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Ayoze González Hernández Neurólogo del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín

Ayoze González: «El cerebro ha aprendido a reaccionar de una manera diferente en Navidad»

El neurólogo Ayoze González en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. | JUAN CASTRO

Ayoze González, neurólogo del Hospital Doctor Negrín, desvela algunas de las claves que explican el espíritu navideño desde el punto de vista biológico. El odio o el amor por estas fiestas no viene determinado por la magia navideña o la falta de ésta, «el cerebro identifica la Navidad con una época feliz acompañada por los seres queridos», pero cuando hay una pérdida, nos transmite «que nos falta algo para ser felices».

¿Funciona el cerebro de manera diferente en Navidad?

El cerebro humano es el más evolucionado de todas las especies animales conocidas, y es el responsable de la adaptación del ser humano al medio ambiente que lo rodea. Esto es así porque las neuronas, que son las células funcionales básicas del sistema nervioso, están en continua interacción formando redes neuronales que son capaces de modificarse en respuesta a los estímulos externos que llegan y se procesan en el cerebro. Es decir, el cerebro humano es plástico, y se modifica dependiendo de los diferentes estímulos que recibe. Además, los estímulos son, en muchas ocasiones, vinculados a diferentes emociones, generándose respuestas emocionales más complejas. Esta es la base del aprendizaje. La Navidad forma parte de nuestra tradición cultural y, como tal, ha sido procesado y aprendido en nuestro cerebro, que reacciona de una manera diferente en la Navidad que en otras épocas del año. Pero no es un mecanismo innato, sino que es aprendido. De hecho, no tiene el mismo significado la Navidad para una persona educada en la tradición judeo-cristiana que en la tradición islámica. Y tampoco reacciona igual a la Navidad una persona que haya sufrido un acontecimiento negativo en la Navidad, para el que, muy probablemente, la Navidad será, después de ese acontecimiento, una época triste. Así, vemos que, puesto que tradicionalmente en nuestra cultura la Navidad es una fiesta que se disfruta en familia, es una época en la que las pérdidas de familiares se viven con especial tristeza: nuestro cerebro aprendió a identificar la Navidad con una época feliz acompañado por los seres queridos; si alguien falta, el cerebro identifica que nos falta algo para ser felices.

¿En qué parte del cerebro se localiza el espíritu navideño y qué mecanismos biológicos están involucrados?

Aunque se han descritos áreas cerebrales que se han relacionado con el espíritu navideño, como las áreas sensoriales del lóbulo parietal, las áreas premotoras y motoras del lóbulo frontal o el sistema límbico, es interesante remarcar que, utilizando una técnica que permite evaluar el metabolismo cerebral -resonancia magnética funcional-, la activación de estas áreas era significativamente mayor en aquellas personas que tradicionalmente celebraban la Navidad que en aquellas que no. Y estas áreas no eran específicas de la Navidad, sino que eran redes neuronales implicadas en el reconocimiento de las emociones faciales, la activación de las emociones, la integración compleja de diferentes estímulos o las reacciones espirituales. Es decir, que para que se activen áreas en respuesta a los estímulos relacionados con la Navidad, primero se debe haber aprendido la respuesta y, además, estas redes no son específicas de la Navidad, sino que participan en otras actividades emotivas.

¿Qué determina el odio o el amor por la Navidad?

Las respuestas que se generan a partir de los diferentes estímulos que procesa el cerebro humano son aprendidas dependiendo de factores psicológicos y sociales previos, es decir, de la experiencia previa de la persona. Estas experiencias pueden ser claramente identificadas por la persona o, en muchas ocasiones, pueden no ser claramente identificadas. Por eso, el haber identificado previamente la Navidad con experiencias negativas puede anticipar esa respuesta cuando se aproximan las fechas o generar un sentimiento negativo asociado a la misma.

¿Qué son las neuronas espejo y qué papel juegan en el espíritu navideño?

Las neuronas espejo son un tipo específico de neurona descubiertas a finales del siglo XX y que se activan en respuesta a las acciones que se observan en otras personas. Se localizan fundamentalmente en los lóbulos frontal -donde se procesa el movimiento- y parietal -donde se integran los estímulos táctiles recibidos del exterior y las expresiones faciales y las emociones-, y son fundamentales para las interacciones sociales, puesto que participan en las respuestas de imitación así como en otras funciones y comportamientos más complejos, como la empatía. Así, se ha demostrado como la evocación de emociones agradables y comportamientos placenteros relacionados con la comida y que son compartidos con los seres queridos activan las neuronas espejo.

¿Existen mecanismos neuronales que expliquen por qué las navidades son la época de mayor consumo?

Nuestra cultura nos ha inculcado la Navidad como una época de felicidad e ilusión, lo que hace que, en general, respondamos de forma positiva a la misma, reforzando nuestros valores, creencias y pertenencia a una unidad familiar con la que compartimos amor y cariño. Esto nos predispone a una sensación de alegría, bienestar y euforia. Estas emociones se asocian a la liberación de grandes cantidades de un neurotransmisor cerebral que es la dopamina. La activación de las vías dopaminérgicas se relaciona con la activación de los circuitos de recompensa cerebral. Estos circuitos se vinculan con la repetición de comportamientos que nos hace felices y que son capaces de ‘saltarse’ el control racional que mide las consecuencias de los hechos. Así, existe realmente una retroalimentación: como estamos más felices, consumimos más y esto genera, a su vez, mayor recompensa. Esto explica, además, porque la publicidad en estas fechas apela tanto al componente emocional, para activar esa activación de circuitos mediados por la dopamina.

El doctor González en su consulta. | | JUAN CASTRO María Jesús Hernández

¿Cómo se explica la felicidad de regalar y de ser regalados?

El proceso de regalar y de ser regalados se enmarca en una situación más global de pertenencia a un grupo, de sentirse queridos y valorados y de cuidar a alguien. Estos estímulos son fuertemente activadores de la liberación de dopamina y, por lo tanto, de la activación de circuitos de recompensa. Por eso, cuando uno se genera una expectativa, que también se relaciona con la liberación anticipatoria de dopamina, y esta expectativa no se cumple, se produce una caída en esa liberación de dopamina, que genera la sensación de frustración.

¿Cuánto dura el placer de comprar?

Comprar no genera placer en sí mismo, sino que se vincula a satisfacer un sentimiento, autosatisfacer algo que uno quiere o satisfacer ese sentimiento de pertenencia y de cuidar a alguien, por ejemplo. Es realmente la satisfacción de esa novedad lo que genera una liberación de dopamina y, por lo tanto, activa los circuitos de recompensa. Una vez que esa satisfacción está cubierta, la liberación de dopamina va cayendo y atenuándose, por lo que el placer va disminuyendo.

Estudios al respecto dicen que sólo el 7% de las decisiones de compra en estas fechas son racionales. ¿Cómo se puede evitar este consumismo irracional?

Es que la toma de decisiones del ser humano tiene una alta influencia de las emociones. De hecho, en algunos trabajos en los que se mostraba a los participantes, fotos de objetos que podrían desear en mayor o menor medida, se medía mediante técnicas de imagen cerebral la activación de diversas áreas y se les pedía que indicasen en qué momento decidían que las comprarían o no, se mostraba que la activación de la amígdala cerebral, que está íntimamente relacionada con la integración de las emociones, era anterior a la percepción consciente de querer adquirir o no el artículo. Es decir, que antes de que hubiera una percepción consciente de querer adquirir el artículo, ya había una activación de los circuitos más relacionados con las emociones. Y, además, esta activación se relacionaba claramente con la decisión final. Por lo tanto, a la hora de afrontar este proceso es conveniente, por una parte, decidir antes de entrar en la dinámica consumista, cuánto dinero quiere uno gastar en las Navidades y, en segundo lugar, tener una lista clara de qué necesita para sí mismo y para los demás. Anticiparse y planificar es la mejor alternativa.

¿Qué mecanismos o recursos se suelen utilizar a nivel comercial o publicitario para estimular las compras en esta época?

El neuromarketing es una rama de la neurociencia que se aplica a las estrategias utilizadas en publicidad. En general, estas estrategias van destinadas a generar una sensación de bienestar, euforia y optimismo en los compradores, a través de diferentes estímulos. Así, se utilizan olores agradables, escenarios coloridos con muchos tonos en rojo y en dorado, que se relacionan con la riqueza y el poder, y canciones emotivas que intentan despertar el lado más emocional de los consumidores, intentando transportarlos a su infancia. Además, se suelen utilizar recursos como colocar los productos más vendidos de una forma más visible y en lugares destacados.

¿Por qué España es el país que más gasta en Navidad?

Esta es una pregunta que entra más en el terreno de la sociología que en el de la neurociencia individual. Sin embargo, hay que destacar que los modelos sociales mediterráneos se han caracterizado clásicamente por unas relaciones familiares sólidas y más solidarias que en los modelos continentales, anglosajón o nórdico. Así, tradicionalmente, en España, como representante de ese modelo mediterráneo, existe una marcada importancia de la familia como unidad estructural básica, estableciéndose vínculos familiares intensos. Esto hace que, en una época tan vinculada a los lazos familiares como la Navidad, este sentimiento se exalte. Además, hay que tener en cuenta otro aspecto y es que, clásicamente, en España se celebraba el Día de Reyes como fecha más asociada a los regalos, mientras que desde finales del siglo pasado se asimiló la tradición de Papá Noel, sin desplazar al Día de Reyes, sino sumado a él. Así, se ha generado una duplicación de las ‘justificaciones’ para comprar y hacer regalos. La otra fuente de gastos navideños está asociada con los gastos en comida, que también es mayor en los países mediterráneos, en los que se une la tradición gastronómica de los mismos con ese modelo social mediterráneo con gran importancia de la familia, lo que provoca que en estas fiestas se celebren diversas cenas y comidas familiares en las que se reúnen muchos miembros de la familia con productos que en otras épocas del año se consumen menos.

¿Por qué cuesta cumplir los buenos propósitos de año nuevo?

Ya se ha mencionado cómo la Navidad estimula los sentimientos de alegría, euforia y optimismo, y cómo se relaciona esto con la liberación de dopamina y la activación de los circuitos de recompensa cerebral. Entre otras cosas, esta activación lleva a una menor capacidad del cerebro para planificar y tomar decisiones racionales. Generalmente, los propósitos de año nuevo están pensados en una situación de marcado optimismo, sin establecer con claridad unas metas realistas que, posteriormente, son más difíciles de integrar en la rutina diaria.

¿Cuál sería su recomendación para abordar estas fechas?

Realmente estamos en las segundas navidades que se han visto muy influidas por la Covid-19. En estas fiestas hay que intentar disfrutar en la medida de lo posible de los seres queridos, fomentando la unión y el cariño, pero siempre con precaución y siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Es importante evitar los excesos, tanto en la compra de regalos como en las comidas y evitando gastar por encima de las posibilidades, para no hipotecar el resto del año en unas fiestas en la que lo más importante es compartir momentos y experiencias con las personas queridas.

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