuntó.

La investigadora señala en el artículo que la incidencia de la Covid-19 en la actualidad, tras alcanzarse una cobertura vacunal importante entre los mayores de 12 años, es muy dispar según los grupos de edad, siendo el de los menores de 11 años muy superior a la media poblacional, con una diferencia superior a 100 puntos. «Los datos indican que este grupo no vacunado podría actuar como reservorio y fuente de infección de SARS-CoV-2, pues recordemos que las personas asintomáticas o con enfermedad leve también pueden transmitir el virus».

Covid persistente

La catedrática de Microbiología de la ULPGC también señala la importancia de la vacunación en edad infantil para disminuir el riesgo de sufrir la enfermedad sintomática, así como de desarrollar Covid persistente, una nueva afección presente en personas que han sufrido la infección por el virus SARS-CoV-2.

«En ocasiones, la Covid-19 puede evolucionar de forma grave en algunos menores de 12 años. De hecho, este riesgo se ha incrementado con la expansión de la variante Delta. Lo hemos visto en Estados Unidos, donde se ha producido un aumento de cinco veces en las tasas de hospitalización de niños y adolescentes de 0 a 17 años que se asoció con una mayor circulación de la variante Delta».

Según los datos publicados por la investigadora, desde que comenzó la pandemia, en España han sido hospitalizados 3.259 niños menores de 10 años, de los que 863 -el 26%- ocurrieron entre el pasado 20 de junio y el 15 de septiembre, junto con una mayor presencia de la variante Delta. «En la actual situación epidemiológica, la vacunación infantil frente a la Covid-19 contribuirá a reducir la transmisión del virus y la incidencia de esta infección en el conjunto de la población. Además de ello, protegerá a los menores de 12 años frente al riesgo de Covid-19 grave», subraya la decana de Ciencias de la Salud.

Respecto a la seguridad de la vacuna para la población infantil, la doctora Tavío recuerda que la fase clínica del estudio del fármaco de Pfizer-BioNTech frente a la Covid-19 se llevó a cabo en 2.268 menores de 5 a 11 años de edad, y los resultados confirman una efectividad de la respuesta inmune por anticuerpos similar a la observada con la fórmula para adultos en el grupo de 16 a 25 años, con una eficacia del 90,7 %. «Cabe destacar que los efectos secundarios de la fórmula infantil fueron de leves a moderados y desaparecieron en uno o dos días. Estos efectos consistieron sobre todo en enrojecimiento e hinchazón en el lugar del pinchazo. Además se observó fatiga, pérdida de apetito, dolor de cabeza, dolor muscular y articular. La incidencia de efectos sistémicos, como fiebre y escalofríos, fue menor que en el grupo de 16 a 25 años y, generalmente, se producía después de la segunda dosis».

María del Mar Tavío también hizo hincapié en que el desarrollo de vacunas infantiles está sujeto a mayores exigencias que en las vacunas para adultos -«es el caso de los requisitos adicionales en la seguridad de los preparados vacunales infantiles». Eso, unido a que era prioritario vacunar a la población adulta al ser más vulnerable a la infección por SARS-CoV-2, ha producido un retraso mayor en la vacunación infantil. «Pero recientemente, la evolución de la pandemia ha aumentado el interés por la administración de la vacuna en este grupo de edad».

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