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El obispo de Tenerife se remite a sus disculpas en la declaración en Fiscalía

Bernardo Álvarez, que llegó solo a los juzgados, declara tras sus críticas contra la homosexualidad por un presunto delito de odio y opta por el silencio público

Bernardo Álvarez, a su llegada ayer al Palacio de Justicia de Santa Cruz de Tenerife. | | CARSTEN W. LAURITSEN

El obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, se remitió ayer en su declaración judicial a las disculpas que expresó el pasado 21 de enero en un comunicado. Citado por la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife para determinar si sus manifestaciones sobre la homosexualidad en una entrevista en Televisión Canaria pueden ser constitutivas de un delito de odio, Álvarez siguió una línea argumental que giró básicamente en torno al texto que envió para pedir perdón. Se detuvo en que lo había difundido tan solo tres días después de su aparición televisiva, defendió que su intención no era ofender a nadie y reconoció que no estuvo afortunado en sus palabras.

El prelado llegó al Palacio de Justicia santacrucero pasados unos minutos de las 9:40. Lo hizo solo, con la indumentaria que utiliza fuera de las celebraciones religiosas –traje negro y cruz en el pecho–, portando un maletín y con gesto serio. En las escalinatas de entrada lo esperaba una decena de periodistas y gráficos, ante los que el obispo rechazó manifestarse. «Don Bernardo, ¿algo que decir?», le preguntaron. Silencio.

Álvarez recurrió para su asistencia letrada al decano del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Niederleytner. La cita del obispo con la Fiscalía estaba prevista para las 10:00. Algo menos de una hora estuvo el sacerdote en el interior de los juzgados capitalinos. Poco antes de las 11:00, en la salida, se repitió la escena de la entrada. En este caso acompañado por su abogado, el prelado puso rumbo a la confluencia de Tres de Mayo con la avenida Víctor Zurita Soler, donde le esperaba un vehículo gris en el que abandonó el lugar.

Como se recordará, la citación judicial se produjo después de que el 18 de enero, en una entrevista en el programa Buenas Tardes Canarias, de Televisión Canaria, Bernardo Álvarez respondiese a la pregunta sobre si la homosexualidad es «pecado mortal» expresando que «depende de la persona y las circunstancias». «Para que una cosa sea pecado mortal, hace falta que la persona sea consciente de que lo que hace está mal, si lo hace libremente y no está condicionada por nada». Y añadió: «Eso es como la persona que bebe, y cuando bebe hace cualquier disparate, y luego dice que es que estaba bebido».

No era la primera vez que sus manifestaciones, en general, y sobre la homosexualidad, en particular, generaban rechazo. Incluso el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres (PSOE), mostró su repulsa. Además, después de que la asociación Diversas pidiera mociones de reprobación, varias instituciones públicas han condenado sus palabras, entre las que destacan el Cabildo de Tenerife, el Parlamento de Canarias y el Ayuntamiento de La Laguna.

El obispo de la Diócesis de Canarias pone la «mano en el fuego» por su homólogo tinerfeño

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En ese escenario, y también con una recogida de firmas en marcha en Change.org pidiendo el «cese inmediato del obispo de Tenerife por su homofobia reincidente» (en la tarde de ayer alcanzaba las 57.850 firmas), Álvarez se disculpó el 21 de enero: «Pido perdón a cuantos haya podido ofender con mis palabras, de manera especial a las personas LGTBI, a quienes expreso mi respeto y consideración». Y prosiguió: «He de reconocer que no estuve acertado al responder a algunas cuestiones que requieren una más detenida reflexión y explicación. No quise fomentar la discriminación, ni comparar la homosexualidad con el alcoholismo ni con cualquier otra realidad. Lamento haber inducido a confusión y causado dolor. Como obispo, reitero mi adhesión a las enseñanzas de la Iglesia y mi voluntad de transmitirlas fielmente. Asimismo, manifiesto mi comunión con el papa Francisco y su magisterio».

Se conoció más tarde que la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife había abierto diligencias informativas para determinar si las palabras del obispo fueron constitutivas de un delito de odio. En el marco de esos trámites se produjo la citación judicial por la que Álvarez tuvo que comparecer este miércoles y explicarse.

De sus declaraciones en sede judicial y del estudio de las diligencias en su conjunto pueden derivarse dos escenarios: que la Fiscalía presente una denuncia o querella contra Bernardo Álvarez por considerar que incurrió en un delito de odio o bien que el asunto se archive al no apreciarse circunstancias para exigir responsabilidades penales.

Fácil denunciar

El obispo de la Diócesis de Canarias, José Mazuelos, echó un capote ayer a su homólogo de la provincia vecina. En una rueda de prensa, y preguntado al respecto, Mazuelos se mostró convencido de que Bernardo Álvarez no odia ni suscita odio hacia nadie. «Pongo mi mano en el fuego», apuntó el prelado, según recogió la agencia Europa Press.

«Ahora se trata siempre de te denuncio. Es muy fácil denunciar, también para manipular muchas veces. Se dice una cosa, se coge con alfileres y se le da la vuelta, o se está más o menos acertado. Yo en las ruedas de prensa estoy muchas veces en tensión porque uno dice veremos hoy cómo van a dar la vuelta a lo que yo diga», indicó. «Pongo mi mano en el fuego de que don Bernardo no tiene odio a ninguna persona humana sea de la condición que sea y que seguirá luchando por la dignidad de las personas», reiteró.

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