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Naufragio

El peaje más terrible de la mar en 44 años

La pesca gallega no sufría un golpe similar desde el 'Marbel', que se cobró 27 vidas frente a las Cíes en 1978 | La tragedia de Terranova devuelve el dolor del 'Ave del Mar', el 'Azaña', el 'O Bahía' o el 'Arosa'

El peaje más terrible de la mar en 44 años.

En Cangas do Morrazo se celebra la festividad del Cristo del Consuelo en el último fin de semana de agosto. Pero en 1932 todo se vistió de luto; el nombre que bautiza la talla religiosa –y los fastos principales de esta localidad– no hizo acto de presencia. “Inesperadamente, cuando el buen tiempo aquí remante hacía suponer que de la mar no llegarían ráfagas trágicas, surgió la noticia del espeluznante siniestro. En aguas de Sálvora, testigo de tantos siniestros, se produjo este que enluta 22 hogares marineros y que deja una triste estela- de huérfanos y viudas”. Así relataba Faro de Vigo, el 7 de agosto de aquel verano, el triste rastro de la trainera a motor Azaña.

Solo hubo dos supervivientes; un tercero se salvó por haberse dormido antes de la partida del pesquero. “Nunca se ha tragado la mar, de una sola bocanada, 22 hijos de la frontera villa”.

Todos eran de Cangas. La tragedia del 'Villa de Pitanxo', con al menos 10 fallecidos (otros 11 tripulantes permanecen desaparecidos), ha devuelto el dolor del recuerdo de tantos naufragios para la familia marinera. No se había producido una catástrofe de estas dimensiones desde 1978.

El arrastrero congelador Marbel había salido de Vigo a las cinco de la tarde, un 29 de enero. Iban 36 hombres a bordo, rumbo a Sudáfrica. No habían llegado los tiempos de la llamada Constitución de los Océanos –que forzaría a las armadoras a recurrir a las sociedades mixtas para operar dentro de las 200 millas territoriales de cada país ribereño–, y el buque usaba pabellón español. Bajo un fuerte temporal, con vientos de 100 kilómetros por hora, el Marbel apenas navegó cuatro horas sin contratiempos.

A la altura de Cabo Silleiro registró una explosión en la sala de máquinas; quedó a la deriva, merced del crepitar de las piedras en las Cíes. Una y otra vez, hasta partirse en dos. El capitán envió una señal de auxilio, pero no fue recibida en Vigo porque la emisora estaba averiada. La atendió la Comandancia de Marina, además de un radioaficionado. Solo hubo nueve supervivientes.

También en O Morrazo, pero a mediados de siglo, la mar se cobró la vida de 26 marineros. El Ave del Mar, con base en el puerto de Moaña, regresaba a casa después del trabajo de pesca de la sardina, el 10 de noviembre de 1956. Al enfilar la puerta natural de la ría de Vigo, el barco toca con unos bajos cerca de la isla de San Martiño y se hunde. Fallecieron todos sus tripulantes. Muchos niños, huérfanos, fueron internados en Panxón o Sada, lejos de vecinos y arraigos.

“Luto sobre la ría, sí; y este luto y este dolor que deja caer su mayor pesadumbre en la laboriosa villa de Moaña afecta a todos los demás pueblos de ambas orillas”. Moaña tenía que celebrar al día siguiente del naufragio, como habría hecho Cangas de no ser por el Azaña, sus fiestas patronales, en honor, en su caso, a San Martiño.

Santa Isabel

Fue el farero, Tomás Pagá, el que dio la noticia frente a Sálvora, en 1921, de que había embarrancado el vapor Santa Isabel. Tres mujeres – María Fernández (16), Cipriana Oujo (24) y Josefa Parada (32)– se dirigieron a la playa. A bordo de frágiles dornas, y contra el criterio de los marinos más veteranos, remaron varias millas en una noche de temporal hasta llegar al vapor. Paliaron una catástrofe sin precedentes: murieron 213 personas y sobrevivieron 53. A bordo viajaban 60 niños. Las tres muchachas lograron salvar la vida de hasta veinte personas.

El Santa Isabel, procedente de Bilbao –había hecho varias paradas en la costa cantábrica–, se dirigía a Argentina y Uruguay. Se topó con las piedras en su ruta al nuevo mundo. Se le llamó el Titanic gallego. Durante décadas, los buques de la Compañía Trasatlántica Española, propietaria del vapor, hicieron sonar sus sirenas en señal de respeto y recuerdo de las mujeres y hombres muertos en aquella tragedia cada vez que pasaban frente a los bajos de Sálvora.

Un misterio

El 19 de julio de 1984 el pesquero congelador gallego Montrove, con una tripulación compuesta por 16 marineros, en su mayoría de O Morrazo, desapareció cuando iba a faenar en aguas del Banco Canario Sahariano. Desde entonces nunca más se ha sabido lo que le ocurrió al barco y a su tripulación, un misterio con el que viven las familias de los marineros casi cuatro décadas después.

Otra de las grandes tragedias marítimas en Galicia fue el naufragio de O Bahía, el siniestro que más muertes se ha cobrado desde hace 25 años. Este cerquero de Vigo se hundió el 2 de junio de 2004 mientras faenaba en las proximidades de las islas Sisargas, y costó la vida de diez personas. La tripulación del buque estaba compuesta por una decena de marineros y en el accidente fallecieron seis de ellos mientras que los otros cuatro se dieron por desaparecidos.

Un golpe de mar justo en el momento en el que se producía el izado de un aparejo cargado de pescado es la hipótesis que siempre se ha barajado para dar una explicación al hundimiento del arrastrero Mar Nosso en aguas asturianas, en la mañana del 17 de abril de 2014. Ese día, cinco de los doce tripulantes del pesquero de bandera portuguesa y armadora gallega fallecían. El suceso golpeó de nuevo a la localidad de Marín, donde el buque tenía su puerto base.

El Sin Querer Dos se hundió a mediodía del 19 de diciembre de 2018, cuando regresaba a su puerto base de Portonovo, para realizar la varada habitual de Navidades.Había salido del puerto de A Coruña la madrugada anterior, y naufragó cuando se encontraba a unas 4,5 millas al sur de Fisterra. En el barco viajaban diez personas, y seis de ellos lograron ponerse a salvo, pero cuatro de ellos perecieron: el patrón, Manuel Serén, Bernardino Padín, Teófilo Rodríguez y Guillermo Casáis, cuyo cadáver no llegó a aparecer. Las artes de pesca que portaba la embarcación tenían un peso conjunto estimado de unas 20 toneladas, cuando el peso máximo autorizado en el libro de estabilidad era de 7,5 toneladas.

Año 2000: tragedia del 'Arosa'

A las seis de la madrugada del 3 de octubre de 2000 el arrastrero Arosa lanzó una señal de socorro desde la costa irlandesa. Los tripulantes informaban que se encontraban en medio de un fuerte temporal con vientos de fuerza siete y olas de más de diez metros y que el barco tenía una vía de agua.

El buque faenaba en el caladero del Gran Sol y estaba de regreso a la localidad de Galway debido precisamente a las malas condiciones meteorológicas cuando quedó encallado en unos bajos a unos 20 kilómetros de Slyne Head. A bordo iban trece hombres, diez de ellos gallegos, y sólo uno logró sobrevivir.

Aquella tragedia se saldó con 12 fallecidos

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Aquella tragedia se saldó con doce fallecidos y los cuerpos de varios de ellos no llegaron a aparecer.

Como sucede en muchas ocasiones en las que suceden tragedias en el mar, la comarca de O Morrazo resultó duramente afectada.

Además del patrón, también fallecieron Alfredo Estévez García, motorista natural de Bueu; José Ramón García Figueroa, cocinero natural de Cangas, aunque residía en Marín; Eugenio Díaz Carracelas, patrón de pesca de Marín; Julián Soto Fuentes, contramaestre de Marín; Luis Miguel Vidal Ribadulla, marinero de Pontevedra; Francisco Filgueira Fernández, de Marín; Jesús Lafuente Chazo, marinero de Pontecesures; José Antonio Ferreirós Pérez, marinero de Lousame; Sebastián Vaz de Almeida, engrasador natural de Santo Tomé y Príncipe; Albertino Herculiano Dacosta Craviz, marinero también de Santo Tomé y Príncipe; y el marinero Orlando Soares, de Ghana.

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