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Crisis del coronavirus | La opinión de los expertos
Amós García Rojas Jefe de Epidemiología del Servicio Canario de Salud (SCS)

«Hablar de endemia sin cerrar la sexta ola sería un error grave»

Amós García Rojas es presidente de la Asociación Española de Vacunación. La Provincia

«Hablar de endemia sin cerrar la sexta ola es un error grave que no nos podemos permitir». A partir de este análisis, Amós García Rojas, jefe de Epidemiología del Servicio Canario de Salud, aborda los daños que la pandemia está generando en estos momentos en el Archipiélago.

¿El hecho de que en las últimos fechas se esté hablando casi tanto de la posibilidad de entrar en una fase de endemia como de los estragos causados por la pandemia es un síntoma de mejoría?

Conseguir que una enfermedad pase de un concepto de pandemia a endemia siempre es una noticia positiva, porque el mensaje que le estamos trasladando a la población es el siguiente: ¡Oye, este virus ha venido para quedarse y lo que tenemos que hacer es aprender a convivir con él! Para que eso suceda, tenemos que eliminar antes la carga más terrible que ha tenido la pandemia, que es la que está asociada a la vulnerabilidad, a los ingresos en UCI y a los fallecimientos. Eso aún no ha ocurrido. Otra cuestión distinta es que me plantée si ha llegado el momento de empezar a hablar de endemia...

¿Estamos cerca de esa fase?

En plena sexta ola y con la que está cayendo aún no estamos en condiciones de endemizar la enfermedad. Eso no parece razonable, porque existe una incidencia acumulada absolutamente brutal. Es verdad que sobre la mesa tenemos una serie de indicadores que parecen apuntar que, a lo mejor, nos encontramos algo más cerca de abordar una fase de relantización –los casos en los últimos días han subido, pero este incremento está por debajo de lo que ha sucedido en las fechas precedentes–, es decir, seguimos subiendo pero menos. Estas señales proponen cierta estabilidad y que podemos alcanzar la meseta en breve, aunque en el contexto actual no me atrevería a hablar en otros términos, porque eso tendría unas consecuencias terribles para la población.

«Lo que más me ha dolido de esta pandemia es el uso político que le han dado casi siempre»

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¿En qué sentido?

Que volveríamos a bajar la guardia y nos enfrentaríamos a un estampido de casos muy superior al que tenemos en estos momentos... Eso nos colocaría en una posición bastante comprometida a nivel sanitario porque, además de crear un problema mucho más gordo que el que existe en Atención Primaria, el área de hospitalización se resentiría muchísimo. No es lo mismo tener un 1% de casos graves en 100 pacientes que en 10.000.

¿Toca esperar?

Toca preparar el camino y, sobre todo, evaluar cuáles son los pasos que vamos a seguir cuando llegue el momento adecuado, porque este proceso no puede ser un salto al vacío. Tenemos que ir poco a poco, partido a partido –aplicando la máxima del cholismo–, antes de empezar a hablar de endemizar la enfermedad por una cuestión clara: el virus ha venido para quedarse. Hablar de endemia sin cerrar la sexta ola es un error grave que no nos podemos permitir. El virus está transformando a los múltiples organismos con los que convivimos habitualmente.

Cuando hace poco más de tres meses el número de positivos en Canarias estaba en varios centenares diarios era casi «impensable» el retroceso experimentado a partir de la aparición de la variante ómicron.

Cuando acabó la quinta ola y los resultados empezaron a mejorar de una manera clarísima y evidente, con toda la prudencia del mundo, muchos pensábamos que estábamos en el camino correcto para empezar a cambiar la cara de la pandemia... Esto coincidió en el tiempo con algo que, desgraciadamente, los países desarrollados siguen sin ser conscientes: que hay otros en vías de desarrollo a los que no le llegan las vacunas. Mientras que en esos países haya gente sin vacunar, el virus va a seguir circulando y las consecuencias directas se van a traducir en la aparición de nuevas mutaciones y variantes. De esta forma se presentó ómicron y le dio un giro de 180 grados al escenario sanitario mundial.

¿A un experto le puede llegar a sorprender la enorme voracidad con la que se dio a conocer la variante de origen sudafricano?

El factor sorpresa es algo que está muy presente en el mundo de la ciencia. Sobre todo, cuando te encuentras en medio de un escenario tan descomunal. La variante ómicron tiene una capacidad de contagio endiablada. No crea casos graves, pero sí que tiene una difusión tremenda a nivel mundial. Benditas sean las vacunas, sin ellas en la situación actual ya estaríamos hablando de una auténtica masacre.

«No veo evidencias científicas por las que aplicar la cuarta dosis de vacuna a la población en general»

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¿Hasta qué punto el alto porcentaje de población vacunada con la pauta completa –antes de que se abriera la tercera dosis– ha logrado amortiguar el arrollador avance de la sexta ola?

Imagine que nos ponemos en el escenario opuesto al que tenemos en España, es decir, que si en lugar del 90% de la población vacunada con la pauta completa nos hubiéramos encontrado con solo un 10% ante un escenario tan dantesco como el que se ha originado a partir del estallido de ómicron. Las vacunas consiguen lo que consiguen, que es evitar las formas graves y complicadas, no evitan que llegue la infección. Lo que sí se ha logrado es que este aumento desmesurado en el número de casos no se haya visto acompañado paralelamente por un crecimiento descomunal de las formas graves y complicadas.

¿Frente a ese posicionamiento, sin pretender ser catastrofista, muchos estarán pensando que Canarias registra un número importante de muertes al día?

El número de defunciones diarios en las Islas es terrorífico, pero en líneas globales el índice de mortalidad de Canarias a lo largo de la pandemia es uno de los más bajos del país. Las muertes suben básicamente porque el número de casos se ha disparado y están afectando a pacientes que tienen pluripatologías, es decir, que a las complicaciones del virus hay que sumar otras que completan el peor cuadro posible y terminan sufriendo el estadio más complicado que tiene la pandemia, que es el fallecimiento.

¿Confía en las previsiones que hacen los más optimistas de cara a que este año se puede tener más controlado el virus?

Con todas las precauciones que hay que tener a la hora de hablar de un microorganismo que es muy inteligente, el 2022 puede ser un año algo más positivo por diversas causas. En primer lugar, porque los virus respiratorios tienden a la levedad y a adaptarse al huésped en el que están, lo que significa que no les interesa que este se muera. Además, en segundo lugar, el porcentaje de población que está vacunada es inmenso y eso supone una cierta garantía en relación a la evolución de la pandemia. A eso hay que añadir que ómicron está afectando a tanta gente y a otros muchas personas que no saben que están pasando el virus, lo que significa que entre la inmunidad natural que se obtiene por haber pasado la enfermedad y la inmunidad adquirida a través de las vacunas el escenario al que nos enfrentamos puede ser distinto.

Habla de un microorganismo «muy inteligente» que está siendo combatido por el talento de los investigadores, pero, ¿quién ganará este pulso?

Espero que la ciencia (silencio)... Dos años después del inicio de todo esto hemos normalizado una situación que no puede esconder el hecho de que estamos en medio de la crisis sanitaria mundial más tremenda que se ha dado en los últimos años. Lógicamente, para tratar de corregir un panorama tan terrible la humanidad se ha visto obligada a invertir mucho talento y, sobre todo, mucho dinero... Un dinero que no hace falta que le diga se espera recuperar muy pronto.

«Benditas sean las vacunas, sin ellas en la actual situación estaríamos hablando de una masacre»

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¿Algunos laboratorios ya lo están haciendo?

Sí que lo están haciendo... El dinero invertido en investigación está volviendo a casa (ríe).

Israel fue uno de los primeros países en aprobar la cuarta dosis y en el caso de España ya se maneja esa opción en algunas franjas de la población, ¿no es demasiado pronto para abordar el tema o estamos en el paso previo a tener que normalizar este procedimiento?

Si quitamos a los inmunodeprimidos, a los que sí se les ha recomendado esa dosis de refuerzo, desde una perspectiva global no veo que en estos momentos haya evidencias científicas que sustenten aplicar una cuarta dosis a la población. Pero esto es algo que no solo veo yo, sino que los órganos reguladores del medicamento no indican en la ficha técnica de estos productos que se puedan administrar cuatro veces. Hasta que eso no esté solucionado con un fundamento científico no podemos dar ese paso. Lo esencial en estos momentos es reforzar la idea de que aún hay personas que caminan por una acera que todavía no se han vacunado, que es algo que a veces olvidamos y, además, que hay mucha gente que no ha recibido la tercera dosis. Ahí es donde hay que concentrar los esfuerzos de nuestra línea principal de intervención.

¿Aún quedan semanas duras antes de empezar a ver la luz?

Quedan unas cuantas semanas... Hay que tener en cuenta que todavía estamos recepcionando los casos que se han contagiado en Navidad, además de los positivos que estos hayan podido provocar, y eso aún generará varias jornadas de sufrimiento. Es posible que a corto plazo no tengamos un incremento de positivos tan potente como el que hemos visto en las últimas semanas, pero las cifras sí que seguirán siendo altas.

En los días previos al último clásico futbolístico se habló mucho sobre la no recomendación de reunir sin control a miles de personas en el mismo punto, algo que ahora se está debatiendo en torno a las fiestas de Carnaval. ¿Estamos preparados para gestionar ese tipo de afluencias?

Con los datos actuales que existen en Canarias, no... Con la incidencia tan grande que tenemos permitir que la ciudadanía se pueda mover en muchedumbre –sin ningún tipo de control– es lo más parecido que hay a darse un tiro en un pie. Solo pensar en el hecho de poder llegar a planteamientos que posibiliten incrementar los riesgos de infección es una locura inasumible, un suicidio colectivo que solo cometen los imprudentes. No estamos en condiciones de cometer excesos. Vamos en el camino correcto para endemizar la enfermedad, que si todo va bien no deberíamos tardar mucho tiempo, pero ese día aún no ha llegado. ¿Sabe cuál es el aforo que más nos interesa bajar en estos momentos?

¿El de los hospitales?

Sí, ese es el aforo que hay que bajar lo antes posible, y también el de los centros de salud.

«Que la ciudadanía se pueda mover en muchedumbre es lo más parecido a darse un tiro en el pie»

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¿Eso es algo que hay que mejorar de cara al futuro si tenemos en cuenta los desajustes que hemos visto durante toda la pandemia con los miembros de la comunidad sanitaria, los políticos y, especialmente, los jueces?

Sí, falta por tejer mejor esa telaraña que antes de la pandemia parecía sólida y, desgraciadamente, no lo ha sido. Es verdad que nadie podía imaginar hace dos años algo de esta dimensión y que todo esto nos cogió con el pie cambiado, pero yo no he visto un posicionamiento solidario y único por defender al ciudadano. Me ha dolido el uso político que le han dado a esta pandemia, ver cómo se han estado tirando a la cara unos y otros una situación absolutamente terrorífica. En muchas ocasiones los políticos han ido por un lado y los jueces por otro y, sinceramente, eso no es una ayuda en unas circunstancias tan graves.

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