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Testimonios

La niebla mental del Covid persistente: "No puedo hacer varias cosas a la vez"

Dos enfermos hablan de los estragos que provoca el virus en el cerebro humano

Sheila Lozano y Tim Py, afectados por covid persistente.

Sheila Lozano y Tim Py tienen, respectivamente, 25 y 28 años. Se contagiaron de coronavirus en la primera ola y ambos sufren desde entonces covid persistenteEn julio de 2021, conversaban en EL PERIÓDICO, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, sobre los síntomas de una enfermedad enigmática, para la que aún no hay tratamiento.

Ambos destacaban la niebla mental que padecen. De hecho, varios estudios destacan la pérdida de materia gris y la alteración de las funciones cognitivas entre las secuelas del covid-19. Ahora, casi un año después de aquella conversación, explican que siguen teniendo problemas cognitivos.

Sheila Lozano: "Me cuesta leer un email de cuatro líneas"

Sheila Lozano. Tjerk van der Meulen

Sheila Lozano no avanza. Lleva dos años enferma de covid persistente, inmersa en una especie de niebla mental, entre otros muchos síntomas. Se contagió de coronavirus en marzo de 2020. "Cuando me infecté, tenía 23 años, ahora 25. Sigo teniendo todos los síntomas: astenia, fatiga muy intensa, dolores articulares, secuelas cardiacos y cefaleas, mareos y vértigos", cuenta esta enfermera que lleva sin poder trabajar desde entonces.

En el cerebro, el virus puede provocar desde reacciones inflamatorias hasta alteraciones del gusto y el olfato. "Yo perdí el olfato y el gusto y, aunque los he recuperado, los tengo distorsionados. Es peligroso porque, por ejemplo, no huelo el gas", relata esta vecina de El Vendrell (Tarragona).

Esta joven vive cada día con estos síntomas, aunque a veces son menos intensos que otros. Destaca, de entre todos ellos, la nebulosa mental. Lo mucho que le cuesta concentrarse, las dificultades para atender "varias cosas a la vez", la "lentitud" a la hora de procesar información. Y la pérdida de memoria.

"Se me olvidan las cosas que tengo que hacer: la agenda del móvil es mi salvadora", dice esta joven que, tiempo atrás, antes de enfermera, se sacó el grado de Enfermería y dos másters con excelentes calificaciones. "No me costaba en absoluto concentrarme ni realizar trabajos extensos. Y, de la noche a la mañana, me cuesta leer un email de cuatro líneas".

Son síntomas, relata, "incapacitantes" que le impiden vivir plenamente su juventud. "Los juegos de mesa, por ejemplo, me provocan una gran fatiga cognitiva. No siempre puedo ir al cine, depende del día. Es bastante invalidante", se lamenta Sheila. Hace más de un año que hace rehabilitación cada día de lunes a viernes. Dice notar una ligera mejoría gracias a ella, pero todo es muy lento.

Su fortaleza mental la hace no caer en el desánimo ni en depresiones, pese a que no sabe si se va a recuperar ni cuándo. "Es como una montaña rusa. Porque, al cabo de dos años sin siquiera tratamiento, todo esto pasa factura", concluye.

Tim Py: "Si me concentro mucho, vuelve la fatiga cognitiva"

Tim Py. Elisenda Pons

Tim Py, de 28 años, lleva dos años con covid persistente. Ha logrado recuperarse pero solo hasta el 80% o 90% porque hay síntomas que reaparecen, sobre todo en momentos de estrés. "Por ejemplo, cuando estoy trabajando en un proyecto que requiere mucha atención, vuelve la fatiga cognitiva y un agotamiento muy grande", relata Tim. Sobre todo, explica, le han quedado los síntomas cognitivos.

Tim es instructor de deportes acuáticos. También, como misionero protestante, trabaja en proyectos sociales de enseñanza cristiana. "Si requiere mucho estrés, a las dos horas ya no me puedo concentrar más. Es como quedarte en blanco. Me quedo sin energía mental", cuenta este joven de Barcelona. Como Sheila, Tim destaca la "resistencia de concentración" que tenía antes de contagiarse de covid-19.

Por lo demás, hace "vida normal", siempre y cuando las actividades no sean "muy exigentes a nivel intelectual". ¿Qué cosas ya no puede hacer Tim? "Pues, por ejemplo, escribir un artículo como tú ahora, o hacer un análisis de texto, o una investigación", responde.

Reconoce que la enfermedad ha modificado su estilo de vida. Antes daba clases en una escuela, ahora ya no puede. Y, anímicamente, dice, se va "amoldando". Como muchos afectados de covid persistente, Tim ha aprendido a ir bajando el ritmo de trabajo, a dedicar tiempo a la meditación, a ir a caminar por el campo y a tomar algunos suplementos vitamínicos.

En julio, cuando conversaba con EL PERIÓDICO, Tim confesaba que en los últimos tiempos, debido a la enfermedad, no había podido ser el mismo. Un año después de aquella conversación, sigue sin estar al 100%. "Llego con facilidad a un punto alto de saturación", resume para definir cómo se siente debido al covid persistente.

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