Los feminismos han vuelto a gritar en Madrid por el 8M. Con voces dispares, sin unanimidad, pero su fuerza ha resonado en las calles de la capital. Las mujeres querían reivindicar para resarcirse del año de silencio que impuso la pandemia, aunque lo han hecho divididas. Decenas de miles de mujeres han acudido a la llamada.

Inclusión de todas o abolición de la prostitución han sido los caminos que han escindido al feminismo por las grandes avenidas de Madrid: de Atocha a Colón unas, de Gran Vía a Plaza de España las otras. Al parecer, las diferencias son tan irreconciliables como para romper la unidad que asombró al mundo en 2018, aunque los cánticos de ambas mareas clama por la libertad y la seguridad de las mujeres. "Aquí estamos las feministas", gritan en las dos manifestaciones chicas jóvenes y mujeres mayores.

Julia tiene tres años y su hermana Diana aún va en carrito. Acuden por primera vez a la movilización del 8M junto a sus padres, que quieren que aprendan a luchar por sus ideales desde pequeñitas y a que sepan desde ya que tienen el derecho a ser escuchadas. Julia baila y Diana escucha con atención la batucada que acompaña la marcha, aún no saben que las mujeres lo tienen mucho peor para abrirse paso en la vida y tampoco que la fortaleza del movimiento feminista llegó a ser tan numerosa que ha terminado por separarse.

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Las marchas del 8-M toman el centro de Madrid Agencias

La marcha de la diversidad

El disenso forma parte de la historia viva del feminismo, que maneja desde hace décadas grandes debates como el de la prostitución. Concepciones y sensibilidades dispares han habitado en el movimiento, pero las diferencias en el seno del feminismo español han pesado en este 2022 más que las reivindicaciones comunes -que son muchas- y Madrid, y otras tantas ciudades, han albergado dos marchas distintas de mujeres.

La principal, organizada por la Comisión 8M desde hace 40 años, volvió a salir de Atocha para exigir derechos para todas, todos los días del año. Un feminismo diverso para abrazar a todas y que ponga el acento en las más vulnerables, incluidas las mujeres trans.

Ha sido la más numerosa de las convocatorias y la alegría ha sido la tónica que ha imperado en la marcha, a pesar de que en este 2022 hay pocos motivos para el júbilo, más allá del gozo de poder reconquistar las calles, tras un 2021 en el que las restricciones sanitarias impidieron las marchas multitudinarias que venían sucediéndose con fuerza desde aquella explosión feminista del 2018.

La pandemia ha agravado las violencias machistas y ha golpeado no sólo la salud (física y mental) de las mujeres, también sus trabajos, su conciliación, sus planes. Las brechas se han ensanchado, los suelos son aún más pegajosos. Pero la lucha se hace mejor bailando, por eso han marchado a mejor ritmo al escuchar "Ay, mamá", de Rigoberta Bandini o "A quién le importa" de Alaska.

Muchas chicas jóvenes han optado por esta manifestación. Como Elena, que con 16 años explica que quiere libertad, igualdad y acabar con todas las violencias machistas. "No quiero salir con miedo, ni aguantar miradas y comentarios desagradables al salir a la calle", asevera. Ella y sus amigas han preparado varios carteles para mostrar su hartazgo con el patriarcado: "El feminismo os incomoda más que los feminicidios", "no es piropo, es acoso" o "si mañana me toca a mí, quiero ser la última".

"Somos el grito de las que ya no están"; "este sistema mata"; "no estamos todas, faltan las asesinadas"; "con ropa, sin ropa, mi cuerpo no se toca"; "si duele no es amor"; "hermana, yo sí te creo" han sido otras consignas.

La violencia de género y la violencia sexual son una de las principales reivindicaciones en esta marcha. Ángela, de 71 años, lleva muchos 8M tiempo manifestándose y sigue exigiendo que los feminicidios sean algo del pasado.

"Salgo sobre todo por las mujeres que ya no pueden gritar. He pensado mucho estos días en las mujeres que han sido asesinadas este año, algunas tan jóvenes", explica Elisabeth, una treintañera, a 'El Periódico de España', medio que pertenece al mismo grupo editorial que este diario,. Ángela y Elisabeth lamentan la división, pues consideran que resta fuerza al movimiento.

"Somos demasiado autocríticas, deberíamos sentarnos y discutirlo juntas. Con todo lo que tenemos detrás", lamenta Ángela.

Más allá de esta agenda, esta manifestación ha sido también un espacio para rechazar la guerra. "La paz es feminista", "no a la guerra entre pueblos y sexos", "mujeres contra la guerra". Para denunciar el racismo y llamar a la lucha feminista con otros pueblos y para insistir en que las mujeres trans forman parte del movimiento. "El feminismo no es transfobia. Las mujeres trans son mujeres, no son menos mujeres que yo", resume Paula.

"Vengo para gritar por las madres solas, para que ellas y sus criaturas tengan los mismo derechos. Por las trans, las bi, las lesbianas. Porque estamos juntas en esto y porque no podemos dar pasos atrás por culpa de la ultraderecha", subraya Eva.

Carteles de "sororidad por las hermanas trans".

La "mani" abolicionista

Pocas manzanas más allá de esa manifestación, unas seis mil personas han optado por una trayectoria distinta. De Gran Vía a Plaza de España, el grupo escindido de la marcha histórica clama por abolir la prostitución, acabar con la pornografía y los vientres de alquiler y también por la retirada del proyecto de ley trans, que permite la autodeterminación del género. La tramitación de esta norma, que tan broncos enfrentamientos provocó el año pasado desde las más altas esferas del poder al feminismo de base, ha sido precisamente el origen de esta división.

En consignas como "ley trans, misoginia capital", "sexo no es género", "ser mujer no es un sentimiento" y "no al borrado de las mujeres" dejan entrever la disconformidad en este ámbito.

"Para ser feminista, tienes que estar de acuerdo con una agenda que tiene que ver con las cosas que sufrimos por ser mujeres. La prostitución y los vientres de alquiler forman parte de esa agenda", defiende Lucía.

"Yo soy abolicionista, por eso estoy aquí, pero es una pena que estemos divididas. Tenemos que estar por las mujeres del pasado y por todos los derechos que tenemos que conquistar", reconoce Elena.

La abolición de la prostitución ha sido la principal exigencia de esta manifestación: "Ninguna niña sueña con ser puta", "la mujer no es un objeto mercantil", "la diferencia entre un putero y un violador es un billete" y "el porno es la teoría, la violación es la práctica" son gritos que así lo atestiguan.

Manifestación del Movimiento Feminista de Madrid bajo el eslogan "El feminismo es abolicionista". EFE

Roxy, Emily y Rea, tres jóvenes inglesas, están convencidas de que las mujeres siguen necesitando alzar la voz para conseguir la plenitud de sus derechos. Preguntadas por la razón que las ha llevado a elegir esta manifestación abolicionista, han reconocido que es la que se celebraba más cerca de casa.

Resulta llamativo que, a pesar de que los feminismos -que son soberanos en sus decisiones- hayan optado por bifurcar sus trayectorias, las mujeres de una y otra manifestación han compartido muchos gritos porque comparten las mismas realidades. Cada una, claro está, elige su camino.

Concluye el día grande del feminismo, un 8M diferente, pero esto no se acaba. "Lo contrario del feminismo es la ignorancia", explicaba bien un cartel este martes en Madrid. Ahora a descansar, pero mañana toca volver a la lucha diaria.

El camino es largo, las feministas nunca pueden bajar la guardia.