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Volcán de La Palma | Seguimiento científico para la reconstrucción

La lava del volcán de La Palma continúa candente un mes después del apagón

Una de las grietas desde las que se puede contemplar la lava incandescente.

La lava incandescente aún fluye en el interior de la tierra solidificada en los alrededores del volcán. Desde las grietas que se han formado en alguno de sus tubos volcánicos se puede ver, a varios metros de profundidad y con gran precisión, cómo la lava, de un color rojo intenso, sigue recorriendo esos nuevos espacios formados por el volcán. Y lo hace a más de 800 grados centígrados pese a que hace ya casi un mes que el volcán decidió apagarse de forma definitiva.

Ese fluido interior seguirá registrando altas temperaturas durante un tiempo indeterminado

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Esta imagen, aunque sorprendente, forma parte natural del proceso eruptivo. Como explica el sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Itahiza Domínguez, esta imagen sucede debido a que “las capas de lava y material volcánico frío son malas conductoras del calor”.  Cuando se solidifica la lava exterior, al contacto con el ambiente a una temperatura mucho más baja, la de su interior permanece casi a la misma temperatura que cuando fue emitida de forma violenta por el volcán. “Los materiales del interior se mantienen a una temperatura alta durante bastante tiempo”, resalta Domínguez.  

Esto sucede en la mayoría de los volcanes. En algunos se ha llegado a encontrar material incandescente que puede crear otra pequeña lengua de lava meses después de la finalización de la erupción. Esto puede suceder si, por ejemplo, se rompe un tubo de lava.En otros parajes volcánicos, como el que dejó la erupción de Timanfaya (Lanzarote), aún «se pueden encontrar temperaturas altas si se hace un hueco en la tierra», pese a haber sucedido hace más 300 años. Y en la isla de Fogo (Cabo Verde), que sufrió una erupción volcánica en 2014, varios años después los habitantes aún encontraban problemas para construir encima de la lava, dado que el calor que emanaba de su interior derretía cualquier instalación de suministro que quisiera realizarse para las viviendas.

Así que, durante un tiempo, también en La Palma la lava seguirá fluyendo de manera silenciosa en los recovecos que aún no se han enfriado especialmente cerca del cono volcánico donde se ha acumulado, a lo largo de los 85 días que se prolongó la erupción, "mucho material". "Esto ocurrirá durante mucho tiempo y, sobre todo, en la primera fase tras apagarse el volcán, dado que aún existe mucho material fundido en el interior".

Por esta razón, es necesario que "se espere un tiempo" antes de empezar a edificar o construir viarios encima de las coladas. "Puede suponer un problema", explica Domínguez, que matiza que esto puede suceder especialmente en las coladas de mayor altura. "Otra dificultad es que las coladas se van asentando a medida que pasa el tiempo, con lo que al principio construir una carretera puede ser contraproducente", insiste el investigador del IGN.

En la misma zona donde los científicos han visto la lava discurriendo a una alta temperatura, hay una fractura en el cráter con emanaciones gaseosas de dióxido de azufre y con temperaturas que llegan a los 500 grados. Los gases se desprenden de la lava a medida que esta se enfría porque "están disueltos en la lava y al cambiar de estado, la parte fluida los deja escapar". 

Con una desgasificación - tanto de dióxido de azufre como de carbono - que afecta gran parte del perímetro inundado por las lavas del volcán, la pregunta es ¿cuándo dejará de emitir gases? Los científicos no lo tienen claro. "Es difícil de saber con exactitud porque depende de la capacidad de enfriamiento del material y de la cantidad de material fundido que todavía quede ahí debajo", indica Domínguez. Cabe recordar que el volcán ha llegado a expulsar, según el último balance del Comité Científico del Pevolca, 160 millones de metros cúbicos de lava y 20 millones de metros cúbicos de tefra (cenizas). De hecho, este fin de semana el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) advirtió que había encontrado concentraciones anómalas de dióxido de carbono (CO2) en los bajos de algunos edificios de Puerto Naos (Los Llanos de Aridane) y señaló que su origen está relacionado con la actividad volcánica-hidrotermal tras el final de la erupción del volcán de La Palma. Estas concentraciones anómalas de CO2 se detectaron también en el interior de edificios de la misma localidad palmera.

Los plátanos sin peligro para el consumo

La presencia de elementos químicos emitidos por el volcán en los plátanos recogidos durante la erupción del volcán de Cumbre Vieja no supone un peligro para el consumo humano, ya que en ningún caso se excedería el 5 % de la ingesta diaria tolerable de cualquiera de ellos. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista científica Chemosfere por investigadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, del Instituto Tecnológico de Canarias y del Centro Español de Investigación Biomédica en Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición.

La investigación ha demostrado que la deposición de cenizas y nanopartículas de material magmático en la superficie de los plátanos afecta mucho menos al interior de la fruta que a la piel, que absorbe una mayor cantidad de elementos que en determinadas concentraciones podrían resultar tóxicos. Esto permite que gran parte de la contaminación desaparezca con el lavado que tiene lugar en las plantas de procesado, con reducciones del 74 % en 37 de los 50 elementos analizados. Incluso después del lavado, resaltan los investigadores, hay un aumento significativo de la concentración de algunos elementos de claro origen magmático respecto a los plátanos cosechados en circunstancias normales, como el hierro, el aluminio, el titanio, el vanadio, el bario, o el plomo, la mayoría de los elementos de las tierras raras, el molibdeno y el cobalto.

En todos los casos, la principal culpable de la alta concentración de los elementos analizados es la ceniza, rica en titanio, aluminio y hierro, por ejemplo.

Se calcula que el material piroclástico emitido por el volcán ha afectado a 3.500 hectáreas, de las cuales el 51 por ciento, unas 1.800, son plantaciones de plátanos, con una producción estimada anual de unos 100 millones de kilos de plátano. | Efe

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