La persona más longeva de Galicia y la cuarta más longeva de España, Luisa "Lulú" Vázquez, falleció esta madrugada en su casa a los 111 años de edad. Será incinerada en la intimidad familiar y su funeral será el lunes, 27 de diciembre, a las 17.30 horas en la iglesia de San Bartolomé.

La pontevedresa, que no tuvo hijos pero siempre estuvo muy arropada por sus 87 sobrinos, vivió la Guerra Civil, dos guerras mundiales, la gripe de 1918 y, ya en la actualidad, la pandemia de COVID. De hecho, debido a las restricciones sanitarias, en sus cumpleaños de 2020, con el país en confinamiento domiciliario, recibió la visita a distancia de varios de sus familiares, que la felicitaron con una gran pancarta a las puertas de su casa en la calle Padre Amoedo, así como de la Policía Local, que hizo sonar las sirenas de cuatro coches patrulla a su paso por el edificio, donde hicieron también una pequeña parada.

Siendo una niña vivió la conocida como gripe española de 1918, “que fue mucho más localizada, cuando la guerra europea”, señalaba ella misma. Entre sus aficiones estaba la calceta, que inició cuando estudiaba en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Placeres, de la que era la antigua alumna más longeva. Aseguraba desconocer el secreto de su longevidad y, con su característico sentido del humor, bromeaba al decir que "no hice dieta en mi vida".

Lulú nació el 29 de marzo de 1910 en la calle Cobian Roffignac, muy cerca del piso de Padre Amoedo donde ahora vivía. Entró interna en el Sagrado Corazón de Placeres en enero de 1919, el curso en el que se fundó el colegio. Una pontevedresa de pura cepa. Cursó todos sus estudios en el internado, no sin añoranza del hogar y la familia, y su vida adulta estuvo marcada siempre por su enorme implicación con la sociedad pontevedresa. 

Familiares felicitando a Lulú con una pancarta frente a su casa. Rafa Vázquez

Con 18 años se convirtió en madrina del Somatén (un cuerpo paramilitar de protección civil), y el golpe de Estado la pilló rezando la novena del Carmen en la iglesia de San Bartolomé. Los republicanos se habían incautado de la radio fundada por su tío y, al abandonarla, le habían quitado una pieza para que no se pudiera manejar, así que el Capitán de Artillería Manuel Casal llamó a su hermano Tito para pedirle que fuese a ponerla en marcha. Salvo su tío Vicente, toda la familia se volcó con el bando que resultaría vencedor. Su padre y su tío Enrique formaron parte de la Guardia Cívica y Lulú se convirtió en Margarita, sección femenina de la Comunión Tradicionalista, nacida para ayudar a los Requetés que estaban en el frente. Optó por seguir a la rama carlista de la familia porque, a pesar de que uno de sus hermanos militaba en Falange, a ella no le gustaba nada la Sección Femenina. Ella decía que “por sus formas” pero seguro influyó también su carácter independiente, tan ajeno a la tutela del varón que postulaban las de Pilar Primo de Rivera. 

Los tres años de la Guerra Civil los pasó Lulú Vázquez Silva entre la sede de las Margaritas, empaquetando provisiones para el frente, y el Hospital donde asistía a los heridos, quedando especialmente grabadas en su recuerdo las terribles consecuencias que las bajas temperaturas provocaron en los soldados destinados en Teruel. Cuando el bando franquista ganó la guerra, Lulú lo celebró en una fiesta que el general Aranda organizó en Valencia en julio de 1939. Tenía entonces 29 años y, ajena a las proclamas de la hermana de Primo de Rivera, aún disfrutó durante años de la libertad de la soltería.

Cuando se casó con el santiagués Juan José Harguinday ya tenía 38 años. Fue un matrimonio tardío para aquellos tiempos, del que no hubo descendencia, pero que le dio prórroga a la diversión. Los principales escenarios de su ocio fueron el Teatro Principal y el Casino, donde había tenido lugar su puesta de largo en los carnavales de 1928. Su memoria prodigiosa recordaba hasta hace poco el traje rosa de encaje y tul que llevaba y que era regalo de su abuela materna, mamá Aurora.

Tras la boda, se marchó a vivir a Compostela, donde su marido ejercía como médico, y esa fue su residencia durante 24 años. Apenas llevaba uno de regreso en Pontevedra cuando enviudó. Empezó entonces una mala época para Lulú, que sufrió dos accidentes de tráfico, y en uno de ellos perdió a su hermana Aurora. Hasta hace poco, y antes de la pandemia de COVID, era fácil verla paseando por Pontevedra con su inseparable bastón y su gran y centenaria vitalidad.