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Misas

La concejal gallega que hace de cura: "Me voy a poner la minifalda para traer a los hombres a misa"

Una edil socialista oficia los actos religiosos en una localidad de Pontevedra ante la ausencia del párroco por enfermedad y la falta de sacerdotes para sustituirlo

María Canosa Otero, en el altar de la iglesia de Santa Cristina de Cobres.

La misa de este domingo en Santa Cristina de Cobres, en Vilaboa (Pontevedra) terminó en aplausos. Fue una ovación espontánea y sincera, en reconocimiento a la emoción con la que María Canosa Otero ofició –como viene haciendo cada domingo desde el pasado 19 de diciembre– la lectura de los Evangelios, en ausencia del párroco, Guillermo Campos. El sacerdote enfermó el pasado 6 de diciembre y desde ese momento María Canosa, vecina y concejal socialista de Vilaboa, se hace cargo de los actos religiosos que puede conducir un seglar.

Canosa, con la ayuda de Estefanía Táboas, ofreció la misa a la recuperación de Don Guillermo, párroco de esta feligresía desde 1985. La emoción les quebró la voz en algunos momentos, principalmente en los cánticos, que el párroco de Santa Cristina tanto cuida en sus oficios, según explican sus colaboradoras.

Además de la misa dominical, Canosa ha oficiado ya las celebraciones de Navidad, Año Nuevo y Reyes. Lo hace, explica, para mantener unida a la parroquia y para continuar con la labor que realiza Don Guillermo “hasta que él pueda volver”. El sacerdote, indica María, tiene ilusión por dar misa en Pascua y en la última visita al hospital “le prometí que yo misma lo traeré, aunque sea en silla de ruedas”.

Esta concejal, que forma parte del gobierno local de Vilaboa desde 2003, colabora habitualmente en la parroquia como catequista. Explica que siente la necesidad de ayudar al sacerdote y que lo hace “de corazón, porque él siempre me ayudó mucho, se porta muy bien conmigo, igual que con todo el mundo”, asevera María, ante el asentimiento de Estefanía Táboas y de Maruchi Vidal, que al finalizar el acto religioso de este domingo recordaron las muchas ocasiones en las que el párroco ayudó a los vecinos.

En sus visitas al hospital, donde el párroco trata de superar una grave enfermedad, María bromea con el sacerdote al decirle que le va a quitar el puesto: “Manda hacer una sotana para mí porque ya voy a quedar yo en tu lugar”. Como el párroco mantiene en el hospital el sentido del humor que siempre tuvo, María le dice que “me voy a poner la minifalda para sacar a los hombres del bar y traerlos a misa”. Ocurrencias que divierten al sacerdote, que siguiendo la broma le anima a hacerlo.

Como seglar, María no puede consagrar ni dar la paz, pero hace el resto de rituales del oficio: dirige las oraciones, lee los evangelios, reparte la comunión e invoca las preces, que este domingo fueron por Don Guillermo, por todos los enfermos de la parroquia y por el alma de Lionil Gavilanes, un vecino fallecido en Venezuela.

Oficia la lectura con su ropa de seglar, pero al preguntarle sobre esta cuestión explica que siendo también monaguilla podría llevar la túnica blanca de Alba que visten los ayudantes del sacerdote.

Las obleas sagradas las consagra previamente el párroco de San Adrián, quien también acude a la parroquia de Santa Cristina a oficiar los funerales. “Porque tú aún no puedes enterrar gente”, bromea con María su amiga Maruchi Vidal.

Dentro de las chanzas que le permite este asunto, María también dijo al sacerdote de San Adrián que “me voy a hacer cura”. Siguiendo la broma, él le respondió que “no vas a ser sacerdote, pero tú ya tienes el título”.

"Está bien atendida"

La falta de clérigos ha hecho que algunas parroquias de Vilaboa sean atendidas en ocasiones por un profesor de religión, o por una monja que en ocasiones también acudió a realizar las lecturas. Pero hablando sobre estas sustituciones con el vicario de Pontevedra, el párroco de San Adrián dijo al delegado eclesiástico que Santa Cristina “está bien atendida”.

A Estefanía Táboas Pereira, que interpreta los cánticos de la misa, se le quebró la voz en varias ocasiones al recordar al párroco Guillermo Campos, a quien ayuda desde hace más de diez años. “Es muy buena persona, de las que ya no quedan”, dice Fany Táboas. “Íbamos juntos prácticamente todos los días de aquí para allá”, explica, ya que también acompañaba al sacerdote a la parroquia de Vilaboa.

Saetas

También Maruchi Vidal se emociona al recordar lo mucho que Don Guillermo ayudó a su familia durante todos sus años de párroco. Recuerda con humor cuando les enseñó a cantar saetas para interpretar en Semana Santa. “Él disfruta mucho la música, la vive, y también canta muy bien”, añade Maruchi Vidal.

Mientras conversan y recuerdan otras anécdotas del sacerdote, a María Canosa le suena el teléfono a través de su Smartwatch. Le preguntamos si le llaman de otras parroquias para dar misa y mantiene la broma: “Si me pagan bien, voy”.

La charla concluye pidiéndonos que volvamos a la parroquia cuando regrese Guillermo Campos a decir la misa.

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