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CRISIS DEL CORONAVIRUS

El fin de la mascarilla se resiste en Canarias

La población de la capital grancanaria muestra cautela en la primera jornada sin el uso obligatorio de este recurso en las calles, después de 48 días

Grupos de personas en la primera jornada de entrada en vigor del decreto que regula el uso de la mascarilla en exteriores.

Canarias y el resto de regiones españolas viven hoy la primera jornada sin el uso obligatorio de la mascarilla en espacios exteriores. En la capital grancanaria, los transeúntes han dejado estampas muy variadas, si bien una gran parte de estos ha optado por seguir cubriendo su rostro para disminuir las posibilidades de contraer el Covid-19.

La población de Canarias vuelve a mostrar la sonrisa en las calles tras la entrada en vigor del decreto que permite prescindir de la mascarilla en estos escenarios, siempre y cuando se pueda mantener una distancia interpersonal de 1,5 metros como mínimo. El Archipiélago, al igual que el resto de regiones españolas, vive hoy la primera jornada sin el uso obligatorio de este recurso en exteriores, después de 48 días. No obstante, en la capital grancanaria, los viandantes dejaron estampas muy variadas desde la mañana. De hecho, fueron muchos los que optaron por seguir utilizándolo. «Voy a seguir poniéndome la mascarilla porque convivo con mis abuelos y me siento más tranquila. A pesar de que al aire libre las posibilidades de contagio son más reducidas, prefiero no correr riesgos innecesarios», dijo Clara Rodríguez, una joven de 27 años que aprovechó este jueves su día libre para hacer unas compras en la calle Mayor de Triana, una de las más concurridas de la ciudad. 

Para Carmen Rosa del Pino, en cambio, el hecho de no tener que utilizar la mascarilla mientras pasea supone «una liberación». «Me parece una decisión maravillosa. Lo que considero ridículo es tener que estar en la calle con mascarilla y que en los bares se pueda comer y beber con otras personas que se sientan prácticamente al lado», valoró esta mujer de 58 años. 

A su lado se encontraba Marta Ramírez, de 79 años, quien reconoció sentirse «más segura» recurriendo a la mascarilla, a pesar de que se encuentre en un espacio abierto. «Solo me la quito cuando voy a tomar café con mis amigas. Aunque estoy vacunada con las tres dosis, me siento mejor así», apuntó. 

Como cada día a las 12.00 horas, Carmen Cabrera salió a pasear con su perro por el parque de San Telmo antes de empezar su jornada laboral. «Ya estaba cansada de tener que estar con la mascarilla en el parque. Creo que el Gobierno se equivocó cuando la volvió a declarar obligatoria, porque realmente en la calle podemos pasear tranquilamente sin ella y respirar con normalidad», apostilló esta entrenadora personal, de 34 años, que recibirá hoy el pinchazo de refuerzo.

Juan Carlos Martín es otro de los que se aferra a la mascarilla para evitar contraer la infección por SARS-CoV-2 y otros virus que afectan a las vías respiratorias. «Tengo 65 años y siempre me he puesto todas las vacunas necesarias, no solo las indicadas contra el Covid, pero tengo que reconocer que todavía tengo miedo de quitarme la mascarilla en la calle», confesó el sexagenario. «Si fuera más joven, a lo mejor me la quitaría», prosiguió, «pero a esta edad hay que cuidarse más».

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Primer día sin mascarilla obligatoria Andrés Cruz

María Asunción Suárez, de 74 años, es una de las personas que prefiere continuar haciendo sus actividades cotidianas al aire libre con la mascarilla puesta. «Somos muchos los que vamos a seguir saliendo a la calle con mascarilla. Creo que todavía queda tiempo para que acabe la pandemia y quiero estar lo más protegida posible», afirmó. 

«Voy a seguir poniéndomela porque convivo con mis abuelos», dice una joven de 27 años

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La otra cara de la moneda la pone María Gómez, quien valoró muy positivamente la aprobación del decreto. «Eso de estar respirando todo el rato el mismo aire, yo no lo veo», manifestó sonriente. «No estoy en contra de la mascarilla ni mucho menos», aclaró, «pero ya era necesario relajar su uso en la calle porque este virus se va a quedar entre nosotros y tarde o temprano habrá que recuperar la normalidad». 

Consciente de que la pandemia ha cambiado radicalmente su vida y la de toda la población, esta mujer de 75 años confesó tener amigas a las que no ha podido ver desde la llegada del coronavirus. «Algunas sufren enfermedades y ya llevamos dos años sin reunirnos. Las distintas olas del virus han ido sumando cada vez más contagios, por lo que no podemos estar del todo seguras ni con la mascarilla puesta», anotó con resignación. 

Hay que recordar que fue el pasado 26 de junio cuando las Islas se liberaron por primera vez del uso obligatorio de la mascarilla en los espacios al aire libre, tras 45 semanas. Sin embargo, el sexto embate del patógeno llevó al Gobierno a recuperar su uso, una determinación que fue adoptada el 22 de diciembre durante la celebración de la Conferencia de Presidentes extraordinaria. La medida entró en vigor dos días después y mantuvo su validez hasta el miércoles.

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